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México: La destrucción de Acapulco, la prueba del ácido de López Obrador

Manuel Aguilar Mora

(III PARTE)

…Decadencia y renacimiento de Acapulco

El 5 de diciembre coincidieron en Guerrero AMLO en su octava visita a Acapulco y Claudia Sheinbaum su posible sucesora como la candidata de Morena a la presidencia, visitaba la Montaña en el norte de Guerrero. Ella prometió que cuando sea presidenta hará, junto con la gobernadora Salgado, un programa de reconstrucción sobre el cual no dio más datos, ni si se planificaba ya con AMLO. (El Universal, 06.12.2023.) Por su parte éste en su mañanera antes de ir a Acapulco informó de las cantidades entregadas a 250 000 familias para la limpieza de sus viviendas (8 mil pesos por familia o sea un total de 2 mil millones de pesos) y además anunció otras cantidades que se concederán próximamente para la reconstrucción de las viviendas a esas familias: cantidades entre 35 000 y 60 000 pesos que equivalen a una cantidad aproximada de 18 mil millones de pesos (alrededor de mil millones de dólares). Cantidades todavía ínfimas ante las necesidades enormes y sin que se avizoren planes que preparen las acciones especiales necesarias al respecto.

El nuevo Acapulco no sólo será el resultado del financiamiento. Acapulco es la ciudad de lejos más importante del estado con sus 800 mil habitantes que con los municipios aledaños se acerca al millón y representa aproximadamente el tercio de la población total del estado, pero contribuye entre el 70 y 80 por ciento a su economía, la cual a su vez depende directa o indirectamente en el 80 por ciento del turismo.

Tradicionalmente un estado de caudillos provenientes de las grandes haciendas y después de la Revolución de los negocios agrarios, el priato hizo de Guerrero una entidad gobernada despóticamente, con el famoso Rubén Figueroa, en los años setentas del siglo pasado, secuestrado por las guerrillas de Lucio Cabañas que desató después de liberado una feroz represión que pasó a la historia con el nombre de “la guerra sucia” cuya consecuencia fueron cientos de asesinados y la presencia omnipresente determinante de las fuerzas armadas que han impuesto el clima de violencia y represión característico en el estado.

Pero la complejidad de la situación no termina allí. A partir de los años ochenta y noventa se comenzó a extender el cáncer del narcotráfico en todo el país y Guerrero se destacó como una de las regiones más importantes del comercio de amapola. Las bandas de delincuentes proliferaron y se diversificaron ya no sólo en el tráfico de drogas sino de personas y como guardianes de las grandes corporaciones mineras canadienses instaladas en esos años. Por supuesto llegaron a Acapulco y aparecieron los cobradores de piso, los extorsionadores, los asesinatos (cabezas en hieleras, cuerpos destazados), negocios amenazados que tenían que cerrar. Precisamente un día antes de la catástrofe del Otis fueron encontrados 13 cadáveres de policías en el municipio vecino de Coyuca. El deterioro visible de los servicios de hotelería y en general, lucrativos para los negocios precipitó al mismo tiempo la precariedad y la desigualdad social. Guerrero es después de Chiapas el estado con un porcentaje mayor de informalidad de los trabajadores. Y Acapulco se convirtió en el epicentro de esta decadencia. Carlos Fuentes fue un testigo de excepción de esta tendencia del puerto. Como un visitante asiduo desde joven para disfrutar sus vacaciones en los placeres de las playas acapulqueñas ya en los años ochenta rebautizó al puerto como “Cacapulco”. (Citado por Enrique Serna en Milenio. 30.10.2023.)

El imperativo histórico

En el próximo junio de 2024 se realizarán las elecciones más grandes de la historia del país. Cerca de cien millones de ciudadanos serán convocados a votar por las personas que ocuparán la Presidencia de la República, las dos cámaras del Congreso de la Unión, nueve gubernaturas de los correspondientes estados, alcaldes, diputados locales, en total varios miles de cargos. Aunque hasta enero estarán registradas las candidaturas que participarán finalmente en las votaciones, todas las señales indican que fundamentalmente habrá dos bloques de partidos burgueses que se disputarán la Presidencia de la República y los demás cargos. Son dos bloques en muchos aspectos parecidos formados por personales provenientes de los partidos que han dominado la política en México desde hace más de un siglo. Los dos bloques son encabezados por mujeres, un hecho inaudito en la historia política mexicana. El bloque que encabeza Claudia Sheinbaum de Morena el partido del presidente, con sus aliados el Partido del Trabajo y el Partido Verde, al que las encuestas le dan la ventaja. El otro es el Frente que postula a Xóchitl Gálvez, lo forman el PAN, el PRI y el PRD o sea básicamente integrado por los tradicionales partidos dominantes antes de 2018 que constituyen lo que se ha llamado el Prian. Pero la configuración no es tajante. Precisamente en uno de sus discursos en Guerrero Claudia Sheinbaum arremetía contra Xóchitl por presentar un equipo que la acompañará en su campaña integrado por viejos y no tan viejos políticos pertenecientes a los gobiernos del Prian. Claudia Sheinbaum como es característico de los líderes burgueses de modo hipócrita ya que ella a su vez tenía la caradura de hacer ese reproche a Xóchitl teniendo a sus lados a dos exgobernadores prianistas: a Alejandro Murat quien fue gobernador priista de Oaxaca y a Javier Corral quien fue gobernador panista de Chihuahua, que sólo hace unos días decidieron cambiar de chaqueta para acompañar a la morenista.

