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Letras Desnudas

Mario Caballero

Me parece que María Vila Domínguez tendrá que tragar varios sapos en los próximos días.

Ella que tanto se ha llenado la boca diciendo en sus entrevistas que las elecciones fueron ejemplares, ¿estaría dispuesta a reconocer que el IEPC, organismo que tutela de manera provisional, validó elecciones donde hubo claras y contundentes irregularidades? ¿Tendrá el valor moral para negar que la institución a su cargo se involucró en actos fraudulentos, favoreciendo a candidatos que resultaron “ganadores”?

SOSPECHAS

Meses antes del arranque oficial del periodo electoral expresé mis dudas sobre la capacidad de Vila Domínguez para organizar y desarrollar estas votaciones, que no sólo concurrieron con las más grandes en la historia democrática de nuestro país sino también se vaticinaba desde entonces un ambiente poco favorable debido a la violencia en algunos municipios y el posible involucramiento de grupos criminales.

Por desgracia, mis dudas parecen haberse confirmado con las denuncias que me dieron a conocer algunos conocidos, amigos, funcionarios de casilla y hasta candidatos sobre probables anomalías cometidas por el propio órgano electoral local, es decir, el Instituto de Elecciones y Participación Ciudadana (IEPC) de Chiapas.

Éstas van desde faltas administrativas de los servidores públicos de la misma autoridad electoral, denuncias interpuestas ante las instancias correspondientes que no fueron atendidas en tiempo y forma o de plano ignoradas, falta de boletas el día de la elección, hasta la aparición de votantes fantasmas.

Un amigo me contó que llegó a votar alrededor del mediodía y después de esperar más de una hora en la fila, los funcionarios de casilla le dijeron que ya había votado. Incluso le mostraron el registro de su sufragio. Obvio, reclamó. Les mostró que su credencial no estaba marcada y ni su pulgar entintado. Después de tantos reclamos, le dijeron “bueno, tenga usted sus boletas y vote”. Cuál voto contó al final, ¿el primero (falso), el de él o los dos?

No quiero extenderme en detallar esos señalamientos, no alcanzaría el espacio y no es eso precisamente lo que me gustaría comentar el día de hoy: un caso en el que el IEPC podría haber participado en la consumación de un fraude.

ALGO DE CONTEXTO

Se trata de la elección a la presidencia municipal de La Concordia, donde en días pasados un grupo de hombres encapuchados incendió varias casas, incluyendo la del director de la Policía Municipal y la del comisariado ejidal.

Comprendamos, primero, que La Concordia es una localidad que vive bajo el yugo de un cacicazgo político, encabezado por Miguel Ángel Córdova Ochoa, “el amigo Migue”.

A diferencia de los políticos profesionales que se distinguen por su vocación de servicio, sus obras a favor de la sociedad o por su casta y buen apellido, él es reconocido por un alias, tal como lo hacen los payasos, los boxeadores y los narcotraficantes. “Cepillín”, “El finito” López, “La Barbie”, “El tío Gil”, “El amigo Migue”.

Su aparición en la política fue en 2002, año que participó por primera vez a la presidencia municipal de La Concordia, que ganó tras las siglas del Partido Verde. Desde entonces su riqueza no ha hecho sino sólo crecer. Llegó al poder sin un peso en la bolsa, pero después de esos tres años se convirtió en dueño de un rancho ganadero, empresas constructoras, automóviles del año, joyas y una cuenta bancaria multimillonaria.

En 2015, mientras fungía como titular de Sedepas, hoy Secretaría del Bienestar, fue nombrado presidente estatal del Partido Chiapas Unido, ese que fundó Juan Sabines Guerrero y que tuvo entre sus primeros dirigentes a Isabel Aguilera de Sabines.

Bueno, Miguel Ángel Córdova, que venía de ser señalado de desviar fondos millonarios de los programas sociales de Sedepas y de ser partícipe en la corrupción del gobierno de Sabines Guerrero, en el que ocupó diversos cargos, como el de director general de la Comisión para el Desarrollo y Fomento del Café, utilizó su influencia en el partido para impulsar la candidatura de su hijo Emmanuel a la alcaldía concordeña. Y ganó la elección.

El gobierno de su vástago fue un desastre, igual que el de su otro hijo, José Miguel Córdova García, al que promocionó al mismo puesto en 2018.

Para entonces los Córdova ya habían convertido a La Concordia en su feudo. Ejercían el poder político y económico. Tenían ranchos, comercios, constructoras y con el control de los recursos del municipio establecían negocios con las asociaciones ganaderas y campesinas de la región. Literalmente, se hicieron dueños de la localidad y sus comunidades.

Por si fuera poco, se les acusa de liderar grupos armados y fomentar la delincuencia organizada.

En 2021, el amigo Migue repitió como presidente municipal y en los próximos meses su hijo Emmanuel lo relevará en el puesto, dando lugar así a cuatro periodos consecutivos para su familia.

Como dato adicional: en las elecciones de 2015, 2018 y 2021, Miguel Ángel Córdova fue señalado de desviar recursos públicos para la compra de votos a favor de sus hijos y de él, y hasta de amenazar a la población a través de sus grupos armados para que los beneficiaran con su voto.

¿COMPLICIDAD?

Ahora bien, ¿por qué se dice que el IEPC es cómplice en el triunfo electoral de Emmanuel Córdova García, que esta vez fue candidato por el partido Redes Sociales Progresistas? Por lo siguiente. Vea usted.

En primer lugar, la población está harta del amigo Migue y de sus hijos. De hecho, en las pasadas elecciones, así como en ésta, hubo distintas protestas en su contra, en las que la gente manifestó no querer saber nada más de ellos.

Sin embargo, el órgano electoral dio constancia de que tres mil 719 personas votaron por Córdova García. Aunque, ¿cuántas lo hicieron voluntariamente? Puesto que, igual que en los tres comicios anteriores, nuevamente hubo denuncias sobre presunta compra de votos e intimidaciones a la población por hombres armados vinculados a esta familia.

Segundo, ¿cómo creer que Emmanuel Córdova ganó legalmente si ni siquiera hizo campaña?

De acuerdo con información periodística, él no se presentó a uno solo de sus actos políticos. Los que llegaban a sus eventos fueron sus representantes de campaña, que llevaban cargando fotos gigantes del candidato y proyectaban videos y grabaciones que también difundían en las redes sociales.

Para mayor inri, los pobladores afirman que Emmanuel Córdova vive en el extranjero desde que su padre sufrió un ataque armado el nueve de junio de 2022 en Tuxtla Gutiérrez.

A la sazón, imposible creer que la gente haya votado por alguien al que nunca vio.

Tercero, y no menor en importancia, se denuncia una posible manipulación en el cómputo de los votos por parte del IEPC.

Resulta que con el avance del 87.7% de la captura de las actas, la candidata del Partido Popular Chiapaneco, Maite López Maza, llevaba una ventaja de 232 votos y se perfilaba como la virtual ganadora de la elección. Extrañamente, el PREP dejó de actualizarse desde la noche de tres de junio.

Sin embargo, en la mañana del día nueve el IEPC dio a conocer que había entregado la constancia de mayoría a Emmanuel Córdova, quien según ganó con una diferencia de 158 sufragios.

¿FRAUDE?

No se usted, pero para mí esto apesta a fraude. Y uno de los principales responsables es el IEPC, que según María Vila Domínguez cumplió con su función y desarrolló unas elecciones ejemplares.

¿Se tragará ese sapo?

yomariocaballero@gmail.com

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