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Letras Desnudas

Mario Caballero

Tal parece que en México es un pecado nacer mujer. De eso pueden dar cuenta las miles de mujeres que han sido agredidas, abusadas y asesinadas por todo el territorio nacional. Debanhi Susana Escobar Bazaldúa es una de ellas. ¿Desapareció y la asesinaron por tener problemas con alguna persona? No. ¿Desapareció y la asesinaron por conflictos con algún compañero o compañera de la escuela? No. ¿Le debía dinero a alguien? No. ¿Le hizo daño a alguien? Tampoco. Haber nacido mujer fue lo que le costó la vida. Ese fue su pecado.

Las preguntas son: ¿hasta cuándo tendremos que tolerar este tipo de hechos? ¿Hasta cuándo tendremos que soportar las noticias de mujeres desaparecidas, abusadas, violadas, desmembradas y asesinadas? ¿Hasta cuándo los feminicidios dejarán de ser vistos como parte del paisaje?

¿Acaso debemos resignarnos a ver como algo normal que una muchacha salga de casa y no regrese con vida? ¿Acaso las jóvenes no tienen derecho a salir a divertirse sin que acaben desapareciendo y encontrados sus cuerpos en terrenos baldíos o en lo profundo de una cisterna?

¿Por qué debemos tomar como algo natural que el chofer que conducía el automóvil que llevaba a Debanhi de regreso a su casa después de haber estado en una fiesta haya querido tocarle los pechos y ella, con toda la razón del mundo, se haya bajado del auto en medio de la noche en una carretera solitaria, donde también corría peligro su persona?

¿Por qué deberíamos tener consideración por las autoridades de la Fiscalía de Nuevo León que la buscaron durante casi dos semanas y no la hallaron, y que por coincidencia encontraron el cuerpo de María Jessica Karina Ramírez Ruvalcaba, otra mujer que tenía días de haber desaparecido?

¿Por qué aceptar los argumentos del fiscal neolonés de que la muerte de la joven se trató de un accidente, sobre todo cuando hay señales de violencia en el cuerpo de Debanhi, según lo ha revelado su padre, Mario Escobar, quien asegura que su hija no pudo haber saltado la barda del hotel donde fue encontrada y menos haber caído en dicha cisterna, ni siquiera por accidente?

Además, ¿cómo fue que de pronto apareció el cuerpo si se supone que las autoridades habían cateado el lugar hasta en cuatro ocasiones? ¿Dónde estaba Debanhi si ya antes habían revisado la cisterna? ¿Por qué los olores fétidos se sintieron hasta 11 días después de que se inició la búsqueda? ¿Qué quiso decir la Fiscalía de Nuevo León con eso de que no pudieron encontrar el cuerpo de la muchacha por una “falla masiva humana”?

Ahora bien, ¿estaba en sus cinco sentidos el fiscal Gustavo Adolfo Guerrero Gutiérrez que, ante el escándalo mediático, la enorme atención pública sobre el caso y el dolor de la familia de Debanhi, se atrevió a decir que el problema con las jóvenes desaparecidas es por rebeldía juvenil y por falta de comunicación de las familias? O sea, ¿las mujeres desaparecen por capricho y porque nadie en su casa las escucha y entiende? ¿Podría jurar eso el fiscal frente a las familias de las 52 mujeres que han desaparecido en ese estado nada más entre enero y abril de este año?

ESCÁNDALOS Y NADA MÁS

Como sea, aquí hay otro escándalo que pone en evidencia la incapacidad de las autoridades para enfrentar este tipo de casos y, por ende, su falta de responsabilidad ante las víctimas y sus familiares. ¿Sabe qué es lo peor? Es que muy probablemente el asunto de Debanhi quede impune. Que no pase nada como el montón de asuntos de esta índole que se sigue amontonando en las fiscalías y procuradurías de todo el país.

No quiero que se me tache de insensible y pesimista, pero es la realidad. Sí, la triste e indignante realidad de nuestro querido México, donde a pesar de haber emitido la primera Alerta de Violencia de Género contra las Mujeres en 2015, en algunos estados los feminicidios han aumentado desde un 137 hasta un 2100%, como es el caso de Nuevo León. Y donde, según la titular de la Comisión Nacional de Búsqueda, Karla Quintanilla Osuna, hay más de 24 mil 600 mujeres desaparecidas esperando ser encontradas. Agregando que al año ocurren cientos de feminicidios que quedan impunes.

Qué bueno que esta vez al menos hubo un escándalo. Pero por desgracia los escándalos pasan al olvido rápidamente. La gente se olvida de ellos tan pronto aparezca otra noticia de un nuevo secuestro, desaparición, violación o asesinato. Nadie en el país acostumbra a darle continuidad a los casos, menos aún las autoridades.

¿Se acuerda de Victoria Salazar, la mujer de origen salvadoreño que fue asesinada por un grupo de policías en Tulum tras haber sido sometida con lujo de violencia? Este hecho ocurrió en marzo del año pasado y causó una gran conmoción internacional. ¿Pero que fue del caso? ¿Hubo justicia para la víctima? ¿Los agentes fueron castigados? No. No pasó nada.

¿O recuerda el asesinato de Mariana Sánchez, la joven de 25 años, estudiante de Medicina, que fue presuntamente asesinada por uno de sus compañeros que la estuvo acosando durante varios meses mientras hacía su servicio social en el centro de salud de la comunidad Nueva Palestina, en el municipio de Ocosingo, Chiapas?

También este fue un escándalo que alcanzó gran resonancia en la prensa nacional e internacional, tanto que hasta el periódico El País, de España, hizo una pequeña crónica del condenable acontecimiento. Pero tampoco en éste hubo justicia. Más de un año después del feminicidio, al que algunas autoridades quisieron encasillarlo como suicidio, sigue impune. No hubo ningún culpable. Su madre le lloró hasta que la muerte la alcanzó también. En agosto pasado murió, tenía cáncer de mamá. La exigencia de justicia quedó en el olvido.

Bueno, este mismo año, en febrero para ser precisos, el asesinato de Paula Ruiz de los Santos fue noticia nacional, ¿se acuerda?

Paula fue la mujer que alcanzó a tomarle una foto con su celular a su homicida. Ella, que trabajaba como recepcionista de un hotel en San Cristóbal de las Casas, trató de impedir que un par de sujetos robaran la motocicleta de su hijo. En eso estaba cuando uno de estos hombres sacó un arma de fuego y le disparó.

Fue trasladada al Hospital
de las Culturas, donde
falleció. Paula tenía 41 años de edad y dejó huérfanos a sus cuatro hijos. ¿Y EL ESCÁNDALO

Lamento verme muy pesimista al respecto. Pero durante los años que llevo de carrera en los medios de comunicación no recuerdo ningún caso de feminicidio que haya sido resuelto y del que haya habido justicia. Por lo que creo que el crimen de Debanhi terminará como los cientos que ocurren año con año, apilándose en el mundo de expedientes que integran el altísimo porcentaje de impunidad.

Pero como dije líneas antes, por lo menos hubo un escándalo, un escándalo del que las autoridades de la fiscalía de Nuevo León tengan porqué avergonzarse. Y, sin duda alguna, dejará otro vestigio de que las cosas en México en cuanto al enfrentamiento y prevención de la violencia de género se sigue haciendo mal.

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