Así no hay en los dos bloques alternativas representativas de los intereses inmediatos e históricos de los trabajadores, de sus aliados oprimidos y explotados en los amplios sectores populares que buscan las opciones cada vez más urgentes para la solución de sus numerosos problemas y necesidades. Cada uno de los bloques se identifican con grupos de grandes capitalistas que se pelean por el botín del Estado, de las relaciones internacionales y compiten por enriquecer a sus respectivas camarillas. Los del viejo Prian fueron derrotados electoralmente en 2018 por Morena, pero los cinco años transcurridos del obradorismo no han sido mejores fundamentalmente que los anteriores. La posibilidad muy real pues ella lo dice una y otra vez, que Claudia Sheinbaum continúe con el obradorismo, con su demagogia, con su corrupción, con su intolerancia es una realidad hoy percibida por amplios sectores que votaron por AMLO y que en 2024 ya no lo harán.

Para amplios sectores la gran traición del obradorismo con respecto a una de sus principales promesas de 2018 y de antes ha sido su postura ante las fuerzas armadas, el Ejército y la Armada. El pasado 20 de noviembre AMLO llegó a extremos grotescos en sus elogios a ambas instituciones, pilares fundamentales de la represión sistémica. Dijo él “Es muy satisfactorio el poder decir al pueblo de México que tiene a su lado como ángel de la guarda al gobierno democrático, al Ejército, a la Armada y a la Guardia Nacional para que nuestro pueblo pueda vivir con paz y bienestar”. Un gobierno “democrático” acompañado tan estrechamente por los socios militares como la política de AMLO ha planteado, haciendo prácticamente cogobernantes a las instituciones armadas, corre riesgos muy peligrosos de dejar de ser democrático y ceder su lugar, en los momentos difíciles, a los militares. Los casos han sido numerosos, incluido en México, de los golpes militares cuando éstos consideran muy débiles los gobiernos civiles.

En sus dos mañaneras de los días 2 y 3 de octubre pasados AMLO dedicó largos discursos a los acontecimientos del 2 de octubre de 1968 y de la noche de Iguala del 25 de septiembre de 2014. Exculpó por completo en forma terminante la participación de los militares en la masacre de la Plaza de las Tres Culturas, participación, según él, ordenada y asumida política y moralmente por el entonces presidente Gustavo Díaz Ordaz. En lo relacionado a la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa fue incluso más allá. Refiriéndose directamente al grito multitudinario que se gestó en 2014 en todos los actos de protesta: “Fue el Estado” y argumentando confusamente una concepción estrafalaria según la cual el ejército es algo diferente al Estado AMLO desarrolló un razonamiento inverosímil exculpando también al presidente Peña Nieto y su subordinado el secretario de la Defensa Nacional Salvador Cienfuegos, este último incluso condecorado por AMLO. Para el jefe del bloque obradorista el ejecutor de la masacre de Tlatelolco y el cómplice de la desaparición de los 43 de Ayotzinapa es un “ángel de la guarda del pueblo mexicano”. Tamaña mistificación ningún gobernante mexicano había hecho, AMLO se ha desnudado por entero como un autoritario.

Así volviendo a Acapulco y a su reconstrucción, su destino no puede ser concebido fuera de los avatares nacionales. No sólo la tarea urgente es la reconstrucción de Acapulco. Su renacimiento no puede darse sin un renacimiento paralelo a nivel nacional. Y la realidad dura es ineludible: las necesidades sociales y políticas del pueblo mexicano no serán, no pueden ser, satisfechas dentro del sistema que sin cesar sigue generando violencia, desigualdad, vida cara, confusión enajenante y un futuro sombrío e incierto a la juventud, un sistema que cada uno de los dos bloques electorales burgueses representa. Tanto el de Claudia Sheinbaum como el de Xóchitl Gálvez son alternativas que condenan al pueblo de México a más de lo mismo. Sólo la fundación y forja de un partido de la población trabajadora, oprimida y explotada, una organización independiente y democrática enarbolando un programa anticapitalista, libertario, feminista, cuidador del medio ambiente e internacionalista podrá encabezar la verdadera revolución socialista transformadora y constructora de un nuevo puerto de Acapulco y de un nuevo país. Su construcción es la tarea prioritaria de todos los mexicanos y mexicanas fieles y leales al compromiso liberador y emancipador del pueblo de México.

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