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¿Son las elecciones en el Estado de México premonitorias de la presidencial?

Juan Carlos Gómez Aranda

Continúa siendo una idea aceptada en corrillos políticos que los resultados de la elección de gobernador del Estado de México pueden anticipar lo que ocurrirá en la jornada federal un año después. Sin embargo, nada más alejado de la realidad como lo demuestran los comicios que le dieron el triunfo a Vicente Fox, Felipe Calderón y Andrés Manuel López Obrador, donde el PRI corrió otra suerte localmente y retuvo la gubernatura.

Es cierto, el abultado padrón electoral mexiquense de casi 12.6 millones de electores, que representa 13 por ciento del total nacional y es el más grande del país, puede incidir en los resultados presidenciales, pero no definirlos. En todo caso, la jornada electoral que ocurrirá dentro de pocos días tiene una gran carga emocional y política ya que, tanto en Coahuila como en el Estado de México, el PRI nunca ha perdido y encuentra en estos estados su último bastión.

La importancia de derrotar a la coalición Va por el Estado de México que encabeza el PRI, también radica en que Morena da por perdido Coahuila y está ávido de equilibrar el marcador, poner fin a 94 años de predominio priísta –incluyendo a sus ancestros PNR y PRM– y vencer en la sede del fantasioso Grupo Atlacomulco que no es otra cosa que el reconocimiento a la clase política de este estado, cuna de un presidente admirado por la 4T como es Adolfo López Mateos y otro que les causa urticaria como Enrique Peña Nieto.

Según encuestas, Delfina Gómez, candidata de la coalición Juntos Hacemos Historia, lleva ventaja declinante sobre Alejandra del Moral de Va por el Estado de México, delantera que la priísta sólo podría remontar con una eficaz movilización de sus simpatizantes el día D y convenciendo a los indecisos en los diez días de campaña que faltan. En el caso de Coahuila, Morena nunca perdió la esperanza de arreglar sus diferencias con Ricardo Mejía, quien abandonó sus filas para abanderar al PT, ni dejó de presionar a sus aliados para que sus candidatos declinaran. La lección que dejan estas entidades es que la estrategia de apostar todo al alto reconocimiento social que mantiene el presidente López Obrador es un error estratégico, pues se requiere de aspirantes con mayor arraigo popular.

Pasada la elección del próximo 4 de junio, toda la atención estará centrada en la contienda de 2024 por la presidencia de la República y particularmente por el Congreso.

Crujen los andamios de Morena por su proceso interno

El exceso de confianza suele ser mal consejero. Aun así, el presidente López Obrador instó a su partido a adelantar el proceso sucesorio interno y asumir la certeza de que cuentan con la preferencia abrumadora de los electores, de tal manera que pueden anticipar los tiempos confiando que –como en la época del partido casi único– los resultados de la encuesta interna definirán al futuro presidente de la República y que la votación formal será casi de trámite.

Las encuestas siguen coincidiendo con los deseos de Palacio, pero existen datos que muestran que las preferencias por Marcelo Ebrard se acercan a las de Claudia Sheinbaum, razón por la que quizá se decidió apresurar la definición de su abanderado.  Así que no todo es miel sobre hojuelas y se oyen crujidos al interior de Morena. Después de amagos de rompimiento, Ricardo Monreal sigue jugando sus cartas sin dejar de denunciar la cargada de los impacientes gobernadores morenistas hacia Sheinbaum, mientras que Ebrard da señales de incomodidad sobre cómo se está procesando la precandidatura y recientemente pidió que no decida el dedazo, que es como mencionar la soga en la casa del ahorcado, quejándose que ya exista una favorita con dados cargados, pero el dirigente de Morena Mario Delgado, tardó en responder que se ven el 5 de junio para hablar del tema.

Ante posibles riesgos de impugnación o inconformidades por el resultado del proceso que hace notar el mismo Delgado, cobra mayor relevancia el papel de Adán Augusto López, a quien le tocaría legitimar lo que resulte. Pero el secretario de Gobernación no se duerme en sus laureles y sigue recorriendo el país y acrecentando su presencia en medios de comunicación, bardas y carteleras, por si se ocupa. No descartemos declinaciones y sumas a favor de la puntera.

Mientras tanto, desde su frágil alianza, los opositores PAN, PRI y PRD sufren un diluvio de enlistados, pero continúan sin atinar al método para elegir a su pretendiente y Movimiento Ciudadano –quien parece la quinceañera con quien todos quieren bailar– gana la plana al anunciar que diciembre les gustó para dar a conocer el nombre de su propuesta presidencial que posiblemente descienda del Cerro de la Silla.

De lo que no hay duda es de que se viven nuevos tiempos políticos de mayor alerta ciudadana, humor social que empuja a la participación y de contrapesos institucionales que deben consolidarse por el bien de la democracia nacional.

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