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Salud en riesgo latente por contaminación ambiental

En las últimas semanas, el cielo que domina la vista en la capital Tuxtla Gutiérrez se ha tornado grisáceo, amarillento y en algunas zonas, ya sea al poniente o al oriente, se ve en tono rojizo. Para que una metrópoli padezca partículas que contaminan el ambiente, debe haber, forzosamente, motivos que las provoquen.

Por lo menos en Chiapas, a diferencia de las grandes urbes como la Ciudad de México, Puebla, Guadalajara o Monterrey, no tenemos industrias o consorcios empresariales que generen alto índices de contaminación por sus emisiones. Si acaso tenemos zonas industriales, en el caso de Tuxtla Gutiérrez, donde no hay una sola máquina de vapor que esté trabajando, no. Lo que se tiene es la llegada de camiones que traen mercancía de diversas partes del país y que descargan en esta parte de la ciudad. 

Tampoco se manejan fuentes de área, como lo nombra la Secretaría del Medio Ambiente, y que consisten en instalaciones pequeñas y numerosas, pero cuyas emisiones en conjunto son considerables, como, por ejemplo, las domésticas, las de combustibles, solventes y residuos agrícolas y ganaderos. Ni uno ni lo otro, si acaso negocios de venta de comida que sacan los residuos del fuego hacia el espacio a través de sus chimeneas.

Ahora que, si se habla de las fuentes móviles, ahí sí la ciudad capital padece de un servicio de transporte público y privado desordenado, sin control en sus emisiones, sin un plan de verificaciones en las condiciones de las unidades automotoras. Este rubro sí que es un problema en Tuxtla. Son cientos los carros y unidades del transporte público que circulan a diario sin control, andan a la deriva. La Secretaría de Movilidad y Transporte no ha mostrado que le interese el tema.

La semana pasada, por lo menos tres días se padeció de las inclemencias de la contaminación, aunadas al extenuante calor. El 18 de mayo hubo alerta por las condiciones en la atmósfera y ni la lluvia que cayó por la tarde noche en la zona poniente ayudó a bajar los índices de contaminación.

Este fenómeno ya se había alertado desde hace un par de años atrás. Los incendios y los efectos que provoca la deforestación han aumentado esta situación. Si bien no estamos en los niveles alarmantes, las partículas dañinas irritan los ojos y las vías respiratorias, tanto que la Secretaría de salud emitió una alerta de no hacer ejercicio durante el día en lugares abiertos.

Por el lado de las quemas agrícolas, el sector rural no ha entendido que esta práctica daña al ecosistema y deteriora la calidad de vida del ser humano. Pero no hay de otra, pues no hay una cultura en la preparación de los terrenos que van a cultivarse y si la hay, no hacen caso. Para limpiarlos se usa el fuego y por más iniciativas sancionadoras que apruebe el Congreso local, no habrá ley que impida que se siga con esta práctica que degrada.

Además, la política agropecuaria que contempla apoyos no ha sido ni eficiente ni tomada en cuenta. Tiene por lo menos tres lustros que el campo ha sido olvidado, hoy en día son miles de hectáreas las que están ociosas porque sus propietarios emigraron fuera del estado o del país en calidad de migrantes, debido a las condiciones de pobreza que se mantiene el agro. Y usted se preguntará ¿esto qué tiene que ver? Pues que esas grandes porciones de tierra enmontadas son presa fácil de agarra fuego. Todo esto es una cadena que deteriora el ambiente.

No vamos muy lejos, el Cañón del Sumidero ya sufre los efectos de la erosión ante tanta deforestación y es tan grave el daño que ya un especialista de la Unicach advirtió que habrá más “deslaves” de las paredes del coloso por tanto mal uso del suelo en dicha zona.

Instalar estaciones que monitoreen la calidad del aire, como las ubicadas en Tuxtla y en Cahuaré, está bien, pero el verdadero problema de fondo es la falta de políticas públicas para concientizar a los agricultores a la no quema de sus parcelas, y si a ello se le añade también que no hay inversión ni tecnología de punta para una producción eficaz, entonces los campesinos se van por la fácil: queman a diestra y siniestra sin que les preocupe si existen castigos y sin que les importe el verdadero daño que se realiza al medio ambiente.

Si no somos una entidad industrializada y aun así se viven desagradables episodios de contaminación, entonces urge que haya solución a la brevedad, porque la calidad de vida de los tuxtlecos en cuanto a salud, especialmente, estará en riesgo latente.

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