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El drama de las reelecciones en la UNACH 

  • Tres rectores, tres conflictos 
  • El desatino de Faustino 
  • Los pactos secretos del rector 

Agustín López Cuevas 

Qué lejos estamos del espíritu progresista del decreto número 98 publicado en el Periódico Oficial de Gobierno del Estado el 23 de octubre de 1974, mediante el cual se crea la Universidad Autónoma de Chiapas. En este documento se dan las directrices para que la UNACH se convierta en la máxima casa de estudios de los chiapanecos mediante el accionar de los planes y programas estudios y la participación de su comunidad para que sean la columna vertebral del desarrollo de la entidad. Hoy, esos sueños están truncados por la estulticia e ignorancia del rector en turno y su total desconocimiento de la historia de esta casa de estudios. Sí, me refiero a Carlos Faustino Natarén Nandayapa, quien se empecina en continuar como rector de la Universidad otros cuatro años más, a pesar del desastre en que tiene inmersa a esta noble institución. 

Faustino se olvida que tres rectores anteriores, a diferencia de él, trabajaron incansablemente para engrandecer a esta casa de estudios, pero debido a diversas circunstancias, cuando lograron la reelección, a pesar del trabajo realizado, la institución cayó en el caos total y mucho de lo alcanzado se fue a pique y la Universidad retrocedió años de progreso, y su prestigio se fue al caño. Pero también se olvida que Jaime Valls Esponda (2010-2014) intentó reelegirse; en el último minuto se inscribió al proceso y la Universidad estuvo a punto de incendiarse, por lo que prudentemente desistió de su propósito. 

Me estoy refiriendo al C.P. Federico Salazar Narváez+ (1975-1979), al Dr. Heberto Morales Constantino (1982-1986) y al Dr. Antonio García Sánchez (1986-1990). Todos ellos cumplieron su ciclo para el cual fueron designados y gracias a las metas alcanzadas, la Junta de Gobierno los designó nuevamente para que pudieran continuar con una encomienda semejante y concluir los proyectos pendientes.  

Pero no, no fue posible que estos tres personajes, a pesar del proyecto ejecutado, pudieran continuar y concluir su nuevo encargo al frente de rectoría de la UNACH. Por el contrario, el enfrentamiento fue la comida de todos los días; el caos en lugar de la gobernabilidad fue el resultado final y la crisis duró mucho tiempo. 

En 1979, a escasos cuatro años de iniciadas las actividades universitarias, la UNACH sufrió una profunda crisis política que duró una década (1979-1989). Se Llegó al borde del abismo; la locura por el poder político y el control presupuestal orilló a que, en medio de la división de la comunidad, se formaran dos juntas de gobierno; dos consejos universitarios, dos rectores, hechos de sangre, robos, saqueos, secuestros, incendios, huelgas, etc.; una gran crisis que nadie le veía el final. 

Al hacer un análisis de la historia de la UNACH, en una columna publicada en este mismo medio, Mario Caballero escribe: “la institución no siempre estuvo a cargo de un académico. El primer rector lo fue: Federico Salazar Narváez, un catedrático de renombre, prestigioso señor de la contabilidad que condujo a la Universidad por buenos caminos, la llevó al progreso implantando un sistema de enseñanza-aprendizaje que impactó en las diferencias sociales del estado al producir profesionistas que colaboraron en el avance científico, tecnológico y administrativo, temas de urgente necesidad en esos tiempos”. 

En el periodo de tres años del rector Federico Salazar (1975-1978), la universidad creció de manera acelerada. En esta etapa se generaron muchas dependencias y órganos de gobierno. Así terminó su primer periodo y gracias a su trabajo fecundo, se ganó lo que coloquialmente se conoce como “reelección” (recordemos que en la UNACH no existe elecciones y por lo tanto no puede haber reelección, pero sí continuidad por un periodo más).  

Luego vino la “reelección” y junto con ella el caos, la confrontación y la crisis de la universidad. Surgió una pugna para detentar el poder y la apropiación del subsidio universitario. 

Los universitarios vivieron una larga noche de pesadillas y confrontaciones. 

Repito, en 1979 y debido a la “reelección” del rector, la Universidad se convirtió en una platea de gladiadores; en un anfiteatro donde unos a otros se arrojaron veneno, suciedad y lodo. La comunidad universitaria fue arrastrada a un vendaval de esquizofrenia, se hirieron hermanos a hermanos y se agraviaron hasta la locura. 

Esos fueron tiempos difíciles, donde el buen juicio abandonó a los universitarios y la insania apresó a las mentes más lúcidas para hacerlas actoras de locuras. Todo al amparo y con la venia de las autoridades estatales en turno. 

Cuando los universitarios llegaron al fondo de la sinrazón, personas con mejor juicio vinieron, llamaron a unos y a otros y llevaron a todos a la sensatez y a la pacificación. 

Hoy estamos a escasos días de que esta historia se repita por la intransigencia de una persona que cree encarna a la institución; por el desatino de Faustino que se considera dueño de la voluntad colectiva y que imagina que solo su decisión prevalece y le apuesta a todo con tal de continuar en el encargo de rector. ¡Que insensatez, que locura, que estulticia! Y así se dice universitario; y así quiere continuar como rector. No, no lo logrará, porque la comunidad no lo permitirá. Y si por componendas con actores políticos poderosos lo lograse, los universitarios le cobrarán muy caro esta afrenta y la propia institución sufrirá las consecuencias de este desatino de Faustino.  

Hoy la UNACH, con una caterva de abogados gambusinos incrustados en puestos claves de la rectoría, ha perdido su identidad original. Carlos Faustino ha envenenado a la Universidad con una serie de decisiones que lesionan los derechos humanos de la comunidad universitaria y que pervierten sus funciones sustantivas; ha corrompido los cimientos universitarios y ha puesto a andar la “caja china” para distraer al gobernador y hacerle creer que todo va bien, cuando en realidad la universidad se destruye día a día. Por ese mismo sendero inicio la crisis universitaria surgida en 1979 y los universitarios necesitaron 10 años en recomponer el camino. 

Si, Carlos Faustino está utilizando una cortina de humo en la UNACH para distraer y traicionar al gobernador del Estado presentándole “indicadores positivos” de la Universidad, así como “avances” en el ranking universitario, mientras él, a espaldas del ejecutivo estatal se mueve en la ciudad de México, para hacer pactos políticos secretos con un alto funcionario de la Secretaria de Educación que le permitan perversamente continuar en el cargo. Pronto diremos cómo y con quien.  

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