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Aldama, un municipio con hombres de plomo

Ainer Marroquín/Diario de Chiapas

En Aldama, Chiapas, cada vez son más los hombres y mujeres que viven con plomo en su interior.

La lista es larga porque cada día salen nuevas historias de heridos, pero el protagonista es el mismo de los últimos años: las balas; pequeños artefactos que le están arrebatando la vida y los sueños a las y los habitantes de este municipio indígena.

Vivir con miedo por los constantes ataques armados que provienen de Santa Martha, Chenalhó —en contra de comunidades de Aldama— sigue siendo una realidad y una nueva forma de vida, que nadie acepta, pero que hiere física, psicológica y espiritualmente a cientos de habitantes.

SOBREVIVIENTES DE UNA GUERRA INVISIBLE

Andrés Jiménez Pérez, habitante de 39 de años de la comunidad de San Pedro Cotzilnam, narra —con un nudo en la garganta— lo que es vivir herido, de arrastrarse por heridas de bala en su pierna, lesión que a la fecha lo mantiene postrado por no haber recibido atención médica de calidad, y por omisión del Estado.

Limpiando cafetales, recuerda que fue la última actividad que pudo realizar; la bala le perforó la pierna izquierda, así como entró salió, pero dejando esquirlas en su interior.

“Me ‘dijieron’ que cruzó, pero no sabemos pues si es cierto… porque siento que no está quedando bien ahorita, porque ya llevo ocho semanas con ésta, esa es mi preocupación”.

Agrega que un par de meses de haber sido herido le causa incertidumbre regresar al Hospital de Las Culturas, porque “sé que no quieren atender pues, esa es mi preocupación”.

Sin ocultar su tristeza y las muletas que lo acompañan a lado de la leña, confiesa que la herida duele y duele, y ese dolor baja a toda su pierna, “necesito medicamento para que quede bien… es lo que estoy pensando, que quiero ir a consulta”.

Sin embargo, no a todos los sobrevivientes les va igual. José Guadalupe Jiménez Sántiz, de 30 años, indica que, a 21 meses de haber sido atacado por detrás, por la espalda, no se recupera.

“Ya casi van a cumplir dos años en abril cuando me pasó esto, escuchamos varios disparos e iba caminando… los médicos me dijeron que no me podían operar, que la bala quedó incrustada en la columna, me dijeron que no se podía operar… me dijeron que