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Aterradora ignorancia

Dr. Jorge Alberto Rincón Acebo. Tuxtla Gutiérrez, Chiapas

En todo lo escrito por los denominando conspiracionistas y los antivacunas fantasmales, es proyectando todo lo negativo, aseverando sin probarlo, manipulando la inseguridad personal y social.

¡Imagínate si no es cierto! Si lo fuera, no es comprobado ni verificado a través de la experimentación.

Si fuera una epidemia controlada para diezmar a la humanidad, ¿por qué tan pocas muertes?

Alegan: ‘es que todavía ocurrirá’. Si no sucede, dirán: ‘todavía falta’.

Al no ocurrir, guardarán silencio.

Y solo lo emplearán de nuevo para sembrar miedo y deleitarse ante su sufrimiento.

El tema lo he abordado y desmenuzado de manera oportuna; en consecuencia, no abundaré.

En vez de promover estos disparadores de angustia, adornándolos, se deben ignorar.

¿Cómo te sientes después de la tamaliza del día dos?

Leí en tu red social que tenías agenda de ingestión horaria.

No lo abordan ante su superlativa estulticia.

En su empecinamiento, no solo se alimentan: lo sobrante se acumula en forma de grasa corporal y en donde es más dañina: en la pared de los vasos sanguíneos. ¡Ahí daña el Covid, marcando tu fin!

Evadimos el justo medio. Comemos como si nos lo fueran a arrebatar.

Somos instintivos, hipotalámicos arrasamos con el alimento, sin prever el mañana.

Es necesario que no solo quien crea las delicias alimentarias, prevea la cantidad justa para no se desperdicie ni falte, conservando para el mañana.

Quien no siembra y se apropia de lo ajeno, lo hace leña, acaba los productos y convierte suelo fértil en desierto.

Por predicar que no existe la variante Ómicron, en enero se magnificó en número de casos. ¡Aun así se retransmiten memes y videos que afirman su inexistencia!

“La tormenta perfecta se armó por la combinaron de insuficiente vacunación a nivel global y la relajación muy prematura de los cuidados sanitarios”, señala Víctor Romanowski, Investigador Argentino.

¡Nunca practican en sociedad lo predicado! Despojando a las palabras de sus valores, por carecer de contenido.

La pandemia hizo valorar la capacidad de desplazarse e interactuar; o sea, sirve para percatarse de su ausencia en la cotidianeidad. Cuando te enfermabas ‘nomás tantito’.

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