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Opinión y Propuesta

Andrés Vázquez López

Javier Milei ganó la presidencia de Argentina. El candidato de la ultraderecha será, por decisión de la mayoría de los argentinos, su nuevo presidente. Punto.

Puede gustarnos o no. Pero es un hecho irrebatible. Esto porque quienes tenían voz y voto, eran únicamente los argentinos. Nadie más. Y éstos ya decidieron.

¿Qué le toca hacer al resto de las naciones? Únicamente respetar la decisión soberana tomada por los argentinos y tratar, una vez que comience su mandato, con el nuevo presidente y su Gobierno. Por su personalidad, se prevé que el trato que dé a sus ciudadanos, especialmente a los que no simpatizan con sus ideas; y hacia fuera, con los Gobiernos y organizaciones internacionales con quienes tenga alguna diferencia; sea tosco y grosero. Recordemos que, siendo todavía candidato, tuvo el desacierto moral y político de insultar al propio papa Francisco, quien no sólo es su compatriota, sino que también por efectos de su cargo, es jefe de otro Estado soberano; en este caso, del Vaticano.

Podemos criticarlo. Nuestra democracia lo permite, al igual que criticamos a los políticos mexicanos. Es parte de nuestras libertades. Pero quien no puede hacerlo, por lo menos en público, es algún representante de nuestro país. La razón de que nosotros, los simples ciudadanos de a pie, sí podamos criticar lo ocurrido en aquél país hermano y nuestros representantes no, es la representación que ostentan.

Nosotros no representamos a nadie. Pero un Cónsul, un Embajador o la Canciller, no pueden expresar opiniones sobre lo que ocurre en otros países, porque nos representan ante el mundo y se podría entender que sus opiniones personales, son las de México y eso no es cierto. Además, la Doctrina Estrada, que orienta nuestra política exterior, nos prohíbe intervenir en los asuntos de otro país. Y opinar es una manera de intervenir.

Y si ellos no pueden, mucho menos el presidente de la República, quien, en otras ocasiones, ha recurrido a la legislación mexicana para subrayar la prohibición ya dicha y evitar con ello, opinar sobre alguna situación externa a México. Y, sin embargo, en los casos tanto de Argentina como el de Perú; no ha tenido empacho en opinar públicamente sobre los acontecimientos políticos de dichas naciones.     

En el primer caso, mencionó que, la elección de Milei era “Algo que consideramos (Los mexicanos) que no les va a ayudar (A los argentinos)”. Y calificó el resultado como “autogol”. Aunque después de dar esta opinión, reitero el respeto por dicho resultado electoral. En el segundo caso, de plano ha calificado de usurpadora a la presidenta interina, Dina Boluarte.

No queremos sonar puritanos, pero lo cierto, es que todos los servidores públicos ya mencionados al jurar sus cargos, se comprometen a cumplir y hacer cumplir nuestra Constitución y las leyes que de ella emanan. Y eso los obliga también a respetar la legislación en materia de relaciones exteriores y por ende a no opinar sobre lo que pasa en otros países. Y por lo menos el presidente, no lo ha hecho. Y la verdad, es que el ejemplo, arrastra. México no debe tener un doble criterio, y molestarse cuando algunos políticos, estadounidenses especialmente; opinan de nuestra situación interna, y hacer lo mismo sobre otras naciones. Congruencia y respeto a la ley, obligan.

Ojalá que sí.

Además, opino que es necesario e importante, generar políticas públicas educativas, en relación al cuidado, protección y preservación del ambiente.

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