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¿Nueva estrategia en seguridad?

Razones

¿Nueva estrategia en seguridad?

Jorge Fernández Menéndez

Es una percepción, pero está basada en datos duros. Hace ya algunas semanas que dijimos que la estrategia de seguridad del gobierno federal, aquella de abrazos y no balazos, había sido dejada de lado. Probablemente desde meses atrás, esa estrategia, condenada al fracaso, se estaba revisando y se estaba, se está, actuando en otro sentido. Algo de eso ya lo adelantamos en el libro La Nueva Guerra, del Chapo al fentanilo (Grijalbo, 2020) que acabamos de publicar.

Vamos a los datos duros: en 2020, la Sedena detuvo a 23 narcotraficantes importantes y a 43 operadores relevantes de distintas organizaciones criminales. Las estructuras criminales más afectadas, en ese orden, fueron el Cártel de Santa Rosa de Lima, el del Noreste, el Cártel Jalisco Nueva Generación, Guerreros Unidos, los Beltrán Leyva, el cártel del Pacífico o Sinaloa, el del Golfo, Gente Nueva de Sinaloa y los Aztecas (ligados con los de Juárez).

Pero esos datos deben cotejarse con otras cifras. Más allá de los decomisos realizados por la Guardia Nacional o la Marina, la Defensa tuvo una muy concentrada actividad de desmantelamiento de laboratorios de fentanilo. En 2020 se desmantelaron 45 laboratorios, la enorme mayoría de ellos relacionados con el cártel de Sinaloa. Sólo en octubre, en Culiacán, se desmantelaron 15 laboratorios de fentanilo. En esos procedimientos se decomisaron 974 kilogramos puros de fentanilo, un millón 874 mil 287 pastillas, tres mil 45 ampolletas. En algunos de esos laboratorios también se decomisó una gran cantidad de metanfetaminas: 32 mil 240 kilogramos. Hubo también plantíos erradicados: 19 mil 398 de marihuana y 77 mil 158 de amapola, se decomisaron 15 mil 424 kilos de cocaína.

Si vemos el escenario de las principales detenciones también podemos observar como en la segunda mitad del año las mismas se aceleran con golpes más duros contra los principales cárteles. En los primeros meses, las principales detenciones giraron en torno al cártel de Santa Rosa de Lima: en enero fue detenida Karina, una de las parejas de El Marro y en febrero, La Vieja o Fabián, otro importante operador de El Marro. Pero en febrero hubo un golpe muy importante que no tuvo mucha repercusión mediática, la caída de El Takia uno de los principales operadores del cártel del Noreste, un grupo de enorme generación de violencia en Tamaulipas.

En abril fue detenido Edgar, uno de los principales operadores del Cártel Jalisco Nueva Generación, clave en la importación de cocaína en el sur del país, con fuertes conexiones en toda Centroamérica. En mayo se dio una de las detenciones más importantes del año, también con poca repercusión mediática: fue detenido Luis G, apodado El Tío, uno de los jefes históricos del cártel de Juárez, y de los Aztecas y responsable de hechos tan graves como el asesinato de funcionarios del consulado de Estados Unidos en Juárez y el asesinato de los jóvenes de Villas de Salvárcar y de masacres en distintos centros de rehabilitación en esa misma ciudad.

Entre junio y agosto fue prácticamente desmantelado el cártel de Santa Rosa de Lima, con las caídas de familiares, parejas, operadores y del propio Marro. Pero en junio hubo otra caída importante, esta vez del CJNG: fue detenido Armando N, apodado Máximo o el Delta 1, jefe de sicarios de esa organización en Guadalajara. Días después, en julio, fue detenido el Ingeniero, también de los principales operadores del CJNG. Era el responsable de buena parte del tráfico de drogas hacia Estados Unidos, donde colocaba cinco toneladas de drogas al mes, con una utilidad de aproximadamente 25 millones de dólares mensuales. Manejaba un grupo de sumergibles desde Costa Rica a México.

En agosto cayó una de las mujeres más importantes del narcotráfico, La Teniente, operadora del Cártel del Noreste, encargada de sicarios, halcones y extorsiones de ese grupo criminal.

En septiembre cayó toda una banda que asolaba el norte de Sonora, ligada con un grupo del cártel de Sinaloa, se apodaban Los Siete Demonios y eran un factor de enorme violencia en toda esa zona de la frontera.

En noviembre, el CJNG sufrió otro duro golpe: cayó Agustín, Don Guty o El 14, quien controlaba toda la costa norte de Jalisco e incluso la compra de armamento en Estados Unidos. Era un operador histórico de Nemesio Oceguera, El Mencho.

Entre octubre y noviembre se suceden los desmantelamientos de talleres de fentanilo en Culiacán. Se había dado un golpe muy importante en agosto, con la caída de un personaje llamado El Dany, pero en octubre cae el laboratorio de Auduberto Flores Rendón, el Profe, donde se producía media tonelada mensual de pastillas de fentanilo, con utilidades de 25 millones de dólares mensuales. El 5 de noviembre cae otro laboratorio con tres mil kilos de metanfetaminas. El 9 de noviembre un laboratorio con 40 mil pastillas de fentanilo. Y en los días sucesivos caen otros cuatro laboratorios.

En el libro La Nueva Guerra me dijo el secretario de la Defensa, el general Luis Crescencio Sandoval, que sólo había recibido dos órdenes del presidente López Obrador: que no se violaran derechos humanos y que se redujera todo lo posible el índice de letalidad. Todas estas detenciones, decomisos y desmantelamientos, se realizaron, salvo excepciones muy concretas, sin disparar un solo tiro.               

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