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Ismael Brito y José Uriel, chaqueteros de la 4T

En el evento del domingo, en Comitán, donde Eduardo Ramírez Aguilar (ERA) recibió la constancia que lo acredita oficialmente como el candidato de Morena a la gubernatura de Chiapas, el senador con licencia entró al libro del Récord Guinness por aquello de que “se tomó, en un par de horas, más de 500 mil 890 fotos” con sus personeros que querían no sólo besarle la mano, sino dedicarle algunos mensajes de “solidaridad”, de amor y algunos no ocultaron estar “extasiados” de que “siempre” lo apoyaron, en las buenas y en las malas, para que alcanzara la nominación por el partido guinda y ahora arropado por una media docena de partidos chiapanecos.

Sin duda hay que resaltar que no todos fingieron un amor indescifrable, pues su relación de años con el “jaguar” le permitió hacerse a un lado, ser espectadores, y no salir en la foto. Su humildad hoy parece que ya le es gratificante. Sin embargo, hay sujetos que en su vocabulario no saben que significa la palabra traición, deslealtad, ser indigno o como dicen en el barrio, ser “chaquetero”.

Sin duda que habrá muchos, pero dadas las circunstancias y el juego sucio que emprendieron, resaltan dos nombres de dos “hombres del mal”: Ismael Brito Mazariegos y José Uriel Estrada Martínez.

Casos elocuentes porque esta pareja de sinvergüenzas creían que iban a ganar la candidatura de Morena, y en ese proceso, hicieron de todo para desacreditar y desbarrancar a Ramírez Aguilar, sin lograrlo, y ahora, al verse desprotegidos, andan con la cola entre las patas, intentando que el oriundo de Comitán no los deje fuera del presupuesto, como si la encomienda del candidato de la alianza Juntos Haremos Historia, tuviera el tiempo para ocuparse ahora de cosas triviales, o mejor dicho, darles chamba a los que le pusieron obstáculos.

O no se acuerdan este par de sujetos que recorrieron los municipios para presionar a los alcaldes a recibir su respaldo, con la condición de que el auditor Estrada Martínez no sacara el machete para “descabezar” a los que no quisieran aportar a su movimiento.

El domingo, unos minutos después del evento central registrado en Comitán, Brito Mazariegos, presumió haber participado en la sesión ordinaria donde se avaló la entrega de la constancia como candidato a la gubernatura a Eduardo Ramírez. Qué tal eso, pues si no hubiese llegado no pasaba nada, su ausencia nadie lo notaría y como prueba de que no está en el ánimo del primer círculo, es que apenas se le vio asomando la cabeza desde la tercera fila donde fue ubicado en dicho evento oficial.

A este sujeto se le olvida cuando andaba echando pestes y presumiendo que nomás sus “chicharrones truenan”, pero parece que olvidó sacarlos del comal, pues se quemaron. Que no ande con sus jaladas de que juntos con ERA se va a construir el segundo piso de la cuarta transformación, ya que no sabe que en la edificación de este gran proyecto no se quieren políticos improvisados ni desmemoriados que de buenas a primeras olvidan que han traicionado.

Ahora, cinco años después, reconocen contra su pesar, que Eduardo Ramírez Aguilar tiene un legítimo liderazgo. No han sido humildes para reconocer que lo boicotearon, lo desacreditaron. La hemeroteca y las redes sociales están de testigos cuando lo desconocieron como un competidor válido. Hoy lo mínimo que deben hacer es reconocer públicamente que su miopía les impidió verlo como un adversario de la política difícil de ganar.

Al ubicarse en la realidad, no les quedó de otra, más que bajar la cabeza y con la cola entre las patas, como viles lambiscones, lo asechan, lo buscan para tomarse una foto y presumirla como su “gran cuate”.

En estos menesteres de la politiquería, como dice Andrés Manuel López Obrador, no quieren vivir en el error, por eso lo buscan y que, en el caso de Brito, continuar con las prebendas y canonjías que representa vivir dentro del presupuesto público, y con relación a Estrada Martínez, que el candidato lo acuerpe y lo blinde ante la ola de hechos delictivos que se han cometido en la Auditoría Superior del Estado.

Hasta antes de darse a conocer el triunfo en las encuestas de Ramírez Aguilar, al diputado federal se le fue cayendo la máscara tras ser descubierto en una seria de negocios turbios que tenía, independientemente con el titular de la Auditoría Superior del Estado, con el director del Instituto de Promoción a la Vivienda, Fredy Escobar Sánchez, o con el secretario ejecutivo del Sistema Estatal de Seguridad Pública, Sergio Alejandro Aguilar Rivera, a quienes consideró sus súbditos durante el tiempo que se desempeñó como secretario de Gobierno.

Y como colofón, está el tema de Uriel Estrada, quien pensaba blindarse de todas sus fechorías en la ASE y por ello hizo migas con Brito Mazariegos. El auditor intenta consagrarse con ERA para protegerse y no sea el funcionario que manche la administración de Rutilio Escandón, yéndose al “bote” en los primeros días de 2025 o quizás ni a la Navidad llegue para este 2024.

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