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La arrogancia de empoderar a un acosador sexual

José Amaury Martínez Gutiérrez

Letras Desnudas

Mario Caballero

La arrogancia de empoderar a un acosador sexual

Decir que la violencia contra las mujeres en México es una vergüenza nacional, se me hace poco. Por todas partes las acosan. Ese acoso muchas veces comienza en sus casas, luego en el transporte colectivo cuando se trasladan hacia sus labores, continúa en los lugares donde trabajan o estudian, nuevamente en el camino de regreso a sus hogares, donde suele seguir el calvario que empezó por la mañana. No tienen ni un solo momento de tranquilidad. El peligro y la amenaza las persigue doquiera que vayan.

¿Pero qué pasa cuando el acoso proviene de un funcionario público? Seguramente, la situación empeora.

No creo que sea lo mismo que un ciudadano común y corriente le lance un piropo atrevido a una mujer o intente propasarse con tocamientos indebidos, a que eso lo haga una persona que ocupe un puesto en el gobierno, del que obtiene importantes beneficios como recursos económicos e incluso protección constitucional o por lealtad al jefe.

Por desgracia, hay muchos funcionarios que abusando de su autoridad acosan a las mujeres bajo su mando y ha habido casos en que hasta las han violado sin tener ninguna consecuencia. Peor todavía, que piden favores sexuales a las alumnas a cambio de mejores calificaciones o regalos, si es que se trata de un maestro.

El hecho más sonado actualmente es el del historiador y académico, Pedro Salmerón, al que el presidente de la República propuso como embajador en Panamá a pesar de estar denunciado por acosar sexualmente a varias alumnas del ITAM.

Otro que provocó mucho ruido el año pasado fue el de Félix Salgado Macedonio, excandidato de Morena al Gobierno de Guerrero, sobre el que pesan cinco demandas penales por violación sexual. Una de sus denunciantes, Paulina, tenía 17 años cuando fue abusada por él, quien ahora se ostenta como el poder detrás del trono de Evelyn Salgado Pineda, su hija, actual gobernadora guerrerense.

Hay algo todavía peor. Ambos personajes han sido protegidos y defendidos por diversos morenistas que tienen poder e influencia en la escena pública y por altos funcionarios del Gobierno Federal.

EL ACOSADOR DEL TRIBUNAL

El caso que hoy quiero exponer es el de José Amaury Martínez Gutiérrez, al que Plácido Morales Vázquez nombró en febrero del año pasado como Secretario General de Acuerdos del Tribunal Federal de Conciliación y Arbitraje, a pesar de que sobre él pesan señalamientos por acoso sexual en contra de varias alumnas de la Universidad Autónoma de Chiapas. Sin embargo, por su relación con el presidente de dicho tribunal, no lo han investigado.

Cualquier otro en lugar de Plácido Morales no hubiera contratado a Amaury Martínez Gutiérrez. Es un personaje impresentable, sin preparación académica para ocupar el cargo y sin experiencia en el tema de lo laboral.

Se trata del típico político lambiscón que se pasea por el mundo con cara de perdonavidas y aires de intelectual, dando ponencias -para el colmo- sobre la Ley de Desarrollo Constitucional para la Igualdad de Género y Acceso a una Vida Libre de Violencia para las Mujeres, como la que impartió hace un par de años en el recinto del partido Chiapas Unido. Paradójicamente, quien acosa a las mujeres habla sobre sus derechos a vivir en paz.

Amaury Martínez no es más que un simple abogado egresado de la Unach que gusta de presumir sus diplomados como si fueran doctorados honoris causa. Así de patético. No tiene maestría y mucho menos un doctorado, lo cual hace más polémico su nombramiento, pues habiendo tantas personas mucho más preparadas y con experiencia en Derecho Laboral, no deja pensar otra cosa que, al igual que los puestos en la docencia, obtuvo el cargo en el TFCA por lamebotas y no por méritos.

Algo muy peculiar en él es su ineptitud. Llegó a ser juez cívico en la Dirección Ejecutiva de Justicia Cívica del Gobierno del Distrito Federal, secretario proyectista de Primera Instancia, también en el Distrito Federal, y antes de su función actual ocupó el cargo de asesor adscrito a la Coordinación de Asesores de la Secretaría General de Gobierno del Estado de Chiapas, y en ninguno de ellos duró más de dos años. Lo mismo que en sus periodos como docente universitario.

Por si esto no fuera suficiente para impedir que obtuviera uno de los puestos de mayor relevancia dentro del Tribunal de Conciliación y Arbitraje, ahora nos enteramos que tiene historia como agresor sexual. Cito, a continuación, dos conversaciones que se han dado a conocer en días recientes a través de redes sociales.

Según mis fuentes, las dos fueron por Messenger, aplicación de Facebook, y una de éstas fue con uno de sus amigos al que le presumió como trofeos el haberse llevado a la cama a varias de sus alumnas. Se lee en la foto de pantalla:

“La verdad, sí me he cogido a algunas”. A lo que el amigo responde con tono sarcástico: “Y sólo tenían diez en tu clase. Jajajá”. “Hago difícil mi materia”. “Ajá. Muy difícil”. “Sí. Hubo una que en clases usaba vestido o faldas. Y abría las piernas”.

La otra conversación fue con una de las estudiantes a la que estuvo acosando, misma que le reclama haber tenido problemas con su pareja tras haberse enterado de las proposiciones de Amaury Martínez: “Mi novio vio todo. Me acaba de hacer un gran problema por su culpa”, dijo.

Amaury responde: “¿Por qué por mi culpa?”. “Por sus insinuaciones”, responde su alumna. “Ni sabía que tenías novio”. “Ya sabía”. “Habías dicho que no”. “No quiero que tenga problemas, profe”. “Además, es de broma, explícale. ¿Por qué voy a tener problemas?”. “Mejor ya no me hable. Yo no quiero tener problemas”, termina la joven.

¿POR QUÉ LO PROTEGE?

Al indagar un poco, supe de otras dos jóvenes universitarias que padecieron el mismo acoso por parte de este funcionario. No los expongo por no tener todavía su autorización, pero sus casos son igual de indigestos e indignantes que los anteriores descritos.

La pregunta aquí no es si Plácido Morales Vázquez, magistrado presidente del TFCA, está enterado de estos hechos porque es obvio que sí, sino es ¿por qué lo protege y le da todavía más poder al agresor de mujeres? Pues al nombrar a Martínez Gutiérrez como Secretario General de Acuerdos, además de las facultades del puesto, también le dio capacidad para traficar influencias, sacar provecho de los fallos del tribunal, controlar recursos del organismo y, por supuesto, utilizar sus relaciones políticas para obtener impunidad.

Pero ¿podríamos esperar otra cosa de Plácido Morales? No lo creo. Si ha sido capaz todo este tiempo de abandonar el cargo en horario laboral para dedicarse a hacer una abierta campaña política buscando ser candidato de Morena al Gobierno de Chiapas, ¿por qué no debería empoderar a un patán para que cubra sus espaldas? Porque, a todo esto, Amaury Martínez también está acusado de ocultar información de la dependencia.

A Plácido Morales lo único que le interesa es el poder, sin importarle el costo de las críticas. Si tiene que darle el control del tribunal a un abogado inoficioso, inexperto, acusado de fomentar la pornografía en sus centros de trabajo y hasta de presuntamente enviar fotos de su miembro entre sus contactos femeninos, pero que es capaz de cumplir sus órdenes a ciegas, bien vale la pena. Vaya arrogancia.

yomariocaballero@gmail.com

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