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Opinión y Propuesta

Andrés Vázquez López

Amable lector, le tengo una consulta. Antes de planteársela, considere que quien esto escribe, reside en ciudad de México y sin embargo no conoce a nadie que haya sido encuestado para elegir a los candidatos de Morena. La pregunta es, ¿usted sí? Por favor, háganoslo saber, ¡no vaya a ser que se trate de un montaje y que la susodicha encuesta no sea más que un mito!

Comenzamos criticando las dizque encuestas de Morena, pero, suponiendo sin conceder que éstas existan, debemos reconocerle a los morenistas que cuando menos ellos las realizaron o de menos las simularon, ya que los del Frente del PRIANRD, ni siquiera eso. Simplemente recordemos que su candidata, Xóchitl Gálvez, “iba” a ser elegida mediante dicho método, pero al final del día, se arrepintieron y cancelaron la consulta, y ello porque ya la candidatura estaba decidida. Dedazo vil, igual que en Morena.

Cabe preguntarse, ¿por qué los partidos políticos mexicanos hacen estas malas simulaciones de presuntos ejercicios democráticos para supuestamente elegir a sus candidatos? ¿Por qué no mejor, simplemente los designan abiertamente y ya? O mejor aún, ¿por qué no los eligen de verdad? Bueno, pues es porque les tienen miedo a los ciudadanos. y es por eso, que no los dejan participar en la toma de decisiones políticas. Es demasiado lo que está en juego.

Con todas las críticas que podamos hacerle al sistema electoral estadounidense, echémosle un vistazo.

En aquél país, los dos grandes Partidos; el Republicano y el Demócrata; llevan a cabo una serie de elecciones primarias a lo largo de prácticamente un año, para ir dando oportunidad a los electores, de ir decidiendo a quién le gustaría que fuera su respectivo candidato presidencial. El ejercicio se repite, obviamente a menor escala, para las gubernaturas y otros cargos de elección, más locales. En dichas elecciones primarias, votan, claro; los ciudadanos que militan y/o simpatizan con el Partido convocante. Pero votan también los llamados “independientes”; es decir, ciudadanos que no pertenecen formalmente a ningún Partido, pero que, debido al interés que tal o cual candidato les suscita, se animan a participar. Un ejercicio como éste, aunque desgastante; tiene la increíble virtud de darle a los electores, en todo momento, el poder de ir decidiendo a qué candidato apoyar y a cuál no, desde la definición misma de las candidaturas y claro, hasta llegar a la elección constitucional de que se trate. Con ello, los Partidos se obligan a respetar lo que los electores les vayan indicando a través de sus votos, pero, más importante aún; a los candidatos les va quedando claro desde el principio, a quién se deben siempre: A los electores.

Terrible mal para la democracia mexicana, que ni Partidos ni candidatos le tomen parecer a los ciudadanos, prácticamente nunca. Ni en la definición de sus procesos internos, como la elección de sus líderes y candidatos, ni en el ejercicio de sus responsabilidades públicas, ya sea en el Ejecutivo o en el Legislativo, de cualquier nivel. Porque entonces, ¿a quién representan?

¿Y qué es lo que hace la diferencia entre ambos países? Simple: La educación y cultura políticas.

Ojalá que los Partidos se animen a tomarle parecer a los ciudadanos. Ello los obligaría a ser institutos políticos de verdad, al servicio de la gente.

Ojalá que sí.

Además, opino que es necesario e importante, generar políticas públicas educativas, en relación al cuidado, protección y preservación del ambiente.

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