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Enhorabuena por los diálogos por la transformación

Letras Desnudas

Mario Caballero

Me gusta la iniciativa que ha emprendido un grupo simpatizante al proyecto de la candidata presidencial, Claudia Sheinbaum, que lleva por nombre “Diálogos por la Transformación”.

Se trata de un ejercicio plural y democrático con la intención de conformar el proyecto de nación con las ideas, propuestas y planteamientos de los empresarios, académicos, científicos, especialistas de las diferentes ramas del conocimiento, docentes, deportistas, artistas, en fin, todos los sectores de la sociedad civil.

Y me gusta porque a contrapelo de los muchos comentarios que se han vertido sobre el llamado “segundo piso” de la Cuarta Transformación, este ejercicio envía el mensaje de que lo que busca el bloque oficialista no es concentrar el poder y retener la Presidencia de la República a como dé lugar.

Todo lo contrario, lo que está logrando es abrir un espacio para el entendimiento y el diálogo con la sociedad, en el que se pueda debatir, entre otras cosas, lo que los ciudadanos anhelan para el porvenir inmediato y sobre la injerencia que tendrán en la futura toma de decisiones.

Estos Diálogos por la Transformación se están llevando a cabo por todo el país de manera simultánea a través de diferentes coordinaciones estatales. En Chiapas el encargado de esta importante tarea es Juan Carlos Gómez Aranda, lo cual también me gusta. Nada mejor que un político profesional y experimentado para realizar esta consulta ciudadana que lleva por banderas la pluralidad, la libertad y la inclusión.

ALGUNOS ARGUMENTOS

¿Cuántas veces hemos visto que se lleven a cabo ejercicios como éste en la antesala de unos comicios presidenciales, en el que se anime la participación ciudadana en la planeación y el diseño de políticas públicas que viene siendo el resultado final de estos Diálogos? Espero que alguien entre los lectores de esta columna lo señale, ya que no recuerdo ningún otro, al menos no en los últimos treinta años. Pero lo importante es que se está ejecutando ahora mismo y de manera exitosa, lo digo por varias razones.

Primero, porque la diversidad enriquece. El ser humano ha podido vivir y desarrollarse durante miles de años gracias a la capacidad de relacionarse, escuchar y comprender a sus semejantes, es decir, por el diálogo.

Si el uso de la voz es vital para estimular las conexiones neuronales, entonces el diálogo es fundamental para alentar y fortalecer las relaciones sociales.

En contrasentido, la ausencia de un verdadero diálogo ha tenido como resultado crisis civilizatorias, como los conflictos sociales, agrarios, estudiantiles o magisteriales que hemos vivido y que se viven en todas partes del mundo. Dicho de otro modo, la pérdida de contacto con el otro ha provocado la fragmentación de la sociedad y ha creado barreras que impiden la comprensión de todo aquello que ignoramos o que sencillamente es diferente.

A nivel gubernamental la cosa se complica todavía más. Ejemplo de ello es lo ocurrido en agosto de 1968, cuando por no darse el diálogo entre el secretario de Gobernación, Luis Echeverría, con los estudiantes y profesores, todo acabó en un episodio sangriento que tras 55 años sigue vigente en la memoria histórica de México.

Me disculpo por lo necia que pudiera parecer la pregunta, pero ¿se pudo haber evitado la masacre de los estudiantes? Por supuesto. Sin embargo, para el presidente Díaz Ordaz el movimiento estudiantil era una amenaza política y, conforme se fueron acercando las Olimpiadas, el gobierno fue cerrándose cada vez más. Se negó a dialogar a pesar de que los alumnos se lo reclamaban y exigían. No erró el Consejo Nacional de Huelga al definir que se estaban enfrentando a un “régimen sordo”.

Los Diálogos por la Transformación tienen la gran virtud de abrir sus oídos a lo que la gente le quiera decir y proponer al futuro gobierno.

La sordera del gobierno siempre ha sido causante de enormes males. Siguiendo el mismo ejemplo, la sordera de Díaz Ordaz resultó ser la típica respuesta de un régimen autoritario que se cierra a piedra y lodo frente a movimientos sociales que ponen en peligro la estabilidad y legitimidad del gobierno.

Por fortuna, los tiempos actuales no se parecen en nada a los de aquel entonces. Y los que hoy buscan alcanzar el poder saben que la mejor vía para alcanzarlo y construir gobiernos exitosos es la democracia participativa.

El diálogo, a la sazón, no sólo es comunicación con el otro, sino es una ventana de oportunidad para erigir en entendimiento con los demás nuevas formas para una mejor convivencia y gobernanza, como es el caso de los Diálogos por la Transformación que está significando un antes y un después en el reencuentro de la sociedad con la clase gobernante.

Y este ejercicio tiene muchos puntos a favor.

Uno: combate la polarización política construyendo consensos e identidad común, que son dos elementos que tanto impidieron los gobiernos anteriores.

Dos: al propiciar la participación de los distintos sectores de la sociedad civil en el intercambio de ideas y propuestas de solución a los diversos temas que más preocupan a la población, coadyuva a la estabilidad y credibilidad de las instituciones públicas, lo que a su vez permite desarrollar gobernabilidad.

Tres: evita improvisaciones. El próximo gobierno debe atender los problemas de salud pública, seguridad, economía y desarrollo social con bases, con políticas públicas bien establecidas y con visión de cambio a corto, mediano y largo plazo, no con ocurrencias del momento.

EN CHIAPAS

La agenda de los Diálogos en el caso de Chiapas contempla la realización de 20 temas, 28 foros y más de 100 mesas de trabajo. Encomiable.

Nadie mejor para explicar en qué consiste esta ardua tarea que el propio coordinador de los Diálogos por la Transformación de Chiapas, Juan Carlos Gómez Aranda: “Estos trabajos deberán de guiarse por el anhelo de que en pleno siglo XXI no deben prevalecer condiciones de desigualdad y falta de oportunidades para amplios sectores de la población, así como priorizar una visión social y de transformación. También, y no podría ser de otra manera en la tierra de la libre expresión, imperará la libertad de propuesta con respeto a la pluralidad de puntos de vista y tolerancia a lo distinto”.

Gómez Aranda es un maestro de la política. Su destacada experiencia en la administración pública, en la que ha desempeñado cargos como el de secretario general de gobierno, le da autoridad para hablar del tema y encabezar esta responsabilidad de escuchar las voces de todos los chiapanecos y construir una propuesta sólida con las conclusiones a las que se llegue después de analizarlas.

Enhorabuena por este ejercicio que al día de hoy lleva miles de propuestas recibidas y que ha sido muy bien respaldado por el candidato a la gubernatura, Eduardo Ramírez Aguilar, quien incluso participó en el primer foro, ya que como bien lo menciona Gómez Aranda: “los chiapanecos quieren proyecto y acción, pasar a la edificación de políticas públicas más asertivas, a las acciones y presupuestos que las apuntalen para arribar a los hechos”.

En fin, si el reto es continuar con la construcción de un Chiapas con cimientos sólidos en su crecimiento y que esté orientado al beneficio de la gran mayoría de la sociedad, bienvenidos sean los Diálogos por la Transformación.

yomariocaballero@gmail.com

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