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Aroma de Política

Rita Balboa

Decía el famoso escritor nacionalizado estadounidense y nacido en Austria, Peter Ferdinand Drucker, que “se puede decir que no hay países subdesarrollados sino mal gestionados.” Y tiene razón.

Sobre todo en naciones como México que gozan de grandes riquezas naturales y se ubica en una posición geográfica envidiable.

México pasó de ser un gran productor de alimentos y de contar con una vasta autosuficiencia alimentaria a ser un gran importador, incluso de granos básicos como el maíz.

Uno se pregunta cómo nuestro país, de donde es originario el maíz, y es el principal grano alimenticio de la sociedad, es hoy un gran dependiente del extranjero.

Apenas esta semana, Canadá se sumó a la postura estadounidense de mantener al maíz transgénico como un producto de consumo humano básico, mientras el gobierno mexicano pugna por la no importación de este tipo de maíz como base alimenticia de los mexicanos.

Para ello, basta recordar lo que ocurría hace no mucho, tres décadas, de la capacidad que tenía México para producir alimentos, en este caso los granos, para brindar alimentos a los mexicanos. La paridad de producción y crecimiento poblacional no caminó de la mano. 

Hace casi 30 años, poco después de firmar el Tratado de Libre Comercio de Norteamérica (TLCAN), nuestro país contaba con una autosuficiencia en los 4 principales granos básicos (maíz, trigo, frijol y arroz) de poco más del el 85 por ciento, es decir, solo importábamos el 15% para atender nuestra suficiencia alimentaria.

Apenas el año pasado, en un balance de producción de estos cuatro granos, se concluyó que México solo produce el 56 por ciento de estos granos. Tenemos que importar casi la mitad de este tipo de alimentos para brindarle seguridad alimentaria a las familias mexicanas.

De hecho, de acuerdo con estudios mundiales de alimentación, México ocupa ya el primer lugar mundial en la importación de maíz, superando a China, pues adquiere del exterior el 39% de nuestro consumo, principalmente de maíz amarillo, el mismo que se utiliza para el consumo pecuario, es decir, vacas, puercos, aves, marranos.

Sobre el trigo ni se diga, en el 2022 importamos el 67 por ciento, y en el caso del arroz, el 81% de las necesidades alimentarias de la sociedad mexicana son adquiridas de otros países.

En estados como Chiapas esto es de suma importancia, pues es sabido que miles de familias rurales e indígenas producen maíz, principalmente, y frijol o chenek, como se dice en lenguas mayenses, para poder subsistir.

Es de suma importancia que nuestro país retome el control de la seguridad alimentaria pues es la base del desarrollo de cualquier nación.

Es profundamente necesario que México recurra a herramientas tecnológicas de avanzada, sustentables, y al alcance de los productores mexicanos, para poder alcanzar nuestros objetivos básicos de tener comida.

México tiene como una de sus fuentes principales de suministro de maíz a Estados Unidos, con maíz transgénico, y requerimos invertir en producir a grandes escalas no solo para el consumo nacional, sino incluso como una aspiración para ser exportadores de muchos alimentos no solo granos, sino cárnicos, como aves (como Brasil), puerco (como Dinamarca) y res como Estados Unidos y Canadá.

Tenemos todos los recursos y capacidad humana para convertirnos en una potencia mundial en producción de alimentos, y tenemos que apostarle a aprovechar mejor nuestros recursos de una manera sustentable.

Solo así México podrá dar el gran salto para no ser solo un país maquilador o de exportación de mano de obra, principalmente a Estados Unidos, de la cual dependemos en gran medida, para tener seguridad alimentaria ante episodios difíciles mundiales como la pandemia del COVID-19, u otras crisis mundiales que nos arrinconarían a un lugar al que no podemos ni debemos llegar en caso de que eso ocurriera.

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