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Evaluación de la Educación Pública en AL

Ulises Lara López

Luego de dos años de cierre de escuelas, en América Latina y el Caribe, cuatro de cada cinco alumnos de sexto grado no alcanzan el nivel mínimo de comprensión lectora, así lo precisa el reciente informe “Dos años después: salvando a una generación”, publicado por el Banco Mundial y UNICEF, en colaboración con la UNESCO.

En el crítico contexto de rezago educativo, otro informe también de reciente publicación, elaborado por el Banco Mundial, UNESCO, UNICEF, FCDO, USAID y BMGF: “Situación de la pobreza de aprendizaje a nivel mundial: actualización 2022”, muestra que, en términos comparativos, la crisis educativa en América Latina y el Caribe coloca a la región en el segundo peor lugar a nivel mundial.

Así, a consecuencia de la peor crisis la educación y el aprendizaje en el mundo, el 70 % de los niños de 10 años de edad, en países de ingreso bajo y medio -condiciones que se cumplen en América Latina y el Caribe- no pueden leer y comprender un texto simple.

Hasta antes de la pandemia, en América Latina y el Caribe ya se tenía un lamentable rezago educativo pero los resultados contenidos, en ambos informes, representan un agravamiento sustancial e implican una nueva y alarmante situación, ya que el aprendizaje podría haber retrocedido más de diez años.

En el informe “Dos años después: salvando a una generación”, se recalca que las pérdidas de aprendizaje podrían costar a los alumnos de hoy una reducción en sus ingresos del 12 por ciento a lo largo de su vida.

En ese sentido, el director regional de UNICEF para América Latina y el Caribe, Jean Gough. Ha sostenido que la región perdió más de diez años de avances en términos de aprendizaje a causa de los dos años de cierre de escuelas por COVID-19 y que la catástrofe educativa no para. “Si bien la mayoría de las escuelas de la región han reabierto, demasiados niños no han podido regresar a la escuela a tiempo completo, y muchos de los que han regresado están perdidos. En ambos casos no están aprendiendo. Cerrar los ojos ante la crisis educativa más severa jamás enfrentada por la región perjudicará a los jóvenes de hoy y a todos nosotros a largo plazo”, indicó el funcionario de organismo internacional.

Lo cierto es que estos informes evidencian que a lo largo de América Latina y el Caribe, se abre una mayor desigualdad y una crisis generacional, donde los que niños y jóvenes son los más vulnerables por la pérdida de aprendizajes.

Esta situación solo es superada, lamentablemente, por la región de África Subsahariana, donde existe una tasa más alta de pobreza de aprendizaje, con nueve de cada diez alumnos que no pueden leer y comprender un texto simple al final de la primaria.

La gravedad de la situación, insta a los gobiernos a enfocar inmediatamente sus políticas en dos estrategias esenciales: regresar a la escolaridad y recuperar el aprendizaje perdido.

Por una parte, el regreso a la escolaridad debe completar la reapertura de todas las escuelas de forma sostenible, reinscribir a todos los estudiantes y evitar la deserción.

Por otra, en la recuperación del aprendizaje se deben priorizar las habilidades fundamentales en lectura y matemáticas, evaluar el nivel de aprendizaje, y poner en marcha estrategias y programas de recuperación del aprendizaje a gran escala, asimismo, se deben atender las necesidades de salud emocional, psicosociales de alumnos y docentes y las brechas digitales para enfrentar estos desafíos.

De acuerdo a los organismos multinacionales, hay cuatro acciones clave para ayudar a reencauzar el valor educativo de esta generación: uno, colocar a la recuperación educativa en lo más alto de la agenda pública; dos, reintegrar a todos los niños y niñas que han abandonado la escuela y asegurar que permanezcan en ella; tres, recuperar el aprendizaje y asegurar el bienestar socioemocional de los niños y niñas; cuatro, valorar, apoyar y formar a las y los docentes.

Dada la magnitud de los desafíos y la escasez de recursos, los países deben concentrar sus esfuerzos en los enfoques más eficaces en función de los costos para combatir la pobreza de aprendizajes.

En ello no se debe perder de vista que, si los niños no tienen habilidades fundacionales sólidas, es poco probable que adquieran las aptitudes técnicas y de nivel superior necesarias para prosperar en mercados laborales cada vez más exigentes y en sociedades cada día más complejas.

También, a decir de Claudia Uribe, directora de OREALC/ UNESCO Santiago, “la recuperación no puede significar volver a lo mismo, es necesario priorizar la educación en la agenda pública de las naciones, garantizando su adecuado financiamiento para poder realizar los objetivos propuestos”.

Derivado de ello, “lograr que los niños vuelvan a las aulas es solo el primer paso; si nos conformamos con eso, les quitaremos a millones de niños la oportunidad de alcanzar su máximo potencial. Todos los niños tienen derecho no solo de ir a la escuela, sino también de aprender mientras estén en ella, de adquirir las habilidades básicas que serán la base para que algún día logren un mayor aprendizaje y niveles de ingresos más altos, lo que a su vez respalda el desarrollo equitativo y el crecimiento sostenible”, ha indicado Robert Jenkins, director global de Educación de Unicef.

Lo cierto es que, en estos procesos, todos los actores de la sociedad, no podemos permitir que el aprendizaje se convierta en otra pérdida provocada por la pandemia de la COVID-19.

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