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Bienes culturales de México en el extranjero

¿Dónde están, están bien?

Juan Carlos Gómez Aranda

Durante más de tres mil años, en el territorio que hoy ocupa nuestro país se erigieron grandiosas civilizaciones cuyo alto grado de conocimiento de las ciencias y su sentido del arte siguen sorprendiendo al mundo. La magnificencia, diversidad y riqueza histórica de las expresiones estéticas prehispánicas ha despertado desde hace siglos el interés de amantes de la cultura, coleccionistas, exploradores y traficantes, quienes prosiguieron con el saqueo de magníficos ejemplos del genio y originalidad de nuestros pueblos, iniciado por los conquistadores españoles.

Destacadas colecciones como las de los museos británico, Etnológico de Viena o Qua Branly en París, o las depositadas en la Universidad de Uppsala en Suecia, la Biblioteca Pública de Nueva York, la Biblioteca de la Asamblea Nacional de Francia y la Apostólica Vaticana, así como cientos de acervos privados de los Estados Unidos y de Europa, poseen miles de estas piezas sustraídas de nuestro país.

En años recientes y gracias al esfuerzo diplomático y legal, pero también a la buena voluntad de personas e instituciones –entre las que destacan los carabinieri italianos y una familia de Barcelona que hizo una amplia devolución voluntaria–- se han recuperado casi nueve mil piezas arqueológicas de Alemania, Canadá, Estados Unidos, España, Francia, Países Bajos, Dinamarca, Australia e Italia.

En contrasentido no se ha logrado detener las subastas en Nueva York, París, Múnich o Roma. Los exhortos hechos por las autoridades nacionales para suspender las subastas han sido como los llamados a misa. Menos aún se han logrado recuperar esos bienes expuestos para el comercio y que pertenecen al patrimonio histórico de nuestro país, ni se conoce frutos de acciones jurídicas en contra de las casas de subasta o para sancionar a los vendedores, considerando que las leyes mexicanas tipifican estas actividades como delitos a perseguir.

Los bienes culturales de México deberían estar en nuestros museos para orgullo de connacionales y disfrute de visitantes: la política oficial al respecto no debe dar pausa a la recuperación del arte sustraído ni al combate de los delitos relacionados con ese tráfico, por convicción y reforzando que desde 1970 la UNESCO insta a los Estados miembros a promover medidas oportunas para prevenir la compra de bienes exportados ilícitamente y procurar la recuperación de los robados.

Se deben considerar algunos matices para aligerar la espera del regreso a casa de tan valioso caudal. El tocado de plumas del México antiguo conocido como Penacho de Moctezuma es la pieza principal del Museo Etnográfico de Viena donde destaca entre los más de 250 mil objetos etnográficos y arqueológicos de AsiaÁfricaOceanía y América que alberga. Esa magnífica muestra del arte plumario se encuentra expuesta en una sala acondicionada para su admiración en condiciones específicas de temperatura e iluminación… con un guardia al lado.

En el Museo Británico –que recibe seis millones de visitantes al año– puede verse en la sala 27 una espléndida colección de arte mexica y maya, que parece pequeña por el imponente acervo y los numerosos visitantes, mantenida a raya por un policía con silbato para que los curiosos no se acerquen demasiado a los dinteles 15, 16, 17, 24 y 25 procedentes de Yaxchilán, Chiapas.

Fue el arqueólogo inglés Alfred Percival Maudslay, el autor de la ocurrencia “Decidí llevarme a casa este excelente ejemplo del arte maya”, refiriéndose al dintel 25 de Yaxchilán en 1882 cuando encontró la valiosa escultura en su expedición a la selva chiapaneca y que ahora comparte espacio con otros cuatro de aquella ciudad arqueológica ubicada en un meandro del Río Usumacinta y otras piezas del área.

En esta sala brillan también piezas mexicas como el mosaico de turquesa de una serpiente bicéfala, la máscara de Tezcatlipoca y los dinteles que ocupan la totalidad de uno de los principales muros.

Mientras tienen éxito las gestiones legales y diplomáticas, consideremos que algunos de estos bienes son verdaderos embajadores de la cultura mexicana que con infinita paciencia cumplen su delicada misión de promover a México y dejemos que miles de curiosos de todo el mundo sigan embelesándose ante lo obvio del refinamiento de las civilizaciones mesoamericanas y lo sutil de su pasión por el tiempo, lo pasajero y lo eterno.

Recordemos que su salida del país se debió a circunstancias históricas como el dominio español que padecimos por trescientos años y luego al descuido, los vacíos legales y la ambición de quienes buscaban comprar o robar y encontraban a quien hiciera la vista gorda o participara en el negocio ilícito. Hoy el marco jurídico que protege los bienes culturales de México es más completo, pero la mejor garantía para su preservación es el conocimiento de dónde están, así como su registro, conservación y difusión.

No es consuelo pensar que a los griegos les ha ido peor, pues 15 paneles y 17 esculturas de mármol provenientes del Partenón, construido hace 2,500 años, se encuentran en el Museo Británico desde el siglo XIX con los permanentes reclamos de Grecia. Sigamos haciendo lo mismo con determinación y sin tregua, exigiendo que, por lo pronto, de los registros del museo donde dice “Obsequio de A.P. Maudslay” añadan “que robó de Chiapas, México”.

jcgomezaranda@hotmail.com

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