Anamari Gomís
Varios fantasmas recorren el mundo, no es uno solo. Pensemos en las migraciones en todos lados, en la pobreza, en el deterioro de las clases medias, en personajes como Donald Trump que puede llegar de nuevo a la presidencia, en la perversión de Putin y, desde luego, estemos atentos a la vida en el planeta.
Las manifestaciones en varias universidades estadounidenses contra los ataques de Israel en Gaza, como respuesta a los brutales asesinatos cometidos por el grupo terrorista Hamas el 7 de octubre de 2023 en un Kibbutz en Israel y en un “rave” en el desierto, es la respuesta de muchos jóvenes a la venganza del primer ministro Benjamín Netanyahu, por la que todos los días mueren palestinos. Pero hay mucho más, sino es que se trata de una lucha global por el cambio climático, la exacerbación de políticas de derecha populistas, así como de las izquierdas minadas por discursos que ya no tienen significado y que terminan por convertirse en dictaduras. Quizá no lo tengamos del todo claro, pero el mundo no va bien. Crece el racismo, amenazan nuevas pandemias. Por lo pronto, los universitarios en los Estados Unidos defienden con legitimidad a los palestinos, pero esto, desgraciadamente, despierta el antisemitismo que creíamos sepultado. Me parece pavoroso.
Según el historiador israelí Yuval Noah Harari, el propio Israel ha fatigado años de políticas equivocadas y acabará exponiendo a su país, lo mismo que a toda la región del medio oriente, a graves peligros.
En México, la respuesta de los estudiantes de la UNAM no se ha hecho esperar. En compañía de académicos, ex egresados y trabajadores universitarios, los alumnos acordaron exigir un boicot a las empresas israelíes en el país e instalarán un campamento a favor de Palestina en el campus de la Universidad. Solicitarán al gobierno que rompa relaciones con Israel, como medida principal.
Me parece lógico el respaldo de los estudiantes mexicanos a los palestinos, pero aquí muchas aguas contaminadas entrarán al estanque de los activistas: grupos políticos, porros y el cántico de la densa polarización que ha creado el gobierno de la CuatroTé.
En Estados Unidos existe, en general, entre los estudiantes universitarios, una lucha por la justicia, por lo pronto en Gaza, y por la morosa desigualdad. Curiosamente no se pronuncian por la también siniestra guerra en Ucrania, como tampoco lo han hecho los estudiantes mexicanos. Desde que Putin invadió a los ucranianos, se percibe entre algunos mexicanos un extraño apoyo a Rusia, como si ésta fuera hoy, con Vladimir Putin, el país del socialismo por antonomasia. Su presidente es un dictador, un asesino, un mafioso, un ex agente turbio de la KGB. Es un digno hijo de Stalin. No sé de dónde sacan la empatía con el personaje, que, por cierto, mucho y muy bien impresiona al presidente de México, aunque no lo diga.
Por otro lado, Netanyahu no se arrepiente de sus errores, va derecho y no se quita. Harari opina “que debió profundizar su alianza con las democracias occidentales, fortalecer la cooperación con las fuerzas árabes moderadas y trabajar para establecer un orden regional estable. Pero optó por la represalia”. No en vano lo compara con Sansón, en un artículo del diario israelí Haaretz. La ira y el desafío hicieron perder tanto al personaje bíblico como a quienes lo rodeaban.
Netanyahu no ha podido recuperar a los rehenes que tomó Hamas, sino que, además, continúa Harari, provocó un drama humanitario a los 2.3 millones de palestinos en la Franja de Gaza, territorio hoy completamente devastado. Llegará un momento en que las democracias occidentales y los Estados árabes moderados no tercien ya más por vías militares y diplomáticas e Israel se quedará solo.
En Estados Unidos, los jóvenes universitarios quizá quieran recuperar un pasado de lucha por la justicia, como durante el activismo en los años sesenta por los derechos civiles en favor de los afroamericanos.
En México no tengo claro el panorama. Resulta obligado que los jóvenes defiendan a los palestinos, pero sería oportuno que también se preocuparan por los ucranianos. También se trataría de que, en cuanto a México, los estudiantes pusieran en tela de juicio las Reformas que quiere imponer López Obrador, detenidas hasta ahora, y que conseguirían un presidencialismo absoluto, sin la participación de un verdadero poder judicial y de la pluralidad legislativa. Estas Reformas las avala su candidata Claudia Sheinbaum, misma que no se digna a hacer contacto visual durante los debates con la candidata Xóchitl Gálvez y que ofrece datos falsos, uno tras otro, sin que se le salga un chino del pelo.
Es decir, que los estudiantes que se manifiestan contra el horror en Gaza no observan los obstáculos dentro de sus propios países. ¿Por ejemplo, qué dicen en las universidades norteamericanas del regreso a la presidencia de Donald Trump, el nefasto agente naranja?
En México, en concreto y por ahora en la UNAM, ¿qué piensan de la farsa de la Cuarta Transformación, que no ha transformado sino destruido el sistema de Salud, la selva maya, que dejó morir a varios mexicanos durante la brutal pandemia del Covid 19, que ha pateado el proceso de la ciencia, que ha rebajado el dinero de los becarios en el extranjero “porque regresan muy neoliberales”, que no puede con la tormenta diaria de violencia y que (ver en Nexos el artículo de Héctor de Mauleón) en realidad está coludida con cárteles del narcos, entre muchas atrocidades más.
Sin duda, apoyemos al pueblo palestino, pero trabajemos en contra del antisemitismo, y no olvidemos lo que ocurre en casa, en nuestro país.
Falta menos de un mes para las elecciones. OJO.