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Caso Garduño, del INM, ¿para distraer la atención del respetable?

Quien había dicho que en el Senado los parlamentarios nunca se pondrían de acuerdo, se equivocó, pues el miércoles, los integrantes de la Cámara Alta votaron por unanimidad para que Francisco Garduño, titular del Instituto Nacional de Migración, fuera cesado o separado del cargo para que se le investigue en el caso del incendio registrado en una estación migratoria de Ciudad Juárez, el 27 de marzo del año 2023, y donde, por desgracia, murieron 40 extranjeros.

La decisión no sorprende por la sencilla razón de que es una artimaña más del partido en el poder para distraer la atención de la ciudadanía ante los graves problemas de inseguridad que se viven en el país, y quizás, para robarle un poco la atención a la celebración del debate que el domingo escenificarán las candidatas y el candidato a la presidencia de la República.

Este sería el argumento fundamental para que se haya tomado tal resolución y en la que la oposición cayó redondita. Cierto que no se puede permitir que el funcionario federal goce de cabal salud cuando sobre su conciencia existe la muerte de cuatro docenas de migrantes y otros tantos con secuelas, producto de la conflagración generada por los propios detenidos en la Estación Migratoria Lerdo-Stanton.

El informe del Grupo de Trabajo que presentó el senador de Morena, Rafael Espino de la Peña, fue aprobado por unanimidad. Ahí se dijo que Francisco Garduño “no puede mantenerse en sus funciones mientras esté sujeto a una investigación por parte de la Fiscalía General de la República por sus responsabilidades personales”.

El hecho sorprendió a propios y extraños porque desde que se registró la desgracia, fue Morena el partido que defendió a capa y espada que el titular de Migración no fuera separado del cargo y en ningún momento permitió que llegara al Senado a testificar lo que realmente había ocurrido aquella noche trágica.

En el fondo, durante más de un año, luego de la férrea defensa de la que fue objeto por parte de los legisladores de Morena y sus partidos aliados PVEM y PT, así como del propio mandatario federal, el funcionario estuvo viajando a Ciudad Juárez cada 15 días para ir a firmar al ministerio público, pero cuyos viáticos se canalizaban con cargo a la dependencia, “arreglando su agenda institucional para justificarlo”, según denunció el senador Emilio Álvarez Icaza.

Haya sido o no un accidente, por ética profesional y por el rango que tiene como funcionario, Garduño debió ponerse a las órdenes de la justicia desde el primer momento. Pero no, nunca hubo una posición comprensible, humanista. Al contrario, se hizo presente en algunos de los funerales y partida hacia su lugar de origen de los hombres que murieron incinerados.

Hoy suena a suspicacia que se le pida su remoción, hecho que deberá aprobarse en el pleno del Senado, pero ya con el antecedente de que se haya aprobado en comisiones, pues será de mero trámite.

No se explica el motivo por esta decisión, pero se extiende que en la política funciona e importa el fondo y justo en este sentido, este tema será motivo de mucho escurrimiento de tinta, y donde la pregunta obligada es ¿por qué justo en este momento?

Al titular de Migración el señalamiento de que desafió el procedimiento judicial y se escudó y escondió con el apoyo del poder Legislativo y Ejecutivo, “trabajando al interior de Migración” poco le importó después de la tragedia.

Para él y todos los diputados y senadores que en su momento defendieron a capa y espada la inocencia de Garduño, la decisión de última hora no cuadra, no tiene justificante del porqué justo ahora, se le juzgará.

Con qué cara los legisladores y legisladoras dirán que ha sido la mejor decisión pedirle que se haga a un lado para que las investigaciones se profundicen, cuando al inicio lo defendieron al grado que dijeron que era una víctima de la oposición solo para desacreditar la forma en que operó el tema el gobierno federal.

Será que más de 400 días después se han dado cuenta que la tragedia fue un crimen de Estado y dadas las circunstancias hay que echarle la culpa a alguien y ese es Francisco Garduño, quien, por lo que se ve, cayó de la gracia del presidente Andrés Manuel López Obrador, o quizás, tampoco hay que descartarlo, fue una negociación en lo oscurito, entre amigos, para distraer la atención del respetable.

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