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Carlos Matute González
 
¿Qué es el litio? De acuerdo con la Real Sociedad de Química de Reino Unido (RSC, por sus siglas en inglés), es un metal que se encuentra, principalmente, en salmueras naturales, pozos petrolíferos, agua de mar y campos geotermales. Es el metal más liviano conocido y cuenta con excelentes propiedades de conducción del calor y la electricidad (Expansión, 18-04-22).
¿Para qué sirve el litio? El principal uso del litio en México y en el mundo es en la manufactura de baterías, con el 39%; cerámica y vidrio, el 30%; grasas lubricantes, 8%; polvos fundentes de fundición en continuo y producción de polímeros, 5%; tratamiento del aire, 3%; y otros usos, el 10%, destaca un informe de la Secretaría de Economía.
¿Se explota el litio en México? En 2020, la entonces Secretaria de Economía, Graciela Márquez, declaró ante el Senado que “México no tiene el yacimiento más grande de litio… no produce litio, no hay un solo kilogramo que se produzca” (El Economista, 15-09-20).
Un año después, la dependencia anunció el destino de más de 50 millones de pesos en la búsqueda del metal ligero como fuente alternativa de energía y para justificar la inversión en el estudio de mercado correspondiente sostuvo que “sólo en 2018 las exportaciones mexicanas de litio equivalieron a 36 toneladas, con un valor de 652 mil dólares, mientras que las importaciones sumaron 195 toneladas por un monto de 3.8 millones de dólares” (El Sol de México, 18-09-21)
¿Es conveniente la explotación de litio? El mito del litio ha crecido en los últimos dos años tras la visita de los presidentes de Argentina y Bolivia. En el país del primero, la exploración, extracción y explotación la llevan a cabo particulares con base en una concesión y en el segundo una empresa gubernamental. Argentina exporta y obtiene divisas y Bolivia no.
La asimilación con el oro blanco es exagerada, pero redituable políticamente y, como toda actividad minera, es una actividad económica riesgosa en el que se requiere lustros y décadas de inversión para obtener una ganancia.
La falaz acción legislativa que nacionaliza al litio explota al inconsciente colectivo que desde la educación primaria muestra a un México como un país abierto en sus venas al capital extranjero de la industria extractiva que saquea los recursos naturales y minerales, sin retribuir nada a la población local y nacional. Un acto de propaganda efectivista, pero poco realista en términos económicos. Otro elefante blanco de la inversión pública.
La explotación del litio es conveniente en la medida que haya un gobierno que regule e imponga las condiciones conforme a las leyes para que parte de la renta de su explotación financie el presupuesto y otra porción se destine al desarrollo sustentable de las localidades en las que se encuentren las minas.
También, sólo será conveniente si el capital de riesgo lo aportan los particulares que obtengan las concesiones y hay un esquema racional de explotación que haga viable financieramente esta actividad minera considerando el pago justo al talento humano involucrado en la extracción del mineral.
En este contexto, hay mucho que hacer en las instancias públicas para transformar la riqueza mineral del subsuelo nacional en factor del desarrollo nacional sustentable y competitivo. No basta una ley aprobada al vapor por el ánimo revanchista por la derrota sufrida a manos de la oposición por el rechazo de la contrarreforma eléctrica propuesta por el Ejecutivo.
¿Es necesario nacionalizar el litio? No. Desde la promulgación de la Constitución de 1917 se declaró que la nación es propietaria de todos los minerales, incluido el litio por supuesto, y que éstos pudieran ser objeto de concesión en los términos de las leyes respectivas.
En este sentido, las modificaciones a la ley minera aprobadas en “fast track”, con base en lo dispuesto en la constitución, prohíben la concesión de la exploración y explotación del litio y convierten esta actividad extractiva en un monopolio gubernamental. En su caso, el gobierno deberá indemnizar a todos los concesionarios que demuestren que realizaron gastos e inversiones para llevar a cabo los fines de la concesión y todo bien afecto a la misma se revertirá en beneficio de la nación.
El litio también sirve para el tratamiento de las enfermedades mentales para el control en la fase aguda y evitar episodios de depresión con riesgo de suicido o trastornos afectivos por bipolaridad de la personalidad.
Esto me hace concluir que el gobierno necesitaba una dosis de litio para controlar los efectos de la derrota política en la Cámara de Diputados y tratar de enderezar sus baterías hacia las elecciones de las seis gobernaturas en juego en junio próximo. El nacionalismo como antídoto a los malos resultados de la gestión de la autollamada 4T requería del consumo de litio, pero tiene un gran inconveniente, le margen terapéutico es estrecho y la sobredosificación es tóxica, es decir, el uso excesivo de la ideología nacionalizadora puede ser un tiro por la culata. Cuidado.

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