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Letras Desnudas

Mario Caballero

Pocas muertes como la de Juan Óscar Trinidad Palacios han causado tanta conmoción en la clase política como en la sociedad en general. Su fallecimiento fue noticia nacional. En esta entrega quiero referirme a la pérdida de quien hasta el pasado domingo fuera presidente del Poder Judicial del Estado, no desde el punto de vista personal, que naturalmente me causa mucha tristeza, sino de lo que representa la muerte de un político como él.

Juan Óscar fue un hombre inteligente y culto con el que se podía platicar de todo y debatir a gusto. Era apasionado, pero respetuoso de sus contertulios. En sus argumentos había siempre un tono de humildad y, a la vez, de sabiduría. Sus charlas siempre fueron agradables en las que iban y venían datos y fluía su sentido del humor.

Tuve el gran privilegio de sentarme en varias ocasiones en la misma mesa a platicar con él sobre múltiples temas. Su preferido era Chiapas. Considero que pocos políticos, muy pocos de hecho, conocen y conocieron cada rincón del estado con tanta exactitud como él. Sabía dónde quedaba tal comunidad indígena, tal etnia, dónde se cultivaba el mejor café, dónde se veneraba a dicho santo o dónde estaban ubicadas las zonas de mayor producción agrícola o pecuaria.

Sabía, asimismo, de las dolencias de nuestro estado, que hacía suyas. En la última entrevista que me concedió en julio del año pasado, me dijo que sintió una enorme pena al ver cómo muchas familias en distintas regiones del estado no tienen agua entubada en sus casas, ni piso firme, ni luz eléctrica y menos todavía refrigerador y estufa.

Pero también me refirió que sintió mucha alegría al regresar muchos años después a un pueblo de la costa de Chiapas, perteneciente al municipio de Pijijiapan, y encontrarlo totalmente transformado, con calles pavimentadas, un mercado, agua potable, alumbrado público, distintos comercios y todo gracias a que habían abierto un camino.

Juan Óscar reconocía que había crecido en una familia privilegiada, ya que si nunca tuvo lujos tampoco sufrió carencias. Ahí el motivo por el que le dolía ver cómo hay familias que en pleno Siglo XXI, donde los grandes avances tecnológicos han coadyuvado en la mejora de los sistemas de producción, en los nuevos descubrimientos médicos y en el desarrollo económico de muchos países, no tienen para comer todos los días, para procurarse una vivienda que satisfaga sus necesidades y que no conocen qué es el internet.

“La clase política necesita un cambio de mentalidad”, decía. “Nosotros como servidores públicos estamos obligados no a ocupar solamente un cargo y cumplir hasta donde podamos con las obligaciones que nos fueron encomendadas, ya sea por una autoridad superior o por decisión del pueblo, sino también a reconocer la problemática social, estudiarla y realizar en la medida de nuestras posibilidades y facultades constitucionales las gestiones para darle solución”.

“Hay que ser empáticos con las necesidades de la gente. Ponernos en el lugar del otro. Un político no es aquel que desempeña un puesto: es aquel que entiende que la política es el mejor instrumento para generar mejores condiciones de vida para la ciudadanía, para democratizar los servicios de salud, educación, vivienda y lograr paz social, seguridad y justicia”.

Juan Óscar sabía, como pocos, del régimen político mexicano. Lo había estudiado desde un punto de vista histórico. Aunque también era de esos políticos que conocían el animal por dentro.

Fue diputado local, diputado federal, presidente estatal del Partido Revolucionario Institucional cuando el PRI todavía era ese partido que encabezaba las mayores causas sociales y que trabajaba al lado de la gente y, entre otros cargos, fue oficial mayor del Gobierno del Estado y presidente de la Comisión Estatal de Derechos Humanos de Chiapas. De esta forma, fue como conoció la política mexicana como pocos.

No tengo dudas: Trinidad Palacios era un demócrata liberal. A pesar de ser un hombre letrado y de experiencia en la cosa pública, no se creía dueño de la verdad absoluta. Por el contrario, fomentaba la pluralidad, el debate de las ideas y la tolerancia.

Por esos valores, logró que la Comisión Estatal de Derechos Humanos recuperara su credibilidad. Desde que fue ungido ombudsperson en enero de 2014, se dedicó a la tarea de relanzar y devolver su dimensión social a este organismo que había sido convertido en un instrumento político de cada mandatario en turno.

Puso todo su talento en la divulgación de los derechos humanos, en la realización de recomendaciones y en la exigencia de justicia y reparación de daños. Fue durante su etapa que la CEDH volvió a ser vista por la sociedad como una institución al servicio de los ciudadanos, donde hubo una auténtica defensoría a las víctimas de violencia, a los migrantes y donde hubo una voz potente, la de Trinidad Palacios, ante los abusos de poder.

El martes 16 de enero de 2018, el Congreso del Estado lo eligió por unanimidad como magistrado presidente del Poder Judicial de Chiapas. Llegó en un momento en el que el doctor Rutilio Escandón Cadenas, su antecesor, había logrado consolidar el Nuevo Sistema de Justicia Penal en el estado y cuya labor fue reconocida por diferentes instancias judiciales del país por combatir y prevenir la trata de personas, así como por promover un Estado Democrático de Derecho, que tanto defendió las garantías individuales como los derechos humanos de los chiapanecos.

A pesar de que la vara estaba muy alta, Juan Óscar Trinidad logró que el Poder Judicial se convirtiera en uno de los pilares más fuertes del Estado, acreditado por su desempeño, y las resoluciones emitidas en su seno son ahora referente de constitucionalidad. Asimismo, le dio una visión progresista y humana del Derecho.

El pasado mes de abril, Chiapas fue sede de la Primera Asamblea Plenaria Ordinaria de la Comisión Nacional de Tribunales Superiores de Justicia, en la que fue reconocido su liderazgo.

Este reconocimiento fue justo y merecido. Pues Juan Trinidad construyó un Poder Judicial autónomo, que avala un equilibrio entre poderes que ha sido útil a la sociedad y a la Constitución; un Poder Judicial transparente, sin escándalos de corrupción, ni tráfico de influencias, nepotismo y servilismo; un Poder Judicial virtuoso por su capacidad de conciliar justicia y constitucionalidad, servicio y legalidad, que trabaja de manera colegiada y que se distingue por sus resultados.

Este siete de agosto, por la mañana, acudió al Congreso del Estado para participar en la ceremonia de entrega de la medalla Rosario Castellanos al pintor tzeltal Antonio Ramírez Intzin. Quién diría que a las cuatro y media de la tarde de ese mismo día se iría para siempre. Nadie se lo imaginó. Estaba contento. Se le veía bien.

Su repentina partida nos dolió a muchos. Chiapas no sólo perdió a un político, a un funcionario público, sino a un hombre que durante más cuatro décadas entregó todo su empeño, inteligencia y profesionalismo al servicio de los demás. Por eso personajes como el gobernador Rutilio Escandón se despidió de él en redes sociales lamentando “profundamente el sensible fallecimiento de mi querido amigo Juan Óscar Trinidad Palacios, magistrado presidente del Tribunal Superior de Justicia y del Consejo de la Judicatura”.

Hasta siempre, querido Juan. Tras tu partida queda tu enorme legado, que será inspiración para las futuras generaciones.

@_MarioCaballero

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1 Comentario

  • Constancio Antonio Narvaez Rincon 9 de agosto de 2022

    Sentidos y nobles comentarios. Descanse en paz nuestro querido amigo Juan Trinidad.

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