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Letras Desnudas

Mario Caballero

El senador Noé Fernando Castañón Ramírez ha crecido siempre bajo la sombra de su padre, el ex ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Noé Castañón León. Es de esas personas que nunca ha logrado nada porque no tiene méritos propios, sólo la suerte de haber nacido en cuna de oro en un país tercermundista como el nuestro, con más de la mitad de la población en situación de pobreza.

Con toda una vida en la Ciudad de México, creció en una mansión donde tuvo nanas, cocineras, choferes, sirvientas, guardaespaldas y una educación en colegios particulares e institutos de renombre.

Al finalizar sus estudios consiguió un empleo en la capital del país por recomendaciones de su padre, pero fue despedido poco tiempo después. Los rumores de su destitución aludieron a actos de mala conducta, prepotencia y acoso laboral. Al quedar desempleado, su padre, entonces secretario de gobierno en la administración de Juan Sabines Guerrero, lo trajo a Chiapas e impulsó su carrera en el PRI, logrando no sólo conseguirle en una diputación sino erigirlo presidente del Congreso del Estado en la LXV Legislatura. De ese tamaño era el poder del ex ministro.

Siendo legislador, Noé Jr. intentó aprobar una iniciativa de ley que le otorgaba facultades al Estado como órgano regulador del ciberespacio y los internautas. Es decir, el Gobierno de Chiapas tendría el derecho para sancionar, amonestar o penalizar todos los delitos informáticos.

Lo peor del asunto no era sólo la inconstitucionalidad de la ley, sino que Castañón Ramírez, en complicidad con altos mandos del sabinato, buscaba un manto constitucional que le permitiera espiar a los usuarios de internet y prevenir que grupos opositores y líderes de opinión y políticos atacaran al gobierno, principalmente al gobernador Juan Sabines.

La iniciativa, por fortuna, se malogró. Sin embargo, Noé “chiquito” dio entrada a otras medidas que tanto trasgredían los derechos humanos como violaban la constitucionalidad. Asimismo, fue cómplice del último préstamo que el Congreso local le autorizó a Sabines Guerrero, por cerca de 4 mil millones de pesos, que simplemente desaparecieron.

En resumen, el hijo del ex ministro de la Corte coadyuvó para que el parlamento chiapaneco se convirtiera en comparsa de los caprichos del hoy cónsul de Orlando, Florida.

DEFRAUDADOR FISCAL

El 3 de abril de 2016, se dio a conocer un listado de personas que escondieron miles de millones de dólares en paraísos fiscales.

De acuerdo con la investigación del periódico alemán Süddeutsche Zeitung, en conjunto con 400 periodistas del Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ), se trataba de los socios de la Firma Mossack Fonseca, un bufete de abogados en el país panameño que durante décadas ayudó a fundar empresas offshore para la evasión tributaria, tráfico de armas, de drogas, lavado de dinero y ocultamiento de activos.

En ese listado, en el que aparecían cientos de políticos, artistas, deportistas y narcotraficantes como Rafael Caro Quintero, estaba el nombre de Noé Castañón Ramírez.

Días después de ser revelada la lista, Noé Jr. difundió una carta pública a través de las redes sociales asegurando no haber tenido ni tener cuenta alguna en Panamá o empresas propiedad de Mossack Fonseca.

Dijo: “Mi patrimonio es únicamente producto de mi trabajo y que con absoluta transparencia se encuentra precisado en declaraciones patrimoniales que puntualmente he presentado ante los órganos de fiscalización de la federación y del estado de Chiapas”. Además, afirmó que fuera de lo declarado no poseía ninguna otra propiedad ni recurso.

“A disculpa no pedida, culpa admitida”. Castañón Ramírez se declaró culpable por sí mismo al rendir una aclaración que nadie le pidió. Empero, según las investigaciones tuvo -¿o tiene?- cuentas bancarias en Andorra e Islas Caimán. Y hasta se sabe que el 10 de junio de 2014 fundó la empresa Antoine Trading, mediante una intermediaria colombiana de nombre Catalina Torrente Carrera, quien la operaba desde la ciudad de Bogotá.

Dicha compañía fue dada de alta en la jurisdicción de Panamá, pero con domicilio físico en Beijing, China. Era, lógicamente, una empresa fantasma. En el colmo, Noé Castañón hizo figurar como socios a sus tres hijos menores, en ese entonces de 3, 6 y 8 años de edad.

SECUESTRO

El 22 de septiembre de 2016, el hoy senador de Movimiento Ciudadano, antes del PRI, cometió uno de sus peores atropellos.

Llegó a la casa donde vivían su ex esposa y tres hijos menores, ubicada en la zona de Santa Fe, Delegación Cuajimalpa, en la Ciudad de México. Eran las siete de la mañana. El transporte escolar hizo sonar el claxon para que salieran los niños. La señora Mayte López García salió todavía arreglando a dos de sus hijos para que subieran al autobús, cuando de repente fue atacada por cuatro hombres que la tomaron por los brazos y la metieron violentamente a su domicilio. A los niños los subieron en una camioneta negra.

Mayte López pidió en vano explicaciones a sus agresores. Hubo gritos, golpes y maldiciones. Todo eso ante los ojos de otro de los niños, un bebé, que estaba dentro del hogar.

Se dice que por medio de engaños a un juez del ramo familiar de la capital del país y en contubernio con el actuario del Juzgado Décimo Quinto de lo Familiar de la Ciudad de México, Castañón Ramírez irrumpió en la casa acompañado de varios guaruras de su padre, y sin mediar palabra ni presentar documentos legales, se llevó a la tercera criatura. Por declaraciones de la madre, se supo que los niños Noé, Fernando y León fueron trasladados por avión a Tuxtla Gutiérrez. Desde entonces, no sabe si los menores regresaron con su madre.

No es todo. También cuenta la señora López García que su ex esposo abrió su automóvil y sustrajo un documento en el que un Ministerio Público del Fuero Común ordenaba a Noé Fernando Castañón Ramírez no acercarse a ella ni a sus tres pequeños en virtud de la violencia y amenazas que éste había ejercido contra ella y contra su propia familia. Se burló.

En un vídeo de corta duración, difundido en noviembre de 2016, la joven madre cuenta que vivió sometida durante 12 años por su marido y que todo ese tiempo la privó de ver a sus familiares. Además, que éste sostenía una relación sentimental con su secretaria, quien fue su amante y cómplice, una tal Karen Damaris Palacios Zenteno.

¿ENTONCES?

Por tal razón, no puede Noé Castañón Ramírez salir en las redes sociales con el cuento de que está trabajando por el bienestar del pueblo de México cuando todo mundo sabe que, para empezar, el cargo senatorial que hoy ostenta no lo ganó a través de las urnas y que si tiene una carrera en la política es por las influencias de su padre. Es un tipo arrogante, sin vocación de servicio, que ha utilizado el poder y torcido la ley en su propio beneficio.

A la sazón, todo lo que diga no son más que esquelas de cinismo. Y si algo puede presumir en verdad es ser una celebridad de la defraudación fiscal y el secuestro.

Sin duda, la egolatría de Noé Castañón Jr. es como la vanidad de la muñeca Barbie, que se expresa al estar bien arreglada, ser delicada y tener mucho dinero.

@_MarioCaballero

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