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Una vida, con vida… Luis Eugenio Muñiz Guillén

Jorge Éver González Domínguez / Chiapa de Corzo, Chiapas jevergonzalez@gmail.com

Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, 1973.
Estudió en la escuela primaria urbana federal vespertina “Naciones Unidas”, en Tuxtla Gutiérrez.
La secundaria la realiza en la Técnica No. 2 “Prevo” Turno Vespertino, y en el Centro de Bachillerato Tecnológico Industrial y de Servicios No. 233.
Estudió en el Instituto Tecnológico de Tuxtla Gutiérrez (I.T.T.G.) en Turno Mixto, la Carrera de Ingeniería en Sistemas Computacionales (1992-1997), Dibujo Técnico, entre otras.
Ha sido secretario general del C.E.E. de la Unión Sindical de Auto transportistas Discapacitados del Estado de Chiapas (U.S.A.D.E.CH.).
Miembro del Órgano Técnico Auxiliar de la Coordinación General de Transportes en el Estado de Chiapas.
Actualmente es Corresponsal de WCN Televisión en Chiapa, Embajador de la Rima Jotabé.
Autor de los libros: Filosofía de un discapacitado “una perspectiva diferente de ver la vida”, A la sombra de la ceiba, Eugenismos Zero… “Punto de partida a la filosofía universal”, Susurros al ser, Café para dos, Polvo de estrellas, Opus dei, Verbatim (palabra por palabra), Universus (universos paralelos), In flammae universum , Mazatlán sin ti, entre otras.

POETA NO SOY
¡No!
¡No soy un poeta!, tan sólo un hombre común y corriente,
soy sólo uno de tantos. Tan común como cualquier otro hombre
que ha nacido sobre la faz de la tierra, y tan corriente como la sangre universal
que recorre mis venas y alimenta la aorta hasta mover el corazón de quien sufre,
soporta y que ama. Tan universal como cualquier otro hombre que transita el espacio y el tiempo, dejando su huella al andar sin siquiera esperar que otros hombres sigan sus pasos.
¡No!
¡Yo no soy el poeta!, que escribe simplemente con la influencia de otros que lee.
No soy el poeta aquel que a la inspiración siempre espera perdiendo segundos, minutos y horas en vino y en vano y, que está siempre a merced de que llegue
esa chispa anhelada la cual considera su fuente divina que, lo conduce a tomar el papel, la pluma fuente y la tinta, para escribir en su mesa junto a un cigarro y café
esas dos o tres líneas.
¡No!
¡No soy el poeta!, que pierde sus días, sus noches…
su vida… esperando continuar el renglón, concluir otra hoja luego otra y otra,
hasta culminar esa obra que espera…

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