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Juan Manuel Asai

Claudia Sheinbaum será candidata presidencial de Morena y Clara Brugada será la candidata de ese partido para el gobierno de la CDMX.

Cualquier nominación diferente supondrá que el proyecto de partido en el poder descarriló y que sus posibilidades de triunfo para el 2024 se reducen. El presidente López Obrador se decantó por la jefa de Gobierno desde hace años. Ya mostró que no cambiará de carta, pues entre otras cosas el tiempo se le vino encima.

Y con respecto a Brugada queda claro que la elección en la capital del país tendrá como epicentro la alcaldía de Iztapalapa, meca de las fuerzas vivas de Morena. Las bases de Morena en la ciudad ya están formadas en la ventanilla de Clara y no piensan moverse. Ella ha trabajado su candidatura haciendo política a ras de tierra, en calles, callejones, avenidas y lotes baldíos. Es la jefa real de la militancia morenista chilanga, lo que la hace candidata natural.

Si en la cumbre de la pirámide del poder se piensa en otro nombre, digamos Rosa Ícela Rodríguez o incluso Mario Delgado tendrían que meterlos con calzador y se podría adelantar un descalabro mayor de Morena en la ciudad. Que la decisión esté tomada no quiere decir que los próximos seis meses serán un jardín de rosas para ellas. Al contrario, están tan a la vista que recibirán, están recibiendo, fuego amigo a granel y también amagos de los diferentes grupos de poder, los que actúan dentro de la ley y de los otros.

Claudia Sheinbaum actúa como candidata presidencial desde hace meses. Cualquier acción de gobierno por pequeña que parezca, ya se asume como acto de campaña. El presidente la expuso para elevar su nivel de conocimiento a nivel nacional, pero eso es un arma de dos filos porque cualquier tropezón se magnifica.

La misión de ella y la de su equipo es lograr mantener la ciudad en calma de aquí a que se conozca el resultado de las encuestas. Tienen que apagar los fuegos pequeños para evitar que crezcan, desde asuntos domésticos que han sido abordados con desdén, como la huelga en las prepas del IEMS-CDMX, hasta los jaloneos con los alcaldes de oposición, como Taboada y Sandra Cuevas. Mención especial merece el Metro que hoy por hoy es uno de los espacios donde se juega su candidatura.

Por su parte, la misión de Clara y su equipo es que Brugada sea valorada positivamente en el resto de la ciudad y no solo en Iztapalapa donde gobierna a plenitud. Que en últimos días haya comenzado a mencionarse de nuevo el nombre del senador Ricardo Monreal no le debe quitar el sueño. Los morenistas de la CDMX no consideran a Monreal integrante de su partido.

La rabia no se acabo

Condenado el perro no se acabó la rabia. La sentencia de culpabilidad en contra de García Luna en Nueva York le da una tonelada de municiones al gobierno para atacar políticamente a su archirrival Felipe Calderón y para acorralar al PAN, ya lo están haciendo. Hay que tener claro que eso no debilita la fuerza de las bandas del crimen organizado, ni mucho menos es el inicio del fin de la protección de los servidores públicos a los narcos.

García Luna es una desgracia política. Es probable que pase el resto de su vida en prisión. Pero la mafia, la asociación de servidores públicos con delincuentes sigue tan campante aquí en México y allá, en Estados Unidos, donde fiscales y jueces se dan baños de pureza mientras sus calles están inundadas de drogas y sus bancos inundados de dinero de los narcotraficantes que son los clientes favoritos de sus tiendas de armas.

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