Eduardo Campos Martínez
Trillado es decir que los jóvenes son el presente y el futuro de nuestra sociedad, este grupo poblacional en Latinoamérica representa, en promedio, la tercera parte de esta sociedad, por lo que su participación política y económica es determinante. Según las Naciones Unidas, se consideran jóvenes a las personas con edades comprendidas entre los 15 y los 24 años constituyen el 18% de la población mundial; según el Instituto de la Juventud de México, esta denominación aplica para personas de entre 12 y 29 años, para la medicina se cataloga a las personas entre 14 y 26 años como jóvenes.
Resulta interesante hacer un análisis de la edad promedio por país para intentar identificar la dinámica social en la que se encuentran. La edad mediana de países latinoamericanos oscila entre los 23.6 años de Nicaragua y los 35.8 años de Chile, pasando por los 29 años en México. En los Estados Unidos el censo 2020 revela que los 166 millones de estadounidenses menores de 40 años (millennials, generación Z y generaciones más jóvenes) representan el 50.7% de la población.
El país con la edad mediana más alta es Japón, con 48.7 años, seguido por países europeos como Alemania, Italia y Finlandia, en contraste, el país con mas jóvenes es la República de Niger con 14.8 años de edad mediana; África es el continente más joven, entre el 60 y el 70 por ciento de la población es menor de 30 años.
En la historia contemporánea grandes movimientos sociales han sido encabezados por movimientos juveniles, que permitieron cambios positivos en la sociedad mundial; por mencionar algunos tenemos: las movilizaciones juveniles de 1963 en contra de la guerra de Vietnam y los esquemas de reclutamiento obligatorio de la milicia norteamericana, protestas estigmatizadas desde el gobierno como, organizadas por una juventud con problemas de adicciones, fue el auge de la “ola hippie”. En 1968 el movimiento estudiantil de Francia que luchó, principalmente, contra el capitalismo y las estructuras políticas de esa época abogando por políticas socialistas y de menor prioridad a los más ricos, esto desató una efervescencia política juvenil en el mundo, marcando el incio de los movimientos estudiantiles. En 1976 en Sudáfrica, en el estado de Soweto,después de la públicación de una ley educativa que impedía el acceso a la educación superior a los estudiantes de color, se generó una protesta juvenil la cual fue reprimida y dejó más de 700 muertes; al paso de un año se permitió el acceso libre sin distinción racial. En 1989 en Tiananmen, China una lucha juvenil en contra del comunismo y los excesos represores por falta de libertad de expresión y participación política, movimiento que permitió que el régimen flexibilizara sus politicas en beneficio de los derechos humanos. También en 1989 la llamada Revolución de terciopelo gestada en Checoslovaquia, fue denominada así porque de principio a fin fue una protesta pacífica, este movimiento se opuso a las políticas soviétivas, principalmente, exigía procedimientos democráticos y la participación de otras fuerzas políticas. En fechas más recientes, a mediados del 2018, se conformó el grupo Juventud por el clima que reclama a los organismos internacionales su atención y acciones urgentes respecto a las catastróficas consecuencias del cambio climático, figurando a la vanguardia de dicho movimiento Greta Thunder, con disruptivos dircursos ante líderes mundiales.
En México, la importancia política de los jóvenes puede expresarse en la proporción dentro del padrón electoral, donde se identifican 25 millones 800 mil votantes entre 18 y 29 años de un total de 93 millones 200 mil. En una aritmética simple en el rango de 18 a 44 años se concentra el 56% del electorado mexicano. Las distracciones a las que se enfrentan los jóvenes de hoy, con la apertura de los medios de información, dan la percepción que la mayoría de ellos consideran que la política no es importante y no tiene influencia en su vida diaria, lo que genera apatía en su participación social, éste es un objetivo alcanzado por el sistema, jóvenes distraidos sin opinar en los temas de mayor relevancia de la comunidad. Para la mejora social es de vital importancia incentivar la participación política y social de los jóvenes, a la par invertir en más y mejor preparación académica que forme a un ciudadano crítico, pero principalmente propositivo.
