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Letras Desnudas

Mario Caballero

Los años que llevo ejerciendo el periodismo me han enseñado que en la viña del Señor hay políticos buenos, políticos superhéroes, políticos malos y políticos perversos. No soy quién para dar por válida esta clasificación; sin embargo, no pocos estarán de acuerdo conmigo.

Los políticos buenos, que también merecen respeto y honor, son aquellos que además de ser justos, piadosos y solidarios, también son exitosos en el desempeño de sus responsabilidades públicas. Se les identifica con facilidad porque tienen esa tendencia a asumir un compromiso real y firme con la sociedad a la cual representan o gobiernan. Entregan buenos resultados y anteponen el interés colectivo al personal.

Los políticos superhéroes son los que se creen los salvadores de la patria. A la par de demagogos, son populistas. Antes de alcanzar el poder, sienten que encarnan al pueblo. Cuando lo alcanzan, se convierten en semidioses que acaban con la pobreza por decreto y establecen la felicidad por fe. Su popularidad es la base en la que reside su poder, más no así los buenos de su gobierno. Inclusive, dividen el pueblo entre buenos y malos y los confrontan en una lucha para hacer más creíble su hazaña épica.

Los políticos malos, obvio, son los que cuyo único interés es el beneficio personal. Les vale una pura y dos con sal las necesidades y sufrimientos de la gente, y se pasan por el arco del triunfo todo el conjunto legal vigente. No tienen el menor recato y la sensibilidad por el dolor ajeno. Son capaces de pasar hasta por encima de su propia madre si con eso obtienen más poder y más dinero.

Los últimos en esta clasificación son incluso tema de estudio. Nicolás Maquiavelo les dedicó todo un capítulo de su obra magna El Príncipe, que tiene como título “De los que llegaron al principado mediante crímenes”.

El filósofo italiano, considerado el padre de la Ciencia Política moderna, analiza el tema de los políticos que ascendieron al poder “por el camino de perversidades y delitos”. Pone como botón de muestra el caso del “siciliano Agátocles, hombre no sólo de condición oscura, sino baja y abyecta, [que] se convirtió en rey de Siracusa. Hijo de un alfarero, llevó una conducta reprochable en todos los periodos de su vida; sin embargo, acompañó siempre sus maldades con tanto ánimo y tanto vigor físico, que entrado en la milicia, llegó a ser, ascendiendo grado por grado, pretor de Siracusa”.

De Agátocles, pocas fueron sus virtudes: “No adquirió la soberanía por el favor de nadie […] sino merced a sus grados militares que se había ganado a costa de mil sacrificios y peligros; y se mantuvo en mérito a sus enérgicas y temerarias medidas”. Además, se caracterizó por “matar a los conciudadanos, traicionar a los amigos y carecer de fe, de piedad y de religión”. Con estas características, concluye Maquiavelo, “se puede adquirir poder, pero no gloria”.

PERVERSOS

En el México actual hay pocos políticos que asesinan, pero hay muchos que mienten, chantajean, traicionan, amenazan, estafan, espían, calumnian, difaman, extorsionan, sobornan o, en fin, cometen todo tipo de tropelías y actos reprobables con la intención de hacer daño a sus adversarios y alcanzar el poder. En esta temporada electoral, abundan como buitres alrededor de la carroña. Cuidado con ellos.

En el ambiente político local hay muchos que destacan por su perversidad. Uno de ellos, sin lugar a dudas, es Ismael Brito Mazariegos. Eduardo Ramírez debería tener cuidado con él.

De Brito hay tanta tela de donde cortar que es difícil elegir por dónde empezar. Pero comenzaré por abordar que es de esos políticos que a la primera oportunidad te clavan el puñal por la espalda. Él lo hizo ni más ni menos que con el gobernador Rutilio Escandón Cadenas, quien le dio toda su confianza, lo posicionó, le dio poder e injerencia en las decisiones más importantes del Gobierno del Estado. A pesar de ello, lo traicionó.

Al poco tiempo de haber iniciado la presente administración, se descubrió que un grupo de sus colaboradores más cercanos extorsionaba y exigía contratos de obra a otros funcionarios del gabinete. En el colmo, no lo hacían a nombre de Brito, sino del gobernador.

Este asunto no quedó impune. El mandatario chiapaneco ordenó que el caso fuera investigado y al menos cinco de esos funcionarios terminaron en la cárcel. A la par, Ismael Brito quedó relegado. Tanto así que su posición dentro del gobierno fue lo más parecido a un mero artículo decorativo. Por la lástima que le tuvieron es que continuó dentro de la estructura gubernamental.

Obvio, no le gustó la decisión tomada por su jefe. Por eso, con sus lacayos preferidos, comenzó a abrirse paso rumbo a las elecciones de este año, poniendo su mirada en el Gobierno del Estado. Total, después de haber mancillado con corrupción y abusos de poder la reputación y el prestigio del gobierno de don Rutilio, terminó por salirse del huacal y construyendo una red de complicidades que debería ser puesta bajo la mira de la justicia.

Entre sus principales cómplices está Uriel Estrada Martínez, todavía titular de la Auditoría Superior del Estado, con quien se le vincula en posibles actos de extorsión en contra de los presidentes municipales, a los que según todo este tiempo les vinieron exigiendo fuertes sumas de dinero y contratos de obra a cambio de no hacerles observaciones en la Cuenta Pública.

Otro de ellos es Sergio Aguilar Rivera, quien pasó de ser maestro de Educación Física a secretario ejecutivo del Sistema Estatal de Seguridad Pública.

Se cuenta que este personaje, con la protección de Ismael Brito, ha condicionado a los presidentes municipales la entrega de patrullas, equipo y uniformes para los elementos policiacos, recibiendo a cambio importantes moches en efectivo. Ahí que no sea extraño que hoy sea dueño de empresas, residencias, automóviles de lujo y vista ropa de marcas exclusivas.

Pero no hay dos sin tres. El tercero en esta red de corrupción es Freddy Escobar Sánchez, alias el “medio metro”, quien está señalado, entre otras cosas, de exigir diezmos a los contratistas y cobrar comisiones a los proveedores por la adquisición de paquetes de láminas y material de construcción durante su gestión como titular de la Promotora de Vivienda Chiapas.

Por si fuera poco, también está acusado de utilizar los beneficios de la institución para promoverse políticamente rumbo a la presidencia municipal de Tapachula. Irónicamente, él que ha sido señalado de aprovechar recursos públicos en su propio beneficio, quiere ser candidato por el partido que le declaró la guerra a la corrupción: Morena.

Y los tres les concedieron puestos a los recomendados de Brito, convirtiendo las dependencias a su cargo en agencias de colocaciones.

No es todo. También estuvieron involucrados en la campaña de desprestigio que Ismael Brito dirigió en contra del candidato a la gubernatura, Eduardo Ramírez Aguilar, quien como lo mencionamos quería esta postulación.

JUSTICIA: LA EXIGENCIA

Es deseable que durante el próximo gobierno, seguramente encabezado por Ramírez Aguilar, les cierre el paso a estos personajes que son los Agátocles modernos y los ponga de frente a la justicia, ya que Chiapas no puede seguir siendo presa de políticos perversos.

yomariocaballero@gmail.com

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