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Mujeres en el parteaguas mexicano: Claudia y Xóchitl toman la estafeta

Juan Carlos Gómez Aranda

En un hecho que de consumarse será de gran trascendencia, el próximo año una mujer llegará a la presidencia de la República de nuestro país y se convertirá también en Comandanta de las Fuerzas Armadas. Después de que las principales coaliciones políticas definieron quienes serán sus abanderadas para las elecciones del 2 de junio de 2024, queda casi despejado que la próxima presidenta de México será Claudia Sheinbaum o Xóchitl Gálvez.

Esto sucederá 76 años después de reconocido el derecho de las mexicanas a votar y ser votadas en los procesos municipales y de que hace 70, en 1953, se les confirieran derechos ciudadanos plenos.  Antes, en 1922, José Vasconcelos encargó a la extraordinaria poeta Gabriela Mistral una hazaña pedagógica, venir a México como maestra para escribir cartillas de alfabetización para los niños de nuestro país, y adaptar sus Rosas de la Infancia. En los 60 y 70 del siglo XX, la chiapaneca Rosario Castellanos puso el acento femenino en sus ensayos, poemas y artículos publicados en Excélsior, proponiendo a las mujeres acabar con la autocomplacencia y a responsabilizarse de la conducción de sus vidas, ideas vigentes en la inspiración del feminismo mexicano contemporáneo.

En este momento la atención está centrada en cómo los partidos políticos están procesando su operación cicatriz después de que en el Frente opositor bajaran bruscamente a Beatriz Paredes, quien de manera inesperada mostró más combatividad de la imaginada. Mientras en Morena, Marcelo Ebrard solicitó que se repusiera el proceso, estrategia cuyos resultados son inciertos, sobre todo porque el excanciller sigue ganando tiempo para una posible negociación, ante la decepción de sus seguidores que ya anticipan la nada enigmática respuesta que dará su partido al señalamiento de la comisión de posibles delitos electorales.

En los resultados finales del proceso de elección, Morena confirmó lo que ya sabíamos y develó algunas sorpresas. Por una parte, Sheinbaum ganó contundentemente las encuestas de acuerdo con la ventaja sostenida durante meses, mientras que la novedad fue el papel que jugó Manuel Velasco, quien promediando las encuestas resultó con el 7.16% de las preferencias, cuando hace tres meses no figuraba en este escenario, superando al senador Ricardo Monreal. Mientras que Fernández Noroña llegó al 10.6% aventajando a un viejo lobo de mar como Adán Augusto López.

Por su lado, Movimiento Ciudadano está explorando la posibilidad de que su candidato sea Samuel García, gobernador de Nuevo León, lo que no será fácil ya que no cuenta con mayoría en el congreso de su estado lo que le impediría obtener licencia para separarse del cargo. Por otra parte, este partido enfrenta problemas internos después de que dos de sus principales liderazgos –el gobernador de Jalisco Enrique Alfaro y el alcalde de Monterrey Luis Donaldo Colosio– han expresado diferencias con Dante Delgado, su dirigente nacional.

Elegidos los candidatos presidenciales, los partidos deberán de definir la aplicación del criterio género en las gubernaturas y los términos de sus alianzas, para después pasar a la selección de los aspirantes a la jefatura de gobierno de la Ciudad de México y de los gobiernos de Chiapas, Guanajuato, Jalisco, Morelos, Puebla, Tabasco, Veracruz y Yucatán, y en seguida a la de candidatos a las 500 diputaciones federales, 128 senadurías, 1,062 diputaciones estatales, 2,019 ayuntamientos y las 16 alcaldías de la Ciudad de México.

Mientras tanto, la semana pasada el presidente López Obrador traspasó la jefatura de su movimiento a Claudia Sheinbaum, como queriendo por medio de un bastón, heredar la fuerza de su liderazgo y el carisma del caudillo. De lo que no hay duda es que el obradorismo llega fuerte al final de su administración y que el reto de Sheinbaum es mantener la ventaja que presenta en las preferencias ciudadanas y el de Xóchitl, recargar el entusiasmo y esperanza que despertó su candidatura.

La política es veleidosa. Sin embargo, si las tendencias se mantienen, México contará a partir del próximo año con una mujer en la presidencia de la República que tendrá ante sí el desafío de resolver la creciente inseguridad con la firmeza que le dará tener el mando de las fuerzas armadas, así como mitigar las carencias de los sistemas de salud y educación, así como propiciar un clima de certeza jurídica para las inversiones que requiere el país para generar más empleos.

Esperemos que esta circunstancia sea el inicio de nuevas prácticas políticas –más respetuosas entre los contrarios y de la ley– así como la consolidación de una nueva cultura feminista que cada vez más inspire a más mujeres. El renovado protagonismo femenino acredita que la marcha hacia la igualdad camina sin titubeos y derribando mitos, enhorabuena.

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