La Carta Magna exhibió la lucha encarnizada por alcanzar o preservar el poder

La Constitución de los Estados Unidos Mexicanos los unió, pero las diferencias entre los servidores públicos y representantes populares, prevalecieron. En Querétaro, cada orador en este magno evento cívico aprovechó para alzar la voz y fijar postura respecto a la situación que prevalece en los asuntos políticos y sociales que rigen la agenda nacional y el empoderamiento.

Los Poderes Ejecutivo, Legislativo, Judicial y uno que otro actor político, utilizó la tribuna para defender o atacar lo que se ha hecho o dejado de hacer en torno a la defensa del ejercicio de la Constitución.

Sin duda que cada quien puede decir misa, pero en honor a la verdad, los mexicanos son los únicos que conocen y sufren en carne propia las modificaciones al máximo escrito que rige los destinos de los mexicanos.

Son millones de hombres y mujeres que no requieren conocer qué iniciativas o modificaciones se presentan o autorizan para parchar, según convengan, los artículos y apartados de la Carta magna que desde hace 105 años se promulgó como el eje rector de nuestra soberanía.

Cierto, los tiempos han cambiado, y es necesario que se modifiquen ciertos capítulos que son obsoletos, pero ello a manipularla, como ha sucedido siempre por el gobernante en el poder, dista mucho de que toda acción sea para beneficio colectivo.

El multicitado Plan B Electoral es una prueba de la disputa que concierne a los partidos y a los poderes del Estado. Todos hablan como les va en la feria, y todos quieren dirigir sus baterías para determinada dirección.

En esto de la politiquería no hay nada oculto o que no se sepa. El ciudadano ya ha despertado y por tanto hoy conoce los sesgos o fines aviesos de las declaraciones o discursos de los protagonistas políticos vigentes.

 Lo que escuchamos o se leyó en las crónicas de la conmemoración de un año más de la promulgación de la Constitución del 17 deben centrarse en su justa dimensión y será el ciudadano el que determine dónde está la razón o los argumentos justos que se definirán en las urnas en el 2024.

Porque ya a nadie espanta con el petate del muerto que lo que se haga o diga es una especie de beneficencia pública. Creemos que lo que se persiga debe ser analizado a conciencia por los millones de mexicanos que luchan a brazo partido, día con día, para salir adelante.

La ensalada de pronunciamientos del pasado domingo son el reflejo de las intenciones en busca del poder o la conservación de éste. Ahora resulta que el show mediático por quedarse en su asiento y no levantarse por respeto al Himno mexicano y a la bandera, como lo hizo la ministra incómoda, Norma Lucía Piña, es factor para lincharla. ¡Por favor!

Si usted, amigo lector, cree que se exagera cuando se dice que todos hablan como les va en la fiesta, le citamos algunas posturas que se externaron en el marco de la celebración constitucionalista.

La Constitución de 1917 se está «destazando» y «asesinando»; El gobierno federal mantiene al país «al filo de la inconstitucionalidad», tras la aprobación del Plan B. “Preocupa que no hay debate, sino injurias; ¿dónde está el diálogo entre las fuerzas políticas, entre éstas y el gobierno federal? ¿No doblegarse ante los embates con los que el presidente de la República pretende violentar la ley?

Se hizo énfasis en que deben prevalecer las reformas para consensar no para avasallar; para trabajar en armonía no para estar peleando como perros y gatos; iniciativas que no escondan los verdaderos intereses de quienes las promueven; gritar a los cuatro vientos que los consejeros ganan una millonada, cierto, pues que se les baje el sueldo, pero ello a intentar entrar a estos terrenos para dominar y ganar elecciones a costa de lo que sea, es muy distinto

Lo que llamó la atención es que la ministra Norma Lucía haya remarcado que la independencia de los jueces no es un privilegio, sino garantía de imparcialidad; pero fue más allá cuando llamó a evitar encuentros estériles, “tenemos que esforzarnos más sobre cómo lograr un cumplimiento cabal de la Constitución”.

O los argumentos que se presentaron por parte de los legisladores morenistas que destacaron que todo lo que se ha hecho en esta administración está todo bien, a la perfección.

No se trata de que cada quién defienda su proyecto, sino que se discutan, de forma civilizada, sin posiciones radicales del todo o nada. Se trata de que involucren a la sociedad, de que haya foros abiertos. Conviene, por decirlo de una forma tajante, que se dejen de poses extremistas.

México ya no aguantará mucho las reyertas disfrazadas y si se sigue en esta postura sin diálogo, sin acuerdos, este país tomará los rumbos que han tenido algunas naciones hermanas del continente como Venezuela y Nicaragua. Estamos a tiempo de reflexionar hacia dónde vamos.

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