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Letras Desnudas

Mario Caballero

No es tiempo para reír

Los mexicanos somos una especie sui generis. Incomparable. Irrepetible, dirán. Única en su tipo. Un distintivo inconfundible es que tenemos la capacidad de burlarnos hasta de nuestras propias tragedias, y una de nuestras tragedias es precisamente eso.

El internet vino a revolucionar el mundo de la comunicación y en buena medida hizo más fáciles muchas de nuestras labores cotidianas como el trabajo y el estudio. Las redes sociales nos permitieron interconectarnos con gente que de otro modo quizá nunca hubiéramos conocido y, a su vez, expresarnos sin cortapisas. Aunque nadie negará que en buena medida se ha hecho un uso equivocado de estas poderosísimas herramientas.

Muchas veces las redes son nuestra válvula de desahogo, sea cual sea el sentir. Invadimos las pantallas con chistes, llamados memes. Hace unos días, miles de personas vimos la imagen del avión presidencial estacionado frente a una pequeña vivienda o dentro del cajón de un cuarto de hotel. “Rifemos la presidente, quedémonos con el avión”, decía otro. En una mañanera, López Obrador ríe a carcajadas y expresó que “los memes son geniales, están buenísimos (sic)”.

Pero, más allá del chascarrillo, ¿cómo reírse cuando el Inegi reporta que cada mes hay cincuenta suicidios infantiles? ¿Cómo si una nota periodística del domingo pasado cabeceó: México busca a once mil niños desaparecidos? Por otro lado, hay 10 mil cráneos y 200 mil fragmentos humanos en análisis. Mientras, por otro lado, el presidente y su desdichada rifa.

Ahí le van otros datos: el primer año de la administración de López Obrador hubo alrededor de 35 mil homicidios, de los cuales la tasa de impunidad es de 98%, además hubo 340 mil empleos menos que en 2018, es decir, miles de familias que no tienen el sustento diario. En ese mismo periodo la inversión privada tuvo el peor retroceso en seis años, y la inversión pública se contrajo 11.1 por ciento, motivos que propiciaron el estancamiento en la actividad económica. ¿Risas?

Otros más: mientras algunas agencias de calificación financiera pronostican un crecimiento económico en 2020 de tan sólo 1%, organismos como el Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico argumentan que el país crecerá sólo 0.6% a causa de la debilidad de la inversión, el bajo consumo privado y la inestabilidad del mercado laboral. Moody´s indica que 2021 puede ser todavía más crítico si la actual administración sigue recortando el presupuesto de por sí ya bastante macheteado. Recordemos que en 2019 hubo crecimiento nulo (0.0%). Ojalá que el T-MEC traiga certidumbre a ciertos sectores de nuestra economía.

Van otros más: el gobierno federal ya se acabó la mitad del Fondo de Estabilización de Ingresos Presupuestarios, que es un ahorro del que dispone el Estado mexicano para compensar desajustes que pudiera sufrir el presupuesto del gobierno y así cumplir con el gasto planeado. En palabras simples: es un dinero guardado que se utiliza para no afectar las finanzas del país cuando el gobierno no obtiene los suficientes ingresos para cubrir los gastos. Por ejemplo, buena parte de esos ahorros ya fueron utilizados para pagar deuda de Pemex. Hasta el momento, ya se gastaron 145 mil millones de pesos de ese fondo.

Lo grave del asunto es que según estimaciones la recaudación caerá este año. A la sazón, qué pasará cuando ya no haya dinero de donde agarrar, ¿de dónde van a sacar para los proyectos titánicos de la cuarta transformación? A ver, que alguien cuente un chiste.

Hablemos del sector salud. En 2019, se presentaron las siguientes crisis: retraso de pagos para médicos residentes, la virtual quiebra del Issste, desabasto de medicinas contra el VIH, cerraron decenas de unidades médicas en todo el país, falta de insumos en el Hospital de la Mujer y falta de medicamentos para niños con cáncer. Esas mismas dolencias siguen hasta el día de hoy. Mientras tanto, el presidente dice que el avión se vende, se renta o se rifa, pero que no se subirá.

Algunos califican a AMLO de genio de la comunicación. Que desde que salió con la rifa del avión ya no se habla de escasez de medicamentos, del desastre que resultó el Instituto de Salud para el Bienestar (Insabi). Pero, ¿acaso importa la novela del capricho presidencial cuando el sistema de salud está enfermo y la gente muere en una cama de hospital por falta de medicinas, por no tener para pagar los caros tratamientos contra el cáncer y otras enfermedades graves? ¿A eso se refieren cuando dicen que es un genio? ¿Dan ganas de reír?

Expertos en la materia, como Julio Frenk y Octavio Gómez Dantés, mucho insistieron en advertirnos sobre los enormes riesgos de desaparecer el Seguro Popular, que atendía a más de 53 millones de mexicanos pobres con 65 operaciones de alto costo. Hoy todas esas personas están a la buena de Dios porque el Insabi, que no tiene ni siquiera reglas claras de operación, no logra cubrir lo que según el presidente no era ni seguro ni popular. Lamentablemente, ya estamos aquí. ¿De qué hacemos chiste?

Me olvidaba, tomando en cuenta el presupuesto de egresos de este año, no son prioridades para la cuarta transformación la seguridad, la inversión, la mejora sustantiva de la educación, la salud, la procuración de justicia y la organización de las elecciones. Al reducir los recursos a varias secretarías y darles aumentos marginales a otras de vital importancia, el gobierno federal nos arrincona a seguir situados en los estándares más mediocres de calidad educativa, a otro año de estancamiento económico, a ser una nación de enfermos, a dar un salto atrás en la democracia que nos ha costado tres décadas construir y fortalecer, y a más muerte, más violencia y más impunidad.

¿Cómo reírnos cuando el régimen que prometió llevar a las familias mexicanas a una mejor situación de vida está destruyendo las instituciones que sí funcionaban y tratando de someter a México con la nueva reforma que busca limitar el juicio de amparo con tal de eliminar esa histórica fórmula jurídica que ha impedido muchos abusos de poder y algunos de la 4T?

DARLE VUELTA

Es bueno seguir el consejo que al mal tiempo, buena cara. Muchos investigadores alegan que la risa tiene poderes curativos y ya hay muchos lugares donde la utilizan como terapia. Pero propongo algo: en lugar de burlarnos de nuestras tragedias mejor reclamemos justicia y solución. No digo que perdamos la gracia y la alegría, pero consideremos que el bienestar de miles de familias, la seguridad y la salud de millones de mexicanos está en riesgo.

Hace unos días, muchas personas se unieron en apoyo a un joven estudiante al que por condiciones de clase autoridades de la Universidad Intercultural de Chiapas le impedían cursar la licenciatura de Médico Cirujano a pesar de que había logrado colocarse en el lugar 21 de 80 puestos disponibles.

Se hicieron decenas de publicaciones en redes sociales reclamando el cumplimiento del derecho del joven; asimismo plantones y otros tipos de protestas. Y tras varios días de lucha, los funcionarios de la universidad reconocieron su error y se logró hacer justicia. Así, pues, Fabián de Jesús Santiz Arias se incorporó a sus clases a partir del 23 de enero.

Es un pequeño ejemplo de que la unidad de las personas, con un objetivo específico, puede remover la opinión pública, ésta convertirse en presión política y, finalmente, en beneficios para la comunidad.

Estos no son tiempos para reír, sino de unidad. ¡Chao!

yomariocaballero@gmail.com

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