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“La Chiapanequidad”, el proyecto que busca ERA alcanzar en los pueblos indígenas

Sorprende la intensidad y el aplomo mostrado por el candidato de la coalición Juntos Haremos Historia, Eduardo Ramírez Aguilar (ERA), luego de visitar como mínimo una docena de municipios indígenas y cuya peculiaridad es que presentan algunos conflictos internos o de carácter político.

Ramírez Aguilar, con este tipo de actos y de compromisos, marca una diferencia abismal sobre sus contrincantes mujeres que también andan en una medianía de campaña para buscar el voto de los chiapanecos.

De buenas a primera, no es fácil llegar a estos municipios donde la pasión por la política y de sus líderes se convierte en un serio dilema para el gobierno, pues tienen que sopesar lo que determinan las autoridades que se rigen por usos y costumbres.

Durante la semana pasada, Eduardo Ramírez, el “Jaguar”, estuvo en los municipios de Chanal, San Cristóbal de Las Casas, Chalchihuitán, Chenalhó, San Juan Cancuc, Tenejapa, Huixtán, Oxchuc, Chamula, San Andrés Larráinzar y Zinacantán. Todos de corte indígena, y por lo menos en la mitad de ellos con problemas que requieren una atención prioritaria para que los conflictos no sigan avanzando.

A ERA lo consideran el “misionero de la paz” y esto, de inicio, es una gran responsabilidad que el candidato asumió sin cortapisas. Es más, esa fortaleza que muestra de ser un aliado de los pueblos étnicos, tiene sentido cuando puso énfasis en el respeto que debe prevalecer entre todos, en que debe priorizarse y prevalecer la paz, la armonía, la reconciliación y la esperanza de que se pueden alcanzar acuerdos para llegar al bienestar deseado.

Sin duda que esto es un gran reto, pero más trascendencia tiene cuando se asume como la atención y extensión de un salvoconducto que tiene que conducir en el resultado de buenos términos.

No se trata de rollo o demagogia, se trata de ver la realidad. Nos debe ocupar que los históricos problemas entre hermanos tienen solución. Dirimir las diferencias tienen que ser encabezadas por un líder, al que le tengan confianza, y acá es donde Ramírez Aguilar debe tener cuidado, porque su prosapia de líder no le alcanzará para estar en todos los lugares al mismo tiempo.

Su gente de confianza que le acompaña debe tener la capacidad de negociación y de resolver en lo inmediato. La firma de éstos debe ser tan válida y de confianza como la del mismo Ramírez Aguilar.

Decimos que la esperanza es lo último que debe “morir” y ésta, sin duda, es lo que tienen en la mente y puesto sobre la mesa de negociaciones, los grupos étnicos, a quienes hay que reconocerles que han soportado de manera estoica los agravios que pasadas administraciones les han indilgado.

Ya no son tiempos de explotación, es más, se viven tiempos de avances tecnológicos que a la par de lo que dictan los usos y costumbres, la población étnica ya no sabe dejarse y está en su derecho de exigir.

Hoy lo que debe ponderarse es que los programas y proyectos que el gobierno tenga preparados impulsar, deben de ser con respuesta de participación de hombres y mujeres que busquen salir del marasmo en que se encuentran sus comunidades.

Sus recorridos durante seis días en la zona Altos dejaron esperanza de que habrá solución a las diferencias, y algo que agradó a los indígenas fue que el candidato evocó la figura de quien fuera obispo de la Diócesis de San Cristóbal de Las Casas, Samuel Ruiz, el “Tatik”, “El Caminante”, quien salió de la Diócesis a los pueblos indígenas a encontrar los problemas, pero a la vez las soluciones.

Cuando Eduardo Ramírez Aguilar pronunció las palabras Jam Ach’ulel (abre tu consciencia), la gente entendió que el mensaje no es más odio, no más violencia. Lo que el candidato añora es que el llamado al sentimiento de hermandad, de priorizar la armonía en nuestro ser, tiene que impactar en la colectividad, tiene que ir asimilándose como lo mejor que nos puede pasar.

Hay mucho que hacer, hay mucho de demostrar a los propios mexicanos y al mundo entero que la cultura de los pueblos indígenas está en otro nivel, no sólo los disturbios o en las acciones de ingobernabilidad que algunos actores aprovechan para sacar raja, no. “Su mística y cosmovisión dará pie para que “El Jaguar” emprenda en su gobierno el proyecto cultural “La Chiapanequidad”.

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