Rita Balboa
La crisis migratoria y el futuro mexicano
El último reporte del Instituto Nacional de Migración emitido este fin de semana, señala que en lo que va de este año 2023 (del 1 de enero al 03 de octubre) han sido identificados un millón y medio de extranjeros en situación irregular en el país.
Esto habla de una situación inédita en la historia que obliga tanto a las instituciones mexicanas, principalmente, y a grupos empresariales y asociaciones dedicadas a la protección de los migrantes a pensar, analizar y tomar acciones que permitan enfrentar este fenómeno.
Es indudable que este acontecimiento fue propiciado: 1.- por la decisión del Gobierno de México de abrir sus puertas sin restricciones disciplinadas a las olas migratorias al inicio de esta administración federal; 2.- las crisis económicas y de seguridad en diversas naciones de Asia, África, Europa y Sudamérica, que han orillado a los ciudadanos de estos países a viajar a los Estados Unidos; 3.- al deseo natural desde hace muchos años de habitantes de muchas naciones, de buscar el sueño americano y 4.- a la expansión de grupos criminales de alto poder de incursionar con más fuerza en el triste negocio del tráfico de personas.
El problema de esto es que “el problema ya está aquí”. Si bien al principio de la presente administración, aunque ya desde hacía al menos diez años se atendía este fenómeno desde las instituciones presionadas por organismos y asociaciones internacionales, se impulsó el libre tránsito “regulado” por territorio mexicano, este fue creciendo hasta las cifras antes descritas de un y millón y medio de migrantes arribando a México.
Si bien en ciudades como Tapachula, ubicada a tan solo 40 kilómetros de la frontera con Centroamérica, ya estaban acostumbrados a convivir con migrantes centroamericanos que tomaban de paso esta ciudad para arribar a la frontera norte de México y a los Estados Unidos, no imaginaron nunca el crecimiento tan súbito de los migrantes, y ahora no solo de Centroamérica, sino de países africanos, asiáticos, del Caribe y Sudamérica.
Todo este millón y medio de personas cruzó por Chiapas, principalmente, aunque existen otras rutas fronterizas, y tienen necesidades de alimentación, servicios médicos, de alojamiento, etcétera.
Es común observar las tiendas de autoservicio abarrotadas en Tapachula donde llega a formarse largas filas de migrantes para comprar alimentos básicos o de higiene.
Es pues, este fenómeno, un asunto de Estado con el que tenemos que convivir, sobre todo que esta misma semana el gobierno de Joe Biden anunció que ampliará el muro fronterizo para frenar y/ evitar la llegada de migrantes de todo el mundo.
La primera, por la incursión de grupos delictivos que se infiltran entre los migrantes que buscan trabajo, por la sobrepoblación de habitantes que están en busca de trabajo, y por la crisis económica que enfrenta el Gobierno de los Estados Unidos, además de la amenaza permanente de grupos terroristas de incursionar de forma ilegal a la Unión Americana.
No basta con deportarlos o buscarles un refugio temporal en otros estados de la república mexicana mientras esperan pisar territorio estadounidense, muchos se quedarán en México con necesidades de diversa índole que presiona al Gobierno Mexicano ante la comunidad internacional.
Sobre todo el estado de Chiapas, el cuello de botella, pues es aquí donde miles de migrantes de todo el mundo aguardan desesperados la forma de seguir su camino, con estancias que duran meses en diversos municipios chiapanecos, principalmente Tapachula.
Hasta ahora el Gobierno Mexicano no ha ofrecido propuestas claras de cómo enfrentar el fenómeno migratorio, sobre todo ahora que Joe Biden cambió de estrategia frente a las presiones internas de su país de evitar el arribo de más migrantes.
¿Qué acciones claras y resolutivas se van a tomar en el ámbito de seguridad, sanitario, económico y diplomático? Son preguntas que están en el aire y cuyas respuestas esperamos con ansias los mexicanos.
