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Un recorrido por los cines tradicionales de Toronto

(I)

Jesús Martínez Soriano 

Toronto, Canadá. Son las 18:00 horas del martes 17 de octubre, justo cuando empieza a oscurecer, pues ahora, en el otoño, los días son más cortos y las noches más largas. Me traslado de la estación St. Patrick del metro, en el centro de la ciudad, al Revue Cinema, ubicado en el número 400 de la Avenida Roncesvalles, al suroeste, muy cerca de Leakshore. Es una tarde fría, en la que el termómetro registra 12 grados Celsius, pero con vientos que, aunque moderados enfrían un poco más el ambiente. Es también una tarde caótica en esa zona por la suspensión del servicio del metro en un tramo de la línea 1, debido a una amenaza de bomba precisamente en la estación St. Patrick, por lo que al no poder trasladarme en metro busco otra alternativa. Llego al cine apenas unos minutos después de las 19:00 horas para presenciar el documental “Salir o permanecer: El espectro del Brexit en las modernas películas de terror británicas.” Más que el evento en sí, lo que en realidad me interesa es conocer el Revue Cinema, uno de los cines más antiguo de Toronto. Y es que aquí, a pesar de que la mayoría de los centros de exhibición cinematográfica se encuentran bajo el dominio de las grandes cadenas comerciales (Cineplex y Landmark), aún subsisten algunos de los pequeños cines independientes, los cuales se niegan a desaparecer. 

 Revue Cinema, el cine más antiguo de Toronto  

 De acuerdo con diversas fuentes, el Revue Cinema es el cine más antiguo de Toronto, el cual fue abierto al público en 1912 con el nombre de Revue Theater, cuyas primeras proyecciones fueron de cine mudo, y a partir de 1929 se introdujo el cine sonoro moderno, casi a la par de lo que ocurría en otras regiones del mundo, particularmente en Estados Unidos. En 1936, en lo que pareció su época de mayor esplendor, el Revue fue adornado con una gran marquesina en el frente y ampliada su capacidad, hasta llegar a contar con 543 asientos. Según puede observarse en las fotografías de aquellos años, su fachada principal era muy parecida a la de muchos de los cines de los 70-80 de México, con un gran letrero rectangular luminoso en su marquesina del frente y una cantidad innumerable de luces al redor del mismo. En la parte central se colocaban los títulos de las películas exhibidas; al centro, en la parte superior resaltaba la letra R mayúscula y en los costados izquierdo y derecho el nombre del teatro: Revue. En 1972 ese histórico lugar fue rebautizado con el nombre que mantiene hasta la actualidad: Revue Cinema. (https://revuecinema.ca/about/history/). 

Justo al finalizar el siglo XX, en el año 2000, en ese centro de diversión fueron sustituidos sus tradicionales asientos de madera por otros nuevos de velour que conserva hasta el día de hoy, con una capacidad ya más limitada: 238 sillones. En 2007 la marquesina del cine colapsó debido a la falta de mantenimiento y a las intensas nevadas; pero en ese mismo año fue reabierto al público como teatro comunitario sin fines de lucro, y en 2014 fue reconstruido, adoptando una nueva imagen, muy similar a la original, la cual perdura hasta la actualidad. Cabe señalar que la sociedad cinematográfica del Revue trabaja con organizaciones de beneficencia y escuelas del vecindario en iniciativas para recaudar fondos y con fines educativos. El cine en mención está insertado en el vecindario de Roncesvalles, en donde a principios del siglo XX se asentó un gran número de inmigrantes provenientes en su mayoría de Europa del Este, predominantemente de Polonia, cuyos descendientes siguen teniendo una importante presencia en ese tradicional barrio. (https://www.torontojourney416.com/revue-theatre/). 

 ¿Cómo luce hoy en día el Revue? 

