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México: La tragedia de los migrantes en Ciudad Juárez (II PARTE)

Manuel Aguilar Mora

Calderón, Peña Nieto y López Obrador: semejanzas y diferencias

A pesar de la conversación política dominante, con la omnipresencia cotidiana de las mañaneras del presidente, la cuestión millonariamente verbalizada por los dichos de AMLO, de sus funcionarios y seguidores de todo tipo, la noción de que “en el gobierno de la Cuarta Transformación (4T) no somos iguales a los anteriores” no impidió que la atrocidad ocurrida en Cd. Juárez de inmediato fuera relacionada con las atrocidades emblemáticas de sus predecesores. Con Calderón el incendio de la Guardería ABC de Hermosillo, Sonora en junio de 2009 y con Peña Nieto la desaparición de los 43 estudiantes normalistas de la Escuela Rural de Ayotzinapa en Iguala, Guerrero en septiembre de 2014. Se trata en los tres casos de crímenes de Estado, pero dentro de esta semejanza existen las diferencias, en especial una entre las dos primeras atrocidades y la actual ocurrida en Cd. Juárez. La reacción popular ante un hecho inaudito que cayó por afuera de las mentalidades dominantes, incluso en los sectores avanzados. Pero la implacable realidad ha sacudido a todo un pueblo, hasta los obradoristas han debido enfrentarse a ella, como lo demuestra Epigmenio Ibarra, uno de los más inteligentes y articulados propagandistas de López Obrador, quien afirmó en su cuenta de Twitter: “Ante la dolosa tragedia migrante no habrá ocultamiento como lo hubo en la Guardería ABC y en Ayotzinapa, ni una operación de Estado para encubrir a los responsables; se llegará a fondo, se castigará a los culpables, no habrá impunidad”. Sus palabras son sonoras y tajantes en la narrativa justificadora del presidente, pero absolutamente insinceras, sino es que francamente cínicas. Mucho más evidente que los casos anteriores, en estos días presenciamos como AMLO proyecta el mismo film ya visto. Francisco Garduño, que debía de haber renunciado automáticamente el día siguiente de la tragedia, ni siquiera ha hecho una declaración oficial. Pero lo más escandaloso es el comportamiento del propio AMLO con sus dos secretarios directamente responsables Adán López y Marcelo Ebrard, a los que protege y arropa. “En el gobierno trabajamos unidos” ha declarado sin inmutarse. Así las señales indican que como en los casos de la guardería y de Ayotzinapa la culpabilidad quedará finalmente abajo e incluso muy abajo de la escalera burocrática, sin tocar a ningún personaje cercano al Palacio Nacional.

Pero también ha habido diferencias, en especial una fundamental que es determinante en la definición del momento político tan complejo y contradictorio por el que atraviesa la política mexicana. Después del incendio de la Guardería ABC en el que murieron 49 niños menores de cinco años y resultaron heridos más de 100, la investigación fue atraída por la Suprema Corte días después de ocurrida la tragedia y se señaló al ex director del IMSS Juan Molinar Horcacitas y al entonces gobernador priista de Sonora Eduardo Bours como responsables principales de la misma. El litigio siguió durante meses, pero la inmediata consecuencia política fue que, meses después en las elecciones a la gubernatura de Sonora, el PRI que monopolizó el poder estatal durante décadas perdió las elecciones siguientes. El movimiento de solidaridad con las familias afectadas por la desgracia de la perdida de sus hijos se hizo masivo y las movilizaciones solidarias se dieron en Hermosillo, en otras ciudades sonorenses e incluso en la Ciudad de México.

