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Pleito entre taxistas y plataformas y el desinterés de Transportes

Las benditas redes sociales han sido el termómetro para conocer la realidad en el servicio del transporte público en su modalidad de taxi. Sin duda en las últimas dos semanas las marchas que han protagonizado los llamados concesionados y los que ofrecen los servicios mediante las plataformas Didi y Uber, han puesto al descubierto lo que los usuarios creen que es lo mejor.

Los concesionados exigen a la Secretaría de Movilidad y Transportes que les dejen la cancha libre para operar, y los segundos, se defienden de que su servicio es de primera, responsable y con unidades nuevas. Todo ello ha puesto en la balanza cientos de comentarios en los que los usuarios dan sus razones sobre quién debe operar la plaza de Tuxtla Gutiérrez.

El problema con los concesionados no es que paguen impuestos, representados éstos en los permisos que deben obtener de la Secretaría de Movilidad, como sus cartones de identificación y demás papeleo relacionado con ser supuestos conductores probos. La situación es la mafia existente entre la dependencia y los llamados pulpos del transporte”.

Porqué mafia, por la sencilla razón de que no se cumplen con los estándares de excelencia o mínimo, un buen servicio para los tuxtlecos. Resulta que se siguen teniendo unidades inservibles, y la prueba está en la pasada lluvia del miércoles, cuando varios taxis quedaron varados.

La mafia o confabulación está en la desigualdad, en el tráfico de influencias, en los jugosos negocios al amparo de la ley, bajo el agua, entre las autoridades del trasporte y los concesionarios. A ellos les permiten de todo, pero a los verdaderos hombres del volante, los que han dejado su vida, manejando 12 hasta 14 horas días, a ellos los dejan desprotegidos.

No tienen sueldo ni seguro social, menos seguro de vida; les exigen pago de la cuenta íntegra; las unidades están en malas condiciones económicas; los accidentes al quedar sin frenos, son ejemplo de la falta de mantenimiento y de la escasa o nula vigilancia que de las unidades debe hacer la Secretaría de Movilidad.

En algunos casos, las unidades no cuentan con seguro de vida porque al concesionario se “le olvidó tramitarlo, pagarlo”, cuentan los propios choferes de los taxis.

Desde hace 15 días, las marchas de los taxistas y de los particulares que están asociados a las plataformas digitales Didi y Uber ha sido la nota, en el sentido de que ambos se dicen los indicados para controlar el mercado del servicio terrestre.

La queja contra los que trabajan a través de las plataformas digitales es que no están controlados, evaden el pago de impuestos y sus conductores no son de “confianza”, aunque sus unidades estén en buen estado, prácticamente nuevas, con aire acondicionado, y supuestamente, más barato el servicio.

Creemos que primero la autoridad debe erradicar los privilegios de los “pulpos del transporte”. Nunca los ha podido meter en cintura y menos ahora que ya este gobierno está por decir adiós. Si no fuera porque la aparición de Uber y Didi fue aprobada por el perdedor aspirante de Morena a la alcaldía de Tuxtla Gutiérrez, Aquiles Espinosa García, en su momento secretario de Movilidad y Transporte, entonces diríamos que la aparición de estas “líneas” fue un acuerdo benéfico para los usuarios.

Pero no, los mismos taxistas lo culpan de que hubo componendas para que entrarán a rodar por las calles de la capital, y sí lo dicen los propios demandantes de que desaparezca el servicio mediante plataforma, es porque tienen los pelos en la lengua.

Las movilizaciones de taxistas y ruleteros de Uber y Didi no tendrían razón de ser, si la Secretaría de Movilidad hiciera su chamba, pero no, el descuido que ha hecho de esta actividad a lo largo de los últimos años ha permitido que el problema crezca.

Y en este caso, ambas partes tienen la razón en el sentido de que hombres y mujeres al volante trabajan por necesidad no por gusto. Sus familias tienen derecho a que les lleven el pan de cada día, por lo que lo mejor es que desde ya la Secretaría se ponga las pilas y solucione por el bien de todos, este problema que podría salirse de las manos y terminar en notas no tan agradables.

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