José Natarén
Tuxtla Gutiérrez, Chiapas
Hace unos días conversé con el poeta Efraín Bartolomé, como parte del ciclo de entrevistas Palabra en movimiento.
¿Qué imágenes de su infancia recupera?
-Todas las que aparecen en mis libros Ojo de jaguar, Toniná: una mirada hacia los cuatro rumbos, Testamentum y todas las que se cuelan y se filtran en los otros libros, donde aparentemente no se habla de la infancia pero que están ahí, dando su aroma y sus sabores esenciales al producto terminado, como sucede con los buenos vinos.
¿Qué significa Chiapas para Efraín Bartolomé?
-Mi madre, mi padre, mi corazón terrestre.
¿Qué significa la ciudad de México para el poeta?
-La Venus de las Cloacas pero también la gran formadora: terminé amando el monstruo.
¿Hubo un momento exacto en el que definió su vocación o en el que se determinó escribir desde el ámbito sagrado y mítico?
-Uno escribe con alma o produce resultados poéticamente fallidos, denigrados. En los primeros libros estaba el alma por delante, toda la carne arrojada al asador, pero había poca conciencia del sitio desde donde hablaba. Tras la experiencia de la muerte, registrada en Cuadernos contra el ángel, vino una especie de resurrección con la experiencia convulsiva de revelación, miedo, amor, deseo y aparente locura: el terremoto que me ordenó de nuevo y que produjo Música lunar.
¿Por qué es importante sostener una postura crítica como ciudadano y como creador de literatura?
-No sé si sea importante, somos tan pasajeros los humanos, pero sé que es inevitable en todo ente nacido de mujer. Además nos tocó, como a todos los hombres, malos tiempos en qué vivir, como bien dijo Borges. Por eso el espíritu hace crítica siempre, aunque esta no llegue a la expresión oral o escrita, aunque se quede en el pensamiento.
El poeta habla siempre desde su conciencia individual más íntima, desde el corazón de su conciencia, más allá de las ideologías, esas máscaras que dificultan y a veces impiden, mirar la realidad. El poeta es el niño que dice “el rey va desnudo” o “esa estrella fugaz es una lágrima corriendo por la mejilla de la Diosa”.
La crítica que vale está hecha con inteligencia, conocimiento, tiempo y azar. Y ya se sabe que el crítico mayor es el tiempo: es insobornable y solo salva lo que merece ser salvado.
Mi ideal es el crítico con espejo, el autocrítico, el riguroso con su propia creación, el intransigente.
¿Por qué es necesaria la crítica literaria?
-Los espejos son una maravilla tecnológica; o quizá desde antes, desde que Narciso se asomó a su imagen en el agua: permiten ver nuestros aciertos y nuestros defectos.
Aunque hay crítica en donde solo se ven las limitaciones y los errores del crítico.
De ahí el epigrama que dice “Perdona, Crítico, / nunca te haré caso. / Es tan fea tu mujer: / no puedo seguir tus pasos.” Espero haberme citado bien: es un texto que aparece en mi libro Avellanas.
La crítica que a mí me importa es la que acerca una obra a su lector y le muestra cosas que el ojo normal no alcanza a ver. Pienso en Baudelaire sobre Poe, en Pedro Salinas sobre Rubén Darío, en Méndez Plancarte sobre Díaz Mirón, entre otros.
Efraín Bartolomé
Nació en Ocosingo, Chiapas, el 15 de diciembre de 1950. Su obra supera ya los veinticinco títulos. En 1999 recibió la Ledig Rowohlt Fellowship en Suiza. En 2001 se le otorgó el International Latino Arts Award en los Estados Unidos. En 2002 fue elegido Stipendiaten por la Landeshauptstadt München Kulturreferat, en Alemania. En 2005, representó a México en la Primera Cumbre Poética Iberoamericana, en Salamanca, España. En 2019 le otorgaron el Premio Mundial de Poesía “Veracruz Puerta de México”.
Su obra aparece en cerca de doscientas antologías, nacionales y extranjeras. Hay traducción de poemas suyos al inglés, francés, portugués, alemán, italiano, gallego, árabe, japonés, macedonio, maya peninsular, náhuatl y esperanto. Pertenece al Sistema Nacional de Creadores de Arte.
