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Plácido Morales Vázquez

Letras Desnudas

Mario Caballero

 

Tirando estiércol a la 4T

La llamada Cuarta Transformación va perdiendo rumbo al 2024, en cierto sentido, por los excesos y la codicia de muchos de sus militantes y funcionarios.

El presidente Andrés Manuel López Obrador lo entendió muy bien en la campaña de 2018. Lo que México necesitaba era un cambio profundo en la vida pública, en el que no volvieran a saberse de las malas prácticas de los gobernantes, en el que los políticos no terminaran ricos ni con casas blancas.

Por eso propuso que, en su gobierno, y en todos los gobiernos encabezados por Morena, los funcionarios serían honestos, responsables y comprometidos con las causas del pueblo. No habría más abuso de poder. No más impunidad para los criminales de cuello blanco. No más negocios en lo oscurito. No más nepotismo. No más compadrazgos. Y prometió combatir la corrupción, así como se barren las escaleras: de arriba para abajo.

Ese entendimiento sobre el sentir social le valió que 30 millones de mexicanos salieran a votar por su proyecto de transformación el uno de julio de 2018.

A más de tres años de distancia, aunque el presidente no ha sido descubierto en casos de corrupción y que su popularidad se mantiene alta entre un amplio sector de la sociedad, muchos de sus funcionarios no entendieron el objetivo de su gobierno. Vaya, ni siquiera han fingido hacer caso al mandamiento “cuatroteísta” de no mentir, no robar y no traicionar.

Hay casos de secretarios de Estado que han sido descubiertos desviando recursos públicos para fines personales; presidentes municipales morenistas que han hecho negocios ilegales y cobrado moches de dinero por contratos de obra pública; diputados federales, locales y senadores que, protegidos por la investidura, han esquivado la justicia por casos de violación de menores, acoso, violencia política de género, etcétera. En pocas palabras: están manchando la 4T y la imagen del presidente.

 

EL CASO PLÁCIDO MORALES

Expongo el caso de Plácido Morales Vázquez, un dizque morenista, un dizque izquierdista, cuyo desempeño como presidente magistrado del Tribunal Federal de Conciliación y Arbitraje sigue siendo muy cuestionado, tanto por sus inútiles resultados como por su falta de responsabilidad ante el cargo.

Muchos podrán decir que el gobierno federal, el presidente López Obrador y el partido oficial no tienen vela en el entierro y ni siquiera se manchan por todo lo malo que suceda en dicho tribunal federal y con su presidente, ya que en teoría ese órgano es autónomo y el puesto que ostenta Plácido Morales no depende del Ejecutivo federal.

No es así. En la práctica sabemos que Morales Vázquez nada tiene de funcionario autónomo. En primer lugar, porque ha sido él mismo el que ha dicho hasta el cansancio que López Obrador es su amigo y, por otro lado, es del conocimiento público que obtuvo el puesto no por méritos sino por influencia del propio mandatario. Así que, quiérase o no, su desempeño sí mancha la 4T, a Morena y, por supuesto, a AMLO.

¿Cómo lo hace? Lo explico.

En estas mismas páginas hemos dicho que Plácido Morales tiene una obsesión enfermiza por ser gobernador de Chiapas. En dos ocasiones se ha quedado fuera de ser candidato a la gubernatura. La más reciente fue en 2018. Pero ahora, con miras al 2024, está utilizando todo el aparato del Tribunal Federal de Conciliación y Arbitraje para promover su candidatura.

Ahí está la primera mancha: disponer para sus ambiciones políticas de un órgano federal que fue constituido para impartir justicia en el ámbito laboral.

La falta de cumplimiento a las responsabilidades de su cargo, también representa una mancha pestilente a todo lo que significa la Cuarta Transformación. Si se suponía que a partir de la llegada de Morena al poder todos los funcionarios actuarían con honradez y anteponiendo el interés público sobre el privado, ¿por qué Plácido Morales está más ocupado haciendo proselitismo en Chiapas en lugar de realizar sus funciones como presidente del Tribunal en la Ciudad de México?

No ha sido una, ni dos, ni tres, ni cuatro, sino incontables veces las que ha estado en Chiapas en eventos políticos con distintos alcaldes de la entidad, o tomándose fotos como padrino de generación, o siendo orador en ceremonias honoríficas de personajes ilustres o asistiendo a entregas de placas de transporte público a favor de tal o cual organización civil, como en San Cristóbal de las Casas, por ejemplo, donde su pariente Aquiles Espinosa García, secretario de Movilidad del Gobierno del Estado, dio placas de taxi para un grupo de mujeres. Él, supuestamente, fue el gestor.

No olvidemos que el miércoles 17 de noviembre también asistió al evento público en el que el gobierno de Tuxtla Gutiérrez le entregó la Medalla al Mérito Ciudadano “Joaquín Miguel Gutiérrez” al exgobernador Patrocinio González Blanco Garrido (q.e.p.d.).

¿Y todo esto para qué? Para mostrarse en público.

Empero, ¿no es corrupción cobrar un sueldo sin trabajar? En ese sentido, se dice que los recursos que utiliza para viajar constantemente a Chiapas son del tribunal.

 

“VOY A ESTAR EN LA BOLETA”

Hace unos días, rindió el informe anual de actividades del Tribunal Federal de Conciliación y Arbitraje correspondiente al periodo 2020-2021. Pero en todo su discurso nada quedó claro sobre los avances que ha obtenido el país en materia de justicia laboral, ni siquiera de si la nueva reforma en la materia ha logrado resolver los históricos problemas de la relación obrero-patronal. Nada de eso.

Todo el tiempo se fue en derrochar alabanzas al presidente de la República, en aplaudir los anhelos (que no logros) de transformación de la patria y en reiterar que, y cito: “la Cuarta Transformación no es un proyecto ni un plan, ni mucho menos un discurso, es un proceso gestado en las entrañas mismas de la sociedad mexicana. El presidente Andrés Manuel López Obrador escudriñó los sentimientos de las diferentes capas sociales que conforman al pueblo de México”.

En fin, de lo único que puede estar orgulloso Plácido Morales es de haber logrado transformar un informe en un acto proselitista, ya que además ¿tenía algo qué informar en realidad sabiendo que está más tiempo aquí en Chiapas que en su oficina? Es vox populi que mencionado tribunal lo dirige desde su rancho en Coita, donde incluso está hasta más de tres días entre semana.

Para el colmo, en la entrevista que dio para los poquísimos medios que cubrieron el evento, entre ellos uno local, nada dijo sobre su gestión en el tribunal sino habló de sus aspiraciones a ser candidato de Morena a la candidatura. “Si hay condiciones, voy a estar en la boleta”, dijo.

Muy lamentable. En lugar de estar hablando de que los aliados del lópezobradorismo están luchando duro contra los problemas que el presidente prometió resolver durante su sexenio, es decir, la corrupción y los abusos de poder, henos aquí hablando de que uno de sus amigos, Plácido, está tirando estiércol sobre la Cuarta Transformación.

Las posibles consecuencias por el mal desempeño de Plácido Morales pueden ser enormes para el gobierno y para Morena, que ni el presidente ni los morenistas deberían ignorar. La pregunta es si lo seguirán ignorando. O mejor dicho, tolerando.

 

@_MarioCaballero

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