El caso de los 43 desaparecidos y asesinados en Ayotzinapa en 2014 conmovió a México y al mundo. Sucedió cuando el gobierno de la restauración priista de Peña Nieto no tenía ni dos años, pero significó prácticamente el fin político de su sexenio y la preparación de la acumulación de las condiciones que permitieron el arrollador triunfo de AMLO en las elecciones de 2018. La reacción nacional fue enorme con movilizaciones masivas en varias ciudades de la República, incluida la Ciudad de México, destacando en especial una realizada diez días después de los hechos que concentró a varios centeneras de miles en el Zócalo. La oposición al decrépito PRI era universal y aunque ya muy mermada existía una izquierda claramente antipriista.

Muy diferentes son los acontecimientos posteriores al incendio del albergue-cárcel de los migrantes de Cd. Juárez. Los hechos han pasmado a una gran parte de la población. Por supuesto, la xenofobia y el racismo se han enseñoreado en la mente de amplios sectores. En la propia Cd. Juárez no se han registrado movilizaciones masivas de repudio al gobierno federal de quien dependía directamente el cuidado de los migrantes. La visita de AMLO a la ciudad fue menos que bienvenida. De hecho el presidente municipal juarense Cruz Pérez Cuellar, un antiguo panista reciclado hoy como morenista, es uno de los provocadores más notorios del odio contra los migrantes, siendo sus acciones represivas contra ellos realizadas días antes del incendio anuncios macabros de la tragedia, Y al nivel nacional el pasmo y la confusión reinante ante la constante provocación oficialista de un gobierno concentrado ante todo en los acuerdos con los diversos protagonistas políticos que le garanticen victorias electorales, con la mira puesta en “la grande” o sea las elecciones presidenciales de 2024 para garantizar la hegemonía autoritaria del obradorismo. Todo ello combinado con la casi total ausencia de una izquierda socialista y por la dominación de una mentalidad colectiva muy individualista y estrechamente nacionalista ajena al pensamiento crítico y a la solidaridad. Por ejemplo, la jefa del gobierno de la Ciudad de México, la “corcholata” preferida de AMLO, una antigua estudiante universitaria izquierdista Claudia Sheinbaum, organizó en el Zócalo cinco días después de la tragedia, una multitudinaria fiesta para bailar al ritmo de Cumbia con varios conjuntos musicales.

El internacionalismo de los pueblos

La crisis de los movimientos migratorios en América, en Europa, en Asia, en África ante todo se ceba sobre la vida y el destino de los millones de seres humanos, hombres y mujeres, más oprimidos, humillados y sufridos del mundo, se da por arriba de las fronteras nacionales. Es un proceso de dimensiones mundiales, sistémico y estructural en las condiciones prevalecientes de las sociedades capitalistas cuyas causas profundas están en su naturaleza explotadora, en su afán insaciable de acumular riqueza a costa del empobrecimiento de las mayorías trabajadoras y oprimidas. Son movimientos por arriba de las fronteras nacionales cuya solución sólo puede ser también por arriba de ellas. Sin embargo, las condiciones dominantes capitalistas, en particular sus expresiones imperialistas, se yerguen como obstáculos insuperables de una solución hasta la raíz de los movimientos migratorios. De hecho, la real solución de esta crisis migratoria sólo será posible al nivel de una transformación social internacional. Una solución internacionalista en la que prive la solidaridad y la justicia necesariamente tendrá que ser anticapitalista.

Mientras tanto es necesario luchar por demandas que pongan fin a las condiciones inhumanas y represivas de las que son víctimas los migrantes. Migrar no es delito, por tanto, no se trata de un problema judicial sino de solidaridad y generosidad humanas.

En primer lugar, hay que romper con la política migratoria de Washington, puesta en práctica por la Casa Blanca ya sea ocupada por los demócratas o los republicanos. Hay que dejar de ser acólitos de la Border Patrol y liquidar el siniestro INM. Aparentemente, según lo declaró el presbítero Alejandro Solalinde al salir del Palacio Nacional después de una entrevista con AMLO, se discute la cuestión, así como que los militares dejarán de ser partícipes el nuevo proyecto. (La Jornada, 05.04.2024). La reivindicación de los más elementales derechos humanos es absolutamente necesaria, vigente, impostergable. Los migrantes son hombres y mujeres con derechos a ser alimentados, a estar en alojamientos habitables no en cárceles, a transitar libremente por el territorio, a disponer de los servicios médicos adecuados y residir en la sociedad en donde fueron acogidos no para explotarlos y reprimirlos.