Desde hace algún tiempo tenía yo deseos de conocer y presenciar alguna película en el Revue Cinema por las referencias que había leído de él y que ahora comparto con los lectores, pero no lo había hecho por diferentes motivos. Cuando lo visité por primera vez, el pasado 17 de octubre, me pareció muy similar a los viejos cines que solía yo visitar en la época de los 80 pero con una apariencia más longeva. Está localizado en una construcción antigua de dos niveles, tiene una fachada austera y una franja horizontal blanca entre los niveles 1 y 2, sobre la que se inscribe el nombre del recinto en letras mayúsculas negras que dice:  REVUE CINEMA, además de una R en medio, iluminadas todas ellas con reflectores de luz cálida colocados en la parte superior. En el centro de la entrada principal se encuentra la taquilla, en una antigua caseta de madera, cuya imagen resultaba familiar en muchos de los viejos cines. El ticket cuesta 17.50 dólares (unos 230 pesos mexicanos), un precio un poco caro comparado con lo que yo he pagado en otros cines similares en día martes (siete dólares en Carlton Cinema y nueve dólares en Imagine Cinemas Market Square). 

Inmediatamente después de la taquilla, en el centro, puede observarse la dulcería, que ocupa un espacio relativamente pequeño, comparado con el resto del inmueble, en donde destaca la inconfundible máquina de hacer palomitas de maíz, y en ambos costados se encuentran las puertas de entrada al recinto. Al ingresar a la única sala del Revue, de primera vista impresiona su dimensión: un rectángulo con un enorme fondo, hileras intercaladas de 6 y 7 asientos en el centro, dos pasillos laterales, y a los costados una hilera más de asientos, cuatro en el costado izquierdo, y tres en el derecho. Muy parecido a los grandes cines de la Ciudad de México, como el Latino o París, localizados sobre Paseo de la Reforma, que ya no existen. El día que yo visité ese cine, asistieron unas 50 personas (un 25% de su capacidad), todas ellas casi por arriba de los 40 años de edad. El documental que se presentaba, que más bien pareció una presentación realizada por una joven de unos 35 años de edad, buscaba explicar cómo, a partir del Brexit, algunos cineastas exploraron temas relacionados con la identidad nacional y la unidad familiar en el grupo de naciones que conforman la Gran Bretaña: Inglaterra, Escocia y Gales, a través del cine de terror. Hay que recordar que el término Brexit hace referencia a la combinación de Britain y exit, cuyo significado es la salida de la Gran Bretaña de la Unión Europea, lo cual se decidió mediante un referéndum realizado en 2016 y cuyo resultado conmovió al mundo en aquel momento.

Un viaje por el túnel del tiempo 

Mi primera sensación al visitar el Revue Cinema aquel martes 17 de octubre consistió en una especie de regresión en el tiempo, pues me hizo recordar la época de estudiante universitario, en las que solía ir frecuentemente al cine con mis compañeros y amigos. Creo que quienes nos inclinamos por el área de las Humanidades y las Ciencias Sociales desarrollamos una gran afición por el llamado séptimo arte. Al concluir la proyección observé que muchos de los asistentes a la función, con quienes me sentí generacionalmente cercano, se quedaban en la calle, a las afueras del cine, saludándose y conversando entre ellos con toda tranquilidad, algunos fumando un cigarrillo, otros con café en mano, pues, aunque el ambiente se sentía frío (unos 10 grados Celsius), aún resultaba agradable permanecer al aire libre. Recordé que eso mismo hacía yo con mis amigos a la salida de los cines Coyoacán, Pecime o Revolución en la Ciudad de México, especialmente en fines de semana, cuando nos encontrábamos mucho más relajados. Para quienes en nuestra etapa de adolescencia y juventud el cine representó no solo una importante vía de entretenimiento, sino también de formación, e invertimos gran parte de nuestro tiempo libre concurriendo a muchos de los hoy viejos escenarios de la llamada pantalla grande, de los que no parecía quedar vestigio, resulta especialmente placentero volver a encontrarse en esos antiguos recintos. Representa un viaje en el túnel del tiempo, en el que afloran las vivencias, las experiencias y los momentos gratos de aquella época de nuestra existencia. Y, de manera inevitable, en mi caso particular, hace resurgir también un sentimiento de nostalgia por encontrarme lejos de mi lugar de origen, por el distanciamiento inexorable de los amigos de juventud, por los recuerdos del pasado, por el tiempo que se ha ido.

Pie de foto: El cine más antiguo de Toronto, localizado en el núm. 400 de la Avenida Roncesvalles

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