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Opinión

¡la representación popular!

1.- El fin de la modernidad y de la república: La constitución, la división de poderes y la democracia.

2.- En crisis la representación popular: ¿A quién o a quienes representan?

3.- Estamos ante el regreso del absolutismo priista de los primeros setenta años.

Jorge Enrique Hernández Aguilar

Todo parece indicar que lo que caracterizara a la modernidad de los años de 1789, y que sirviera por mucho tiempo como la base de los Estados Modernos, sobre todo los republicanos, está en crisis.

Por aquellos tiempos se hablaba de que una forma de acabar con el “absolutismo de la monarquía”, era precisamente cumplir las recomendaciones escritas por Montesquieu y Rousseau, sobre la división de poderes y dejar registrada esta iniciativa del pueblo como un mandato en un contrato social, en una Constitución.

Claramente se establecía que ninguna persona podría ejercer dos poderes al mismo tiempo. Es decir, el poder público estaría formado por un poder ejecutivo, un legislativo y un judicial. Nada por encima de la ley.

A partir de ahí se construye la teoría de los pesos y contrapesos, tan famosa en los cursos de derecho constitucional.

De tal manera que el presidente en una república, debe actuar con total respeto y equilibrio con el poder legislativo y el poder judicial.

Actualmente esta teoría está en franca crisis, por el abierto control que el ejecutivo ha comenzado a tener sobre el legislativo con la mayoría de Morena, y la gran influencia sobre el poder judicial en la toma de las grandes decisiones.

Lo más grave es que en una repetición histórica, el papel de la representación popular vuelve a ser el mismo que en el pasado reciente.

Durante los años en que estuviera en el poder el Partido Revolucionario Institucional, la representación popular era solamente un decir, ya que realmente los diputados y los senadores solamente cumplían órdenes del ejecutivo federal.

Ninguna iniciativa que enviara el presidente de la república, podía ser rechazada, todas eran aprobadas.

Así de esta manera, solamente que, con el apoyo del Pacto por México, se aprobaron todas las reformas de la época de Enrique Peña Nieto. Por unanimidad votaron en favor de la reforma energética, educativa, laboral y hasta para la modificación de la ley de amparo.

Por varios días, grupos del magisterio estuvieron intentando ser escuchados por los diputados y por los senadores, para evitar lo que después fuera cancelada, la llamada en esos momentos Reforma Educativa.

La idea de que la representación popular se refiere a la Democracia representativa y al parlamentarismo, donde los mandatarios electos (denominados representantes, parlamentarios o diputados) hablan en nombre de sus electores en la legislatura.  Defienden los derechos del pueblo. No cumplen órdenes del ejecutivo, sobre todo cuando estas van en contra de los intereses populares.

Los más optimistas, llegaron a imaginar que la representación popular, lo primero que tenía que hacer, era escuchar las voces del pueblo, de las mayorías y aun, de las más modestas minorías.

Su papel es indicar necesidades, ser un órgano para las demandas populares y un lugar de discusión de todas las opiniones adversas relacionadas con asuntos públicos, grandes y pequeños.

Sin embargo, los ciudadanos no se sienten representados por sus gobernantes o sus legisladores, situación que está fomentada por el incumplimiento de promesas de campaña o incluso, por la incongruencia con la que se desenvuelven muchos de los servidores públicos de elección popular.

Las últimas señales enviadas por los legisladores al pueblo, no fueron las mejores, en el tema de la extinción de 109 fideicomisos. No fueron capaces de escuchar las voces que se manifestaban en contra de esta iniciativa.

Iguales actitudes asumieron los representantes populares en la cámara de diputados y en la cámara de senadores.

Ni siquiera aceptaron los senadores de Morena, escuchar a los grupos en parlamento abierto.

Preocupa esta actitud, porque posiblemente sin pretenderlo, el Congreso del Estado ha repetido esta experiencia, con la aprobación de la Ley de Movilidad y del Transporte, sin tomarse la molestia de consensarlo con las diferentes representaciones del transporte organizado.

Como recordaran en estos meses ya está corriendo el tiempo, del proceso electoral para la renovación de la Cámara de Diputados a nivel federal, de la legislatura del congreso local y de los presidentes municipales en Chiapas.

Esta es una buena oportunidad para ejercer la ciudadanía, y en cada oportunidad hablar con claridad a los que aspiran a ser representantes populares.

Doble preocupación se podría dar, si en lugar de aceptar el diálogo con los candidatos de los diferentes partidos políticos, la ciudadanía optara por no salir a votar como sucediera en Coahuila.

Una forma de trasformar a Chiapas es precisamente saliendo a votar, para respaldar un proyecto y una propuesta de representación popular, a la que se le pueda demandar atención a los problemas populares.

Si los ciudadanos no generan este compromiso con la nueva representación popular, seguramente se van a repetir las historias que hasta ahora se han vivido.

De pronto ya no se sabe a quién o a quienes representan los diputados y los senadores. Desde luego al pueblo seguramente no.

El proceso electoral del 2021 será trascendental, por qué finalmente se podrá registrar si los mexicanos, ya alcanzaron la calidad de sujetos políticos y si ya están preparados para participar en las decisiones democráticas.

Más de alguno propone que el primer rechazo que debe observarse es en contra de aquellos que van a buscar la reelección, y en contra de los plurinominales. Ambos, por los intereses que representan, son los que vienen extinguiendo el papel y la trascendencia de la representación popular.

La pregunta que más de alguno se hace, es que, si se acaban los paradigmas constitucionales, se pone fin a la división de poderes, se acaban los pesos y contrapesos y se tuerce el papel de la representación popular; ¿Qué es lo que habrá de sustituir a estos que son elementos sustanciales de la república? ¿Cómo será el diseño de la nueva democracia? Son preguntas que merecen ser atendidas y respondidas.

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