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Cuauhtémoc, el líder moral del país que no se quiere reconocer

En este mundo globalizado es muy difícil engañar al pueblo, pero más sorprendente es no darse cuenta que nuestras mentiras no prosperan. Engañar o intentar mentir sólo por ser popular o líder de un sector, no da el mínimo derecho de intentar engatusar sólo por distracción o san gusto.

Para las personas mayores de edad, la vida les ha permitido ser testigos de la carrera política de izquierda muy respetable que emprendió desde su juventud el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, hijo del legendario Lázaro Cárdenas del Río, quien expidió en 1938, el decreto de la Expropiación Petrolera, que consistió en la apropiación legal del petróleo que explotaban 17 compañías extranjeras que tenían el control de la industria, para convertirse en propiedad de los mexicanos.

Siempre ecuánime, con ideales progresistas que fracasaron por la férrea obstrucción que siempre tuvo por parte del partido en el poder, en ese entonces Partido Revolucionario Institucional, el ingeniero Cárdenas ha sido el político sobreviviente más ecuánime en lo que dice y práctica.

Hace tres meses, estuvo de visita en las instalaciones del Diario Media Group, para hablar de su libro “Por una Democracia Progresista” y no dudó en señalar que hoy en día persiste la desigualdad social, con una presencia abrumadora de la delincuencia organizada que controla territorios; habló de las muertes y crímenes que vive el país y que, a su parecer, la situación es insostenible.

En aquella ocasión no dolieron ni se tomaron en cuenta sus declaraciones. Se ignoró lo trascendente de este panorama no porque no sea cierto que esté ocurriendo con más intensidad que en gobiernos anteriores, sino porque lo dijo, y lo sostiene una voz autorizada, que ha padecido los embates del oficialismo.

Recientemente del tres veces candidato a la presidencia de la República se ha dicho de todo, la mayoría a su favor, y lo califican de un excelente político, pero más lo señalan como como un gran ser humano. Repetir lo que se refieren de él está demás. Como medio que ha seguido su trayectoria en casi medio siglo que tiene esta casa editorial, su vida, en el mundo de la política, es intachable.

Ningún personaje que se quiera comparar con él tiene los arrestos que el ingeniero ha demostrado en la práctica para luchar al lado de los que menos tienen. Su voz es autoritaria no por el término, sino por el respeto que se le tiene y, por tanto, lo que dice y ha ejercido, siempre lo ha realizado sin protagonismos, sin exaltar como premisa el ego.

A pesar de los pesares, Cárdenas Solórzano ha luchado por que se combata la división. Sus marchas que encabezó contra el régimen autoritario fueron, sin duda, el parteaguas para que el partido Morena llegara al poder. Que no se le reconozca es otro rollo, pero la congruencia con la que se ha dirigido le respalda el respeto a su integridad como persona.

En los últimos días, a raíz de que su nombre fue asociado como participante en el documento que presentó a los medios de comunicación el grupo Mexicolectivo que propone un cambio del modelo de país que impera en la Cuarta Transformación, el ingeniero fue vapuleado desde la alta esfera del país, motivo por el cual tuvo que deslindarse, al decir que no formaba parte del proyecto, pero que sí tuvo conocimiento y que sí aportó parte de los resultados que obtuvo a lo largo de su recorrido por el país que realizó durante todo el 2022.

Si una cosa hay que destacar del ingeniero es que en todo momento encabezó a la oposición, y en muchas ocasiones se hizo a un lado para darle paso a otros “aspirantes” que querían cambiar el sistema político mexicano. La democracia que él concibe se sustenta en la construcción de un mejor México, pero que no le alcanzó para ponerlo en práctica.

No reconocerle su historia de lucha, su tenacidad para posesionar a la oposición camino al poder, es desleal.  Para Cárdenas, fundador del PRD, gobernador de su estado natal Michoacán, jefe del Distrito Federal, entre muchos cargos, éstos no representaban en su momento que “era el tiempo de definiciones”, sino un constante trabajo para labrar la tierra, sembrar la semilla de la esperanza y cosechar la esperanza de que un día, la oposición alcanzara el poder.

La vida le ha permitido ser testigo de este hecho histórico, pero a qué precio. Por eso no se vale desacreditarlo por pensar diferente, por intentar reencauzar lo que cree que está haciendo mal el proyecto por el que luchó. Su deslinde para no entrar en la confrontación lo califica como lo que es, el líder moral de la verdadera izquierda que algún tiempo lo fue en México.

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