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El drama de las reelecciones en la UNACH

  • La decena trágica universitaria 
  • Un sueño frustrado por la ambición de poder
  • Las alianzas secretas del rector

(Segunda de tres partes) 

Agustín López Cuevas

En la primera parte de este artículo publicado el 01 de agosto del presente en este mismo rotativo, comentamos los problemas en que la Universidad Autónoma de Chiapas (UNACH) se vio envuelta por el hecho de que tres rectores buscaron continuar con su encargo por un periodo más, es decir, fueron “reelectos”.  Resultado: más de diez años de conflictos. Este periodo se conoció como la “Decena trágica universitaria” (1979-1989). Hoy, en 2022, estamos acercándonos a ese escenario por las mismas causas y por la obstinación de una persona que se empecina en continuar en el poder para mantenerse y mantener a sus incondicionales en el puesto, aunque se destruya esta noble institución educativa que es de todos los chiapanecos. 

Primero fueron los conflictos iniciados en el periodo del C.P. Federico Salazar Narváez. Recuerdo bien esos momentos; era 1979 y en la Área de Ciencias Administrativas (hoy Facultad de Contaduría y Administración campus I) y días antes que el rector Salazar Narváez había ofrecido su primer informe correspondiente a su segundo periodo, ya que continuaba en el puesto después de haber concluido el primero. Ese día de su informe anual de actividades, frente a los consejeros, usando la tribuna del momento, denunció que fuerzas extrañas empezaban a desestabilizar a la casa de estudios y lo confirmó con estas palabras:

«Es realmente indigno que cuando estamos entregados al trabajo, seamos distraídos o impedidos de hacerlo, por los embates de quienes buscan la destrucción de nuestra Universidad». 

Quince días después, un maremágnum de fuerzas destructoras cayó sobre la universidad, y ante el caos y la anarquía reinante, el rector Federico Salazar Narváez se vio obligado a renunciar a su encargo.  A partir de ese momento, la institución ya no tuvo sosiego en su interior.

Más adelante, otro rector prolongó su estadía con la “reelección”, el Dr. Heberto Morales Constantino (1982-1986), quien llegó con la intención de pacificar a la universidad y realizar grandes proyectos en beneficio de la comunidad. El día de su toma de protesta dijo: 

“Al aceptar de ustedes la misión de rector, quiero interpretarla como un mandato muy bien definido y concreto: El de promover y encontrar la paz entre nosotros, indispensable para la realización de cualquier plan de trabajo universitario, se trata pues, de volver la paz a la Universidad. La Universidad ha sido y sigue siendo el sueño de miles de chiapanecos…”

A pesar de que la administración rectoral del Dr. Heberto Morales Constantino fue una gestión que se distinguió por realizar una importante cantidad de proyectos detonantes del desarrollo de la universidad, como la fundación del Centro de Desarrollo de Recursos Humanos (Centro precursor de la licenciatura de Pedagogía y los Estudios de posgrado en la UNACH), la Biblioteca Central Universitaria, el Centro de Estudios Indígenas (hoy Instituto), los Talleres de Impresión (hoy Talleres Gráficos), desde donde inició una importante labor editorial, etc.

Sin embargo, por los problemas heredados de periodos anteriores, le fue imposible concluir su nueva encomienda para la cual había sido “reelecto” nuevamente. Después de haber sorteado huelgas, secuestros, persecuciones, tomas de edificios y un vandalismo generalizado cobijado por autoridades estatales en turno, el Dr. Heberto Morales finalmente el 14 de febrero de 1986 se vio obligado a renunciar, y en una emotiva carta enviada a la Junta de Gobierno y reproducida a través de la televisión local dijo, entre otras cosas: 

“…La Universidad chiapaneca ha sido ofendida, dividida, convulsionada por los mezquinos intereses de unos pocos. Pero la realidad, por triste que sea, está a la vista de todos.

Para no continuar siendo parte de esto que ya no es universidad sino objeto de ambiciones pútridas y bajas, he decidido presentar hoy, y así lo hago ante ustedes, mi renuncia al cargo de rector que me fuera conferido por la H. Junta de Gobierno. Esta renuncia es irrevocable…” 

Así, de manera abrupta, en medio de la incertidumbre, la comunidad universitaria recibía la renuncia del rector, como producto del desamor y enemistad reinante en la comunidad universitaria. A partir de ese momento, la institución caía, una vez más, en un vacío de poder y de incertidumbre. La violencia estaba en toda su magnitud. Luego llegaría otro rector, el Dr. Antonio García Sánchez, quien tan pronto asumiría el cargo, sufriría las presiones del poder, el acoso de los delincuentes intelectuales y la violencia de los grupos inconformes.

Hoy nos encaminamos a una situación semejante. El actual rector, Calos Faustino Natarén Nandayapa, se encapricha en continuar en un cargo al que nunca debió llegar. Las credenciales con las que se presenta para continuar en el puesto de rector y seguir destruyendo a la institución, son motivo de un análisis más detallado y elaborado por un grupo multidisciplinario de profesionistas que incluya a psiquiatras y especialistas en la conducta delincuencial. 

Como sabe que no lo aceptan más como rector, hoy recorre los campus de la UNACH presionando con su presencia para obtener firmas de las comunidades de los centros, institutos escuelas y facultades para presentarlas en su momento como prueba de que lo apoyan en la “reelección”. ¡Qué tipo!

Hoy, Carlos Faustino, hace alianzas y pactos secretos hasta con el mismísimo demonio con tal de permanecer en el poder.

Para estudiar su posgrado en España, recibió apoyo incondicional del entonces gobernador del estado Pablo Salazar Mendiguchía, a quien, después de haber concluido sus estudios, regresó y le dio la espalda. 

Para ingresar a la Universidad como profesor contó con la ayuda del entonces rector Jaime Valls Esponda; presumió que Santiago Nieto en ese entonces, titular de la Unidad de Inteligencia Financiera de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, fue quien lo “apadrino” para ser rector.

En Chiapas, hizo “migas” con el ahora senador de la república Eduardo Ramírez Aguilar y coquetea con él para asegurar la “reelección”. Lo mismo hace con el otro chiapaneco, el director General del Instituto Mexicano del Seguro Social Zoé Alejandro Robledo Aburto, incluso recientemente, y con el ánimo de pasar lista y hacerse el aparecido, prefirió ir a un evento organizado por Zoé Robledo con personajes de la política nacional, responsables de la educación superior y de salud, en lugar de asistir de las exequias de cuerpo presente de su entrañable amigo Juan Oscar Trinidad Palacios, evento que presidió el gobernador del Estado de Chiapas. Faustino le prende veladoras a ambos senadores, porque los ve como posibles relevos del actual gobernador. 

La llegada de otros personajes de la política como posibles candidatos a la presidencia de la república y la gubernatura del estado, lo tienen nervioso; por eso, desde la tribuna que tiene como Presidente del Consejo Regional Sur-Sureste de la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior, hace campaña para su reelección. Le apuesta a que Francisco Luciano Concheiro Bórquez, Subsecretario de Educación Superior, continué en la SEP y desde esa oficina surja la tronante “orden” hacia el ejecutivo estatal para que él, Faustino Natarén, continúe en la rectoría DE UNACH. 

En todas las alianzas que ha hecho siempre ha dejado un tufo de traición, pero de ese tema ya hablaremos más detenidamente. 

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