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(II)

Jesús Martínez Soriano 

Toronto, Canadá. Es el martes 24 de octubre de este 2023, día de promoción en la mayoría de los cines locales, por lo cual al concluir mi jornada laboral me dirijo, de la estación del metro Sherbourne, en el centro, rumbo al Fox Theatre, situado en Queen Street, en el sureste de la ciudad, casi a las orillas del Lago Ontario. La primera función está programada para las 15:20 horas y el trayecto de Sherbourne a Queen St. East es de unos 30 minutos, por lo cual apresuro el paso. Llego a la estación Main Street en donde abordo el autobús de la Ruta 64 hasta llegar a la intersección de Queen Street y Winneva Avenue. Posteriormente camino rumbo al este, pero, al buscar el número 2236 de Queen Avenue, que es en donde se ubica el Fox Theater; la numeración discordante de la calle me confunde y hace que retroceda algunos metros, para después retornar en la misma dirección. Un adolescente que camina algunos metros adelante de mi, me observa con desconcierto; me le acerco y al preguntarle sobre mi lugar de destino, sonríe y me indica el rumbo en donde se encuentra el cine; incluso se ofrece acompañarme. Le agradezco la cortesía y caminamos juntos. Por lo breve del recorrido solo me alcanza a decir que él vive muy cerca del cine y que ese es un lugar muy conocido en el vecindario, que recién salió de la escuela y se dirige a casa. Yo, por mi parte, apenas le comento que ya había estado varias veces en esa zona porque es muy bonita y que la visito frecuentemente, principalmente el área de la playa, pero que desconocía que hubiera un cine cerca. El adolescente, de unos 13 años de edad, de tez blanca, complexión un poco robusta y aspecto agradable, me escucha sonriente, asintiendo con movimientos de cabeza cada uno de mis comentarios. Llegamos al cine, yo le agradezco su apoyo y me despido de él levantando la mano derecha. Sonriente, el chico hace lo propio mostrándome el pulgar derecho, al tiempo que continúa caminando con dirección hacia el este. Me detengo algunos segundos a las afueras del Fox Theater observando su exterior, con el ansia de conocer su interior.

Un lugar en donde el tiempo pareciera haberse detenido

De los cines independientes y tradicionales que he visitado, como el Kingsway Theater, el Revue Cinema o el Carlton Imagine, el Fox Theater es el que mejor se conserva, el que dispone de la mayor y más atractiva ambientación y, quizá, uno de los más elegantes. Desde que uno llega al cine, empiezan a observarse detalles que llaman la atención de los visitantes. Está localizado en la planta baja de un pequeño edificio antiguo de ladrillo, de tres niveles; en la parte superior de la entrada principal se observa su clásica marquesina luminosa blanco-amarilla con letras negras, en la que se anuncian las películas exhibidas y sus horarios y arriba en letras doradas, en fondo negro, se lee el nombre del cine: FOX. En el costado izquierdo de su entrada principal, se observa su cartelera impresa colocada sobre la pared, en un marco de madera de color negro con cubierta de cristal. Al frente, dos puertas de entrada, una a la derecha y otra a la izquierda, y en medio una pequeña caseta con cubierta de cristal y base de azulejo, en donde se lee en letras luminosas rojas: “Since 1914” (Desde 1914). Después de cruzar la puerta de entrada, subo por unas pequeñas escaleras y camino sobre un elegante pasillo alfombrado de color dorado y café; del lado derecho veo la dulcería, en la que sobresale una enorme caja de cristal repleta de palomitas de maíz y en su interior una máquina de hacer este aperitivo.

Siguiendo de frente hay una puerta de acceso a otro pequeño pasillo en cuyo lado izquierdo se encuentran colocados tres sillones de madera con cojines negros de piel y, del lado derecho, una pared mitad terciopelo rojo y mitad ventanas de madera con cristales trasparentes; en los costados de la misma dos puertas de entrada a la sala, con cortinas de terciopelo rojo. Al ingresar se puede observar su enorme e impresionante sala, con un total de 248 asientos forrados con terciopelo rojo. Caminando por cualesquiera de sus dos pasillos laterales, ambos alfombrados, se observan hileras de 8 sillones en el centro, de tres en el costado izquierdo y cuatro en el derecho. Todo luce, además de antiguo, elegante y extremadamente bien cuidado. Pareciera un cine seminuevo muy similar a los cines de la Ciudad de México de los 80, en donde al ingresar uno tiene la sensación de encontrarse inmerso en esa época o de estar observando un lugar en donde el tiempo pareciera haberse detenido.

