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El mensaje de violencia expuesta, el sacrificio público de una gallina por Morena

Al senador indígena de Morena, Adolfo Gómez Hernández, le llovieron las críticas por haber encabezado el ritual dedicado al dios prehispánico Tláloc, en el marco del Día de la Lluvia, donde un ave fue sacrificada como ofrenda. El rito de matar o degollar una gallina no coincide con la política de protección a la fauna y flora que dice proteger el partido aliado, el Verde Ecologista de México.

El parlamentario, con bastón en mano, se defendió de la andanada de críticas que le indilgaron en redes sociales, al acusarlo de no respetar los ordenamientos establecidos dentro de la Cámara Alta, al decir que él justifica el acto en el artículo 2 de la Constitución Política que a la letra dice: “… la Constitución reconoce y garantiza el derecho de los pueblos y las comunidades indígenas a la libre determinación y, en consecuencia, a la autonomía para decir sus forma internas de convivencia y organización social, económica, política y cultural”.

Además, para respaldarse, el senador Adolfo Gómez, respaldó la ceremonia bajo el argumento de usos y costumbres de un grupo o comunidad indígena de la que manifestó su auto adscripción. Bajo estos dos argumentos, sí que tiene razón y no tendría por qué amonestársele.

Pero por otro lado, fiel a lo que ha demostrado el partido en el poder, el militante que forma parte de esta alianza, desobedeció y por tanto, violó la normatividad que la Cámara establece para realizar ciertos actos, por lo menos dentro de esta jurisdicción, pue no es lo mismo que su ceremonia la realice en su pueblo que en el corazón del país, donde a pesar de que sé es más abierto en todo tipo de temas, no comparten que se sacrifique a un animal vivo y, sobre todo, que trasmita por los medios de comunicación y hoy las multicitadas redes sociales.

Con el sacrificio animal del pasado miércoles, el senador se desmarca de la política del reconocimiento, defensa y promoción de los derechos de los animales, y, por lo tanto, por lo menos mediáticamente, para no quedar exhibida, la presidencia del Senado, Ana Lilia Rivera, dijo no respaldar los hechos acontecidos y tomará las medidas disciplinarias pertinentes con el senador responsable.

La Ley de Protección a los Animales de la Ciudad de México, en su artículo 25, prohíbe el uso de animales para celebrar ritos o tradiciones en las que se afecte su bienestar. Es curioso que, en la ceremonia, arropada por el Día de la Tierra y como una ofrenda para que llueva en aquella entidad, el legislador haya hecho caso omiso a lo que sus jefes le recomendaron no realizara.

También se doblega o mejor dicho, se exhibe el poco control que se tiene con algunos de los senadores, pues con este rito o ceremonia tradicional, se evocó al sacrificio que en el deporte popular se ha hecho de los toros, para los cuales el partido Verde y Morena se desgarraron las vestiduras para demostrar y aprobar que el sacrificio de estos era tortuoso y a la vista de todos representa una degradación que no se comulga hoy en día por el respeto a los animales.

Desde hace dos años, en la monumental Plaza de Toros de la Ciudad de México no se realizan corridas, aunque a finales de enero y principios de febrero, hubo una corrida que de inmediato volvió a cancelar un juez.

En esta controversia, habrá alguna diferencia, aparte del volumen, entre la “diversión” de torear y a último, sacrificar de una estocada a un toro, en una plaza ante cientos de personas que corean el hecho como un triunfo al valor del torero, o el degüello de una gallina, hecho también difundido en las redes sociales. Creemos que no, que ambos son igual de grotescos, pero que al final, ambos animales se sacrifican de diferente manera, pues los dos son parte esencial de la comida mexicana y de gran parte del mundo.

La diferencia es que su sacrificio se hace en privado. Es decir, matar una vaca o un toro se realiza en un rastro y una gallina en un local cerrado.  Fuera de ello, lo esencial es no exhibir, a cómo están los tiempos, la violencia explícita.

Este es el tema en realidad, este el mensaje oculto por el que las autoridades deben procurar evitar, pues hasta un niño, que vive rodeado de familia que se dedica a la venta de pollo, sabe y ve el sacrificio de un ave, pero reconoce que está enfocado a una actividad que se realiza para ganarse el pan de cada día.

“Todo mundo” fue testigo de cómo, en el ritual tradicional, el animal fue sujetado de las patas y pescuezo por las manos de un hombre, mientras que una mujer tomó con la mano izquierda la cabeza del animal y con la derecha un cuchillo con la que le cortó el pescuezo. Esta secuencia de hechos fue lo que indignó y espantó a los morenistas, aunque muchos de ellos, en sus pueblos celebran la descabezada de patos y ahí no dicen nada. Bueno, todo esto es cuestión de enfoque.

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