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Oportunismo fallido, el de Sabines

A una semana de la marcha que lideró el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, se rescató un par de fotografías de quien fuera el gobernador de Chiapas, Juan Sabines Guerrero, quien, junto con su esposa, intentaron llegar hasta el mandatario para decirles acá estoy presente, lo “apoyamos”, pero qué cree, por más que intentaba adentrarse al grupo que encabezaba la manifestación, quedaron rezagados.

Y qué bueno que AMLO no tuvo la desdicha de verlo, porque entonces le vendría a la mente que en Chiapas existe un descontento generalizado por la corrupción que imperó con el “ciclón del sureste”, quien, eso sí, se llevó todo lo que pudo.

También se lamentaría que a Chiapas le ha quedado mal en este tema por no llevar a juicio a Sabines, quien dejó en bancarrota al gobierno, con repercusiones serias en lo social.

Andrés Manuel López Obrador sabe y conoce todas las mentiras que Sabines operó. Si lo hubiera visto y saludado, le hubiera dicho “qué pasó con la estación de biodiesel que se construyó en Tuxtla Gutiérrez y cuyo combustible anticontaminante operarían las unidades llamadas Conejobús, las cuales, por cierto, pasaron a mejor vida. Sé que están destartaladas en un terreno en Tuxtla”.

Lo mismo sucedió en Tapachula, cuya operación de las unidades fueron un fiasco del tamaño del mundo, zona por cierto donde sus habitantes no quieren saber que busque regresar a intentar inmiscuirse en el proceso electoral del 2024 porque ya se la cantaron que no saldrá bien librado.

Ahora que el presidente conoció las intenciones de la familia Sabines Aguilera, debe tener sobre su escritorio las promesas de gobierno de que con la estación sería Chiapas el estado pionero en todo el continente en utilizar el transporte colectivo con 100 por ciento de biodiesel”.

Esta mentira descomunal, desproporcionada, es una muestra de cómo el ex gobernador jugó con la fe y la confianza de un pueblo que añoraba buenas noticias para salir del atolladero económico en la que se encontraba.

Hoy el mandatario federal seguramente querrá transparentar sus dichos de que quienes hayan cometido actos de corrupción deben ser castigados y en esta postura está Juan Sabines quien, en este único caso, se gastó supuestamente 7 millones 61 mil 85 pesos y 10 centavos para hacerla realidad.

Sin embargo, la realidad es otra, la estación es un “elefante blanco”, convertido en chatarra, en el que sus instalaciones y sus dos tanques con capacidad de almacenamiento de 80 mil litros lucen abandonadas y carcomidas por oxidación.

Pero no sólo eso, también reportó que en el proyecto general “Fomento a la comercialización del biodiesel”, se destinaron 23 millones 732 mil 756 pesos con 77 centavos para el estudio de costos y mercado nacional e internacional del biodiesel, así como para la gestión comercial del biodiesel. Los números no son inventados, están inscritos el Tomo II Orientación funcional del gasto de la Cuenta Pública Estatal 2011.

Por eso decimos que la aparición de Sabines en la marcha convocada por AMLO fue oportunismo puro que no le salió como él hubiese querido. Hoy el presidente sabe que, en este tema a los pobladores de las dos ciudades más importantes de Chiapas, Sabines les vio la cara. Tapachula y Tuxtla Gutiérrez lamentan que la contaminación ambiental sea hoy la principal causa de enfermedades relacionadas.

Si el ex gobernador no hubiese engañado, la situación sería diferente. Pero no, Chiapas se ha convertido en el conejito de indias con experimentos disfrazados de grandes proyectos, cuyo fin era distraer para llevar a cabo actos bien planeados de corrupción.

No por ello, actores políticos de actualidad califican el hecho como una farsa protagonizada por Sabines y respaldada en ese entonces por el presidente Felipe Calderón Hinojosa

Servando Cruz Solís, presidente de la Barra Chiapaneca de Abogados, lo resume muy bien: “es un monumento a la ineptitud y a la corrupción, fue un proyecto del transporte público que nació enfermo, por lo que su mala ejecución sigue siendo una tema político-social del que nadie quiere hablar”.

Lo cierto es que este proyecto, uno de los cientos de mentiras que hizo Sabines Guerrero durante su administración, quebrantó la economía de cientos de conductores y concesionarios de las principales rutas de Tuxtla y Tapachula.

Por eso a Sabines no le queda que se dé baños de pueblo, cuando realmente se conoce cuál es su status. AMLO lo sabe, lo conoce, pero por alguna circunstancia, no ha querido actuar con el ahora Cónsul de Orlando en Florida. Ojalá que no sea demasiado tarde cuando reaccione.

El mismo canciller Marcelo Ebrard debe ser la pieza importante para romper la cadena maliciosa de la que aún se sujeta el malqueriente de Sabines para irse al abismo. Su remoción debe estar ya sobre el escritorio de Andrés Manuel y que sea él quien decida qué procede. De lo contrario, como se ha dicho en algunas entregas, el tiempo los ubicará en la historia.

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