Del “The Theater Without a Name” al “Fox Theatre”

El Fox Theater es uno de los más antiguos de Toronto y el único que se ha mantenido en funcionamiento casi de manera ininterrumpida desde su creación hasta hoy en día, aunque no con el mismo nombre. A principios de la segunda década del siglo pasado, antes de ser abierto al público, fue apodado “El Teatro sin Nombre,” debido a que se desconocía como se llamaría, hasta el día de su inauguración. Una semana antes de su apertura, el dueño del inmueble lanzó una convocatoria en el extinto diario The Toronto World para asignarle un nombre a ese nuevo centro de entretenimiento y en la noche de su lanzamiento, el 14 de abril de ese 1914, se dio a conocer el ganador, quien bautizó al cine como “the Pastime” o “el Pasatiempo”. Pero ese nombre no se mantendría por muchos años, toda vez que en el marco de la Primera Guerra Mundial fue rebautizado con el nombre de Príncipe Edward, en honor al entonces heredero de la corona británica. Aunque algunas fuentes ubican ese cambio en el mismo año, 1914, otras señalan que lo anterior ocurrió a raíz de la visita de Edward a Canadá, la cual se realizó en 1919, de acuerdo con información oficial, sugiriendo que fue en este último año cuando el cine cambió de nombre.

Un poco antes, el todavía Pastime fue apodado la Morge debido a su atmosfera austera (asientos duros de madera y paredes de calicie), pero ello también se le atribuye a un asistente, quien en cierto momento señaló que el lugar era tan frío que parecía una Morgue, debido a que el inmueble no contaba con calefacción. El nombre oficial, Príncipe Eduardo, que adquirió el cine, apenas duró alrededor de dos décadas. La abdicación de Edward como Rey del Reino Unido y de los Dominios Británicos de Utramar (a quien Canadá reconoce como soberano), a poco menos de un año de haber ocupado el trono, en 1936, debido a su pretensión de contraer matrimonio con una celebridad estadounidense dos veces divorciada, obligó también a los dueños del cine a cambiarle nuevamente de nombre. Así que en 1937 el entonces cine Prince Edward fue rebautizado como Fox Theater, en honor a los estudios cinematográficos del entonces corporativo 20th Century Fox, con sede en California, Estados Unidos, nombre que conserva hasta hoy en día. (https://localfilmculturestoronto.wordpress.com/exhibition-sites-case-studies/fox-theatre/).

Una atmósfera de auténtica magia cinematográfica

Para cualquier persona que transita por Queen Street, el Fox Theater puede parecer un cine relativamente pequeño, aunque no por ello deja de llamar la atención; pero quien se interna en él no puede dejar de sorprenderse de todo lo que observa y del ambiente mágico que se respira en su interior. La cadena de noticias City News y el prestigiado diario The Toronto Star han recogido testimonios bastante interesantes y conmovedores de varios residentes de The Beaches, el vecindario en donde se localiza el cine, la mayoría de los cuales hacen referencia a sus épocas de infancia y adolescencia, cuando acudían con sus padres a presenciar desde cintas clásicas hasta los estrenos del momento en la pantalla grande del original Pastime. Pete Gray, quien junto con su esposa realizó la fiesta del cumpleaños número 60 de su padre en el Fox Theater, dijo haber seleccionado ese recinto para dicho festejo por los recuerdos gratos que le traerían tanto a sus padres como a él mismo y a su esposa. Por todas esas historias y por todos esos recuerdos, The Star ha denominado al Fox Theater como un sitio de “auténtica magia cinematográfica.” (https://www.thestar.com/life/together/places/who-says-movie-theatres-are-dead-toronto-s-fox-theatre-open-since-1914-is-pure/article_091cc533-66b7-52a4-a102-0dc79d6d34f5.html).

De acuerdo con el sitio Tripadvisor, prácticamente la totalidad de las personas que han visitado el tradicional cine coinciden en señalar que, además de mantener su imagen tradicional, que en los tiempos actuales resulta muy atractiva, el cine posee un encanto especial debido, entre otras cosas, a sus amplios espacios, su ambientación retro, sus asientos de terciopelo, las palomitas de maíz de su dulcería y lo accesible de sus precios (12.50 dólares el boleto). Karen M., una residente del vecindario de Scarborough escribió en ese sitio, después de visitar el Fox Theater: “¡El cine de la nostalgia! Un maravilloso recorrido por el camino de los recuerdos.” (https://www.tripadvisor.com/ShowUserReviews-g155019-d3546196-r396973976-Fox_Theatre-Toronto_Ontario.html).

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