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Juan Eduardo Martínez Leyva

Al inicio de la Semana Santa, el candidato del Partido Republicano a la presidencia, Donald Trump, apareció en un video publicado en su plataforma socio-digital, Truth Social, promoviendo la venta de la Biblia. “Todos los estadounidenses necesitan una Biblia en su casa, y yo tengo muchas. Es mi libro favorito”, dijo Trump a sus seguidores en ese video y remató: “Debemos hacer que Estados Unidos vuelva a rezar”.

El ejemplar que se ofrece a un precio de 60 dólares, tiene impresa en la portada una parte de la bandera de las barras y las estrellas, lleva por título: Holy Bible. Con el subtítulo: God bless the USA. El texto bíblico es la versión conocida como la traducción del rey James de Inglaterra; la publicidad dice que “es la única Biblia respaldada por Donald Trump”. La edición contiene además la letra de la canción del cantante country, Lee Greenwood, donde se repite el estribillo God bless the USA y que Trump utiliza como música de inicio en cada concentración pública; los textos de la Constitución, la Declaración de Independencia, el Juramento a la Bandera y la Declaración de Derechos del Buen Pueblo de Virginia.

En las semanas pasadas Trump fue condenado por la justicia a pagar montos millonarios en dos de las decenas de litigios que enfrenta. Las fianzas establecidas por haber apelado las sentencias superan los doscientos cincuenta millones de dólares, los cuales está obligado a exhibir de inmediato. Esta es la razón que, para muchos, explicaría la súbita conversión del personaje en vendedor de biblias.

La supuesta crisis en las finanzas personales del candidato republicano, también lo ha llevado a vender tenis deportivos y otros productos. Hace unos días, en el Centro de Convenciones de Filadelfia, en un gran evento de venta de calzado conocido como Sneaker Con, apareció para vender este tipo de tenis. La canasta de vendimia de la temporada incluye, asimismo, perfumes y colonia para caballeros.

No es la primera vez que Trump incursiona en la venta de artículos mercantiles. Antes de participar en la política utilizó su fama pública para promover la venta de carne, corbatas, toallas para baño, vodka, muebles de oficina, cursos educativos, entre otros.

Lo que ahora ha llamado la atención y ha causado polémica entre diversos sectores de la sociedad norteamericana -religiosos, analistas políticos, periodistas, entre otros- es que, un tipo con las credenciales éticas y de infractor a la ley como Donald Trump, tenga el atrevimiento de vender biblias, el texto que contiene los principios religiosos y fundamentos de la moral cristiana. En este sentido, por ejemplo, David Axelrod, profesor de la Universidad de Chicago, asesor del expresidente Obama y comentarista de la cadena CNN, afirmó que como creyente secular se sentía ofendido. ¿Cómo se atreve a vender la Biblia un tipo que ha violado once de los diez mandamientos?, se preguntaba con sarcasmo.

Otro aspecto que preocupa mucho a algunos es la mezcla de ingredientes de la receta trumpista, los cuales tienen el potencial de inflamar el fanatismo de los seguidores del político republicano. Basta recordar que el 6 de enero del 2021, con el asalto al Capitolio, ya intentaron, sin lograrlo, impedir la transferencia institucional y pacífica del poder presidencial. La venta de la Biblia sería además de estrategia para recaudar fondos, parte de la propaganda política, una peligrosa línea roja que el candidato cruzó deliberadamente.

La teología asociada con el sentimiento ultranacionalista, con la militancia partidista de la extrema derecha y con cierto tipo de identidad racial, constituyen elementos que, juntos, dan vuelo a ese liderazgo político autoritario, intolerante con la diversidad, que puede minar la legitimidad del sistema democrático.

Donald Trump se ha encargado de poner en ese peligroso carril su campaña por la presidencia. Ha insistido en que su lucha por el poder es una cruzada por la defensa de los valores cristianos que los izquierdistas demócratas quieren destruir. Para “energizar” a su base de seguidores más dura, ha recurrido a flagrantes mentiras como que los demócratas están practicando la persecución contra los cristianos. En una Convención religiosa reciente dijo que los demócratas quieren “derribar cruces”. El rechazo a la migración tiene ese cariz religioso y racial. Los migrantes, ha dicho, contaminan la sangre y el espíritu americano.

Los cristianos evangélicos blancos, a pesar de que su número ha venido decreciendo como proporción de la población total, sigue siendo un puntal básico para el partido republicano. Se estima que en las últimas elecciones uno de cada cuatro votantes fueron evangélicos blancos. De ellos, siete de cada diez votaron en favor de los candidatos de ese partido.

Fareed Zakaria, el columnista del periódico The Washington Post y comentarista político, expuso con claridad en su programa GPS de CNN del domingo 7 de abril, las tácticas de campaña de Trump basadas en la fe religiosa y alertaba sobre el peligro de asociar la fe con la política. Dice Zakaria que Estados Unidos está en un proceso acelerado de secularización de su población. Mientras que en los años noventa sólo el 9% de los ciudadanos declaraban no tener afiliación religiosa, este porcentaje había subido al 29% para el año 2020.

Sin embargo, en las votaciones presidenciales del 2020 el 71% del electorado blanco que afirmó asistir con frecuencia a los servicios religiosos, votó por Donald Trump, mientras que sólo el 27% lo hizo por Joe Biden.

La secularización ha sucedido en mayor proporción entre los militantes demócratas. Los demócratas que dijeron estar afiliados a una iglesia pasaron, del 71 % al 46%, entre los años noventa y 2020.

Como lo escribí en un texto anterior, la alianza entre las iglesias cristianas y los políticos conservadores se afianzó desde finales de los años setentas, cuando el pastor Jerry Falwell creó la organización denominada Mayoría Moral, que aglutina a numerosos grupos religiosos en todo el país, con el fin explícito de apoyar a los políticos que se comprometan a defender sus causas, sin importar mucho, al parecer, su calidad ética, como es el caso de Trump.

En una entrevista concedida a la BBC, Sarah Posner, autora del libro Profano: por qué los evangélicos blancos oran en el altar de Donal Trump, confirma que la alianza entre conservadores y evangélicos blancos sigue siendo un factor electoral clave. “La derecha religiosa -dijo Posner-, tiene una operación muy sólida y bien organizada para incentivar el voto, por lo que son muy importantes para que el Partido Republicano gane elecciones.”

Cuando se observa lo que sucede en la política norteamericana se valora aún más la importancia que tiene el Estado laico en una república democrática.

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