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Juan Carlos Gómez Aranda

La semana pasada inició el último año de gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador y a pesar de la simbólica entrega del bastón de mando y del traspaso del liderazgo de su movimiento político, hasta ahora él es quien sigue llevando la voz cantante como interprete principal de las acciones del gobierno federal y de la realidad nacional. No hay espacio para otros voceros ni protagonistas que dicten la agenda de comunicación, unos porque no han sido capaces de desarrollar una narrativa propia y otros porque temen pronunciar la nota discordante con la definición desde Palacio Nacional de los temas sustantivos del país.

Sin embargo, las cosas van a cambiar muy pronto porque los nuevos actores nacionales y locales tendrán que crear un discurso personal y partidario sobre su visión de los problemas que agobian a los mexicanos y, sobre todo, las soluciones que vislumbran. Los electores esperan propuestas viables y efectivas para encarar la falta de oportunidades de trabajo o la inseguridad que campea en regiones enteras, pero que algunos gobernadores se empeñan en negar esperando que el problema desaparezca con solo no invocarlo.

Resuelto el tema de su sucesión, el presidente se ha enfocado a trabajar, concentrado en sus temas prioritarios: la terminación de obras emblemáticas de infraestructura; el Tren Maya, la refinería de Dos Bocas, el Aeropuerto Felipe Ángeles y el Proyecto Transístmico serán su legado material más importante. Mientras, otros asuntos son atendidos para que lleguen al fin del sexenio con un margen de manejo aceptable a la hora de entregar la estafeta.

Las cosas le han salido bien al presidente López Obrador. Por un lado, su favorita, Claudia Sheinbaum, arrancó con una amplia ventaja en las encuestas de opinión, mientras continúa el asedio a Xóchitl Gálvez, a pesar de los llamados fallidos de la autoridad electoral. Sheinbaum se mueve con la soltura que le da saberse puntera por más de 20 puntos de ventaja en las preferencias según mediciones públicas recientes, mientras que Gálvez se nota emproblemada en encontrar el tono de su discurso y hasta en la conformación de su equipo de campaña.

Es cierto, aún estamos cerca del inicio constitucional de la competencia y faltan ocho meses para le elección. Existe tiempo para colocarse de mejor manera en las encuestas –que finalmente solo son una fotografía del momento– y lograr mayor reconocimiento de la población. El asunto está en cómo hacerlo, cuándo y con quiénes como compañeros de travesía.

Por otra parte, en breve veremos el arribo a la escena de cientos de aspirantes que disputarán cámaras, micrófonos y portadas de los diarios para arrebatar quizás, el monopolio de la información política y mirada –crítica y condescendiente– de los asuntos fundamentales del país. Morena informó que se registraron 285 personas para participar por la candidatura de ocho gubernaturas y la jefatura de Gobierno de la Ciudad de México. A esta cifra será necesario añadir las propuestas de la dirigencia nacional, después de que los gobernadores abrumaron con sus prospectos los Consejos Estatales de su partido, y también falta agregar a los aspirantes del Frente opositor y de Movimiento Ciudadano.

La efervescencia es inminente en algunos de los centros de gravedad política. Morena anunció ayer que mañana se publicarán los resultados de las encuestas de reconocimiento para los aspirantes a la Coordinación de Defensa de la Transformación en nueve entidades y que el viernes se darán a conocer los nombres de los perfiles que participarán en la encuesta final para definir las candidaturas.

El presidente de Morena, Mario Delgado, explicó que la Comisión Nacional de Elecciones definirá la lista final de participantes de cada entidad a partir de tres criterios: valoración de las propuestas que hicieron los consejos estatales porque los gobernadores se sirvieron con la cuchara grande, de los resultados de las encuestas de reconocimiento y la valoración política de cada uno de los perfiles. No lo dijo Delgado, pero en algunos casos como Chiapas, tendrá que hacerse también una valoración de diversos factores: situación social, gobernabilidad, seguridad y combate al crimen organizado… y al desorganizado.

Del lado del Frente opositor, lejos han llegado a partir de la irrupción de Xóchitl Gálvez a la candidatura, pero ahora tienen que lidiar contra la percepción de que su campaña se ha desinflado y a que, otra vez, están atrás en la definición de sus prospectos a las gubernaturas.

Propios y extraños, incluidos los que consideran que los reflectores se inventaron para ellos, serán voces que ensordecerán el firmamento electoral disputando al presidente el monopolio de la agenda política y mediática que ha construido desde la exitosa, para sus fines, conferencia de prensa diaria coloquialmente llamada La Mañanera, que en mucho le ha ayudado a llegar a su quinto año con aliento y sin dar ni pedir tregua a sus adversarios.

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