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Letras Desnudas

Mario Caballero

El tema que tiene captada toda la atención del país es, y con justa razón, el hackeo a los servidores de la Secretaría de la Defensa Nacional. No es para menos. La situación es extremadamente grave y aunque en Palacio Nacional quieran minimizar el asunto, incluso afrontarlo con sorna, claramente tiene a todos preocupados.

¿Cuántas cosas no conoceremos los mexicanos a partir de esta increíble y portentosa sustracción de datos e información del gobierno, mucha de ésta clasificada como seguridad nacional? ¿Cuál será el impacto político que tendrá este evento y las consiguientes revelaciones en el gobierno federal? ¿Las cabezas de quién o quiénes rodarán? ¿De qué escándalos de corrupción nos enteraremos? ¿Qué tan afectada quedará la imagen del presidente y qué tanto quedará en riesgo la continuidad de la 4T para 2024? Pronto lo sabremos.

Mientras tanto, la maldita duda, si la Sedena siendo la Sedena, que debía considerarse a sí misma un objetivo natural de ataques cibernéticos dada su importancia en la estructura de gobierno, fue vulnerada, ¿qué tan seguras pueden estar el resto de las instituciones… y la sociedad misma? Si esto sucedió con este poderosísimo organismo, entonces en cualquier momento cualquiera de nosotros puede ser víctima de un hackeo de información personal que puede ser mal utilizada por bandas criminales para extorsionar o defraudar a nuestros familiares o terceros.

Por lo delicado del asunto, es más que obvio que haya mucha atención en todo ello. Sin embargo, no es a lo único que medios de comunicación y sociedad deberían estar enfocados. Hay otros temas, quizá no igual de graves, surgidos en los días recientes, que también merecen la atención y el mismo nivel de discusión pública. Me refiero a la satanización y criminalización de los críticos del poder.

EL 2 DE OCTUBRE

Desde que entró en funciones el actual gobierno, insultar a todo aquel o aquella que se atreva a cuestionar las decisiones y los resultados de la 4T se ha convertido en el deporte nacional. El caso más reciente sucedió precisamente durante la marcha conmemorativa del dos de octubre pasado.

Un grupo de personas, en su mayoría jóvenes, corrieron a punta de insultos y empujones a la escritora y periodista Denise Dresser.

Los videos del asunto se hicieron virales en redes sociales. En uno de estos se ve a varios muchachos, algunos con el rostro cubierto, gritándole todo tipo de improperios a Dresser, que ya se encontraba retirándose del Zócalo capitalino. Entre el griterío se oye claramente una voz, de hombre, diciendo: “Ay, señora, ¿por qué viene a provocar?”.

No tengo el gusto de conocer a Denise. No obstante, he leído uno de sus libros y durante muchos años he seguido su activismo social y su labor periodística, que me parece de primera línea. Escribe con claridad, sus ideas son inteligentes, es creativa al momento de desarrollar cualquier tema, tiene un manejo profesional de los argumentos, debate con datos en la mano y lo mismo ha cuestionado a Morena que al PRI, PAN, PRD, PVEM, PT y a los gobiernos de Fox, Calderón, Peña y López Obrador.

Por tanto, no sé si el hecho de que la hayan llamado provocadora sea un insulto o una descripción. Pues con sus artículos ha provocado a gobiernos y presidentes por igual. Provocándolos a actuar con transparencia, a ser responsables de sus errores, exigiéndoles justicia por los 43 desaparecidos de Ayotzinapa, demandándoles que se respeten los derechos de las mujeres, pidiendo castigo para los funcionarios salpicados de corrupción, que sean protegidas las instituciones democráticas, levantando la voz por garantías a la libertad de expresión, entre otras muchas causas sociales.

A todo esto, no es la primera vez que ella participa en una marcha del dos de octubre, pero sí es la primera de la que la echan. Es más, ha marchado con los grupos de mujeres que buscan a sus hijos desaparecidos, ha estado en las protestas de los padres de niños con cáncer, en las muchas manifestaciones por la paz durante los sexenios pasados, etcétera.

Por lo mismo, es un despropósito descomunal que le hayan gritado “oportunista”, “ideóloga del PRI”, “pinche vendida”, “se te olvidan los muertos”, “te vienes a burlar de nuestra lucha”, “vete a Polanco”, entre otras lindezas. Pero todas estas frases, absolutamente, están cargadas de ignorancia: desconocen la trayectoria profesional de Denise y su activismo a favor de muchas causas de la sociedad mexicana.

¿Se vale que un crítico del poder sea tratado de esta manera? Claro que no, pero en un país de libertades como el nuestro está permitido, siempre que no trasgreda los límites de la ley.

LA CAUSA

Esta situación sui géneris en los tiempos actuales tiene su causa en el abuso de palabra y abuso de poder de los que ahora gobiernan, que responden a cada cuestionamiento con un insulto. No sólo eso. También permiten e invitan a que otros lo hagan. Ahí el porqué de que las redes sociales se hayan convertido en la plataforma preferida para “trolear” y difamar a intelectuales, periodistas, escritores, académicos, científicos, artistas, líderes políticos, et al, que piden explicaciones sobre las distintas decisiones gubernamentales o que simplemente cuestionan los asuntos de interés público.

Hoy, la clase gobernante en lugar de abrir el debate, polariza; en lugar de explicar y rendir cuentas por las acciones tomadas, descalifica, ofende y lanza epítetos impunemente.

Al periódico Reforma le han llamado “boletín del conservadurismo” y “pasquín inmundo”; al prestigioso escritor Gabriel Zaid, “acarreado”; al historiador Enrique Krauze, “conservador”; al también escritor y politólogo Jesús Silva-Herzog Márquez, “secuaz de la mafia del poder”, “fifí”, “articulista conservador con apariencia de liberal”, y a todos los que no son partidarios de la 4T, “traidores a la patria”.

PELIGRO

México no puede ser la República del insulto, de la intolerancia y del odio promovido desde Palacio Nacional.

¿Quiénes son los que injuriaron a Denise para correrla y para decidir quién sí o quién no puede participar en una marcha? ¿Quiénes son los que censuran a un periodista por revelar casos de corrupción y abusos de poder en los que están implicados miembros de la Cuarta Transformación? Peor todavía, ¿qué se creen los que fomentan la censura y las campañas de odio?

Como Antonio Attolini, que después de la expulsión de Dresser, tuiteó: “Cuando llaman tonto al pueblo de México por ‘no darse cuenta’ los becarios de la oligarquía, pasa esto: su tonta provocación es repudiada por el mismo Pueblo del que se burlan. Ni Dresser ni Lecona engañan a nadie, farsantes”. Vaya mensaje de uno de los cuatroteístas, digno de un fascista.

Esta situación debe cambiar. Por el bien del país, de la democracia y la paz social. Porque esto en lugar de abonar a la transformación de la vida pública nacional está exacerbando la violencia en este país asolado por las muertes y las balas del crimen organizado.

Urge una convocatoria nacional a la concordia y la unificación del país desde Palacio Nacional, ya que de continuar así hay muchos riesgos para todos. Como el que expuso Denise en su respuesta a la infamia en su contra: “quienes me corrieron ponen en peligro el pluralismo que toda democracia debe respaldar”.

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