Al otro lado de la línea fronteriza, activistas de Texas y Nuevo México se manifestaron con carteles que decían a los migrantes “No están solos” e impugnaban el trato criminal que los gobiernos de Biden y su cómplice mexicano les daban. La colaboración con las fuerzas que en EUA se oponen a la política migratoria de Washington es crucial en esta lucha de defensa y de solidaridad con las masas de migrantes de mexicanos, centroamericanos, caribeños y sudamericanos. Esta movilización internacionalista es la expresión de vanguardia de la lucha revolucionaria de los pueblos. En América las luchas de liberación y emancipación ya no son sólo “nacionales”. Una revolución guatemalteca natural e inmediatamente será salvadoreña y hondureña, en la práctica la expresión de la revolución centroamericana. La revolución en cualquier país de América del sur será la representación de la revolución sudamericana. Y la revolución en México repercutirá en el acto en los pueblos hermanos centroamericanos y en el norte en su principal aliado, el p ueblo de EUA, o mejor, en el multiétnico pueblo negro, blanco, asiático y latinoamericano de EUA. Será, ya es la lucha internacional por un mundo sin fronteras.

Resumiendo, en México, los acontecimientos de la tragedia de Cd. Juárez inciden en el periodo final del sexenio del gobierno obradorista en donde se acumulan entre otras varias difíciles cuestiones, las que van desde una completa y radical transformación de la política migratoria al escándalo del mayor fraude en la historia del gobierno (que supero a la llamada “Estafa maestra” del gobierno de Peña Nieto) en el organismo Seguridad Alimentaria Mexicana (Segalmex) cifrado en más de 10 mil millones de pesos cometido durante 2019-21 efectuado cuando el organismo estaba bajo la dirección de Ignacio Ovalle, un amigo de AMLO, pasando por los problemas de seguridad que ya son motivo de fricciones cada vez más graves con el gobierno de EUA por la circulación de las drogas (en esta ocasión la droga en disputa es el fentanilo), por parte de los carteles delincuentes mexicanos hacia el país vecino. Cuestiones que se agravarán en el próximo periodo que en junio de 2024 coincidirán con las elecciones presidenciales mayores de la historia del país que cada vez más son numerosas las señales que anuncian serán las más complicadas y tensas de la historia reciente mexicana. El clima de intolerancia se despliega al ritmo de los ataques que constantemente expresa AMLO en sus declaraciones cotidianas más que informativas propagandísticas, empezando con sus ya molestas mañaneras, por donde uno a uno pasan por la crítica, el sarcasmo y la mala fe manifiesta de AMLO los cada vez más numerosos opositores, que él llama “sus adversarios”, que están surgiendo por todo México. 

Nota:

1. “De enero a noviembre de 2022, la Patrulla Fronteriza registró alrededor de 2 millones 300 mil arribos. De esa cantidad, 750 mil son mexicanos (32.6%). De los migrantes extranjeros, una parte importante proviene de Guatemala (alrededor de 200 mil), El Salvador (80 mil) y Honduras (180 mil). Además, se disparó el flujo de solicitantes de refugio provenientes de Nicaragua, Cuba y Venezuela, incluso superando a los provenientes de países centroamericanos. Sólo de enero a noviembre de 2022, los cubanos detenidos en la frontera sumaron alrededor de 264 mil, los de Nicaragua 180 mil y los de Venezuela unos 160 mil”. (Información de Diego Badillo, investigador de El Programa Universitario de Estudios del Desarrollo de la UNAM, publicada en su artículo “Estados Unidos y México privilegian contención de migrantes”, El Economista, 15/01/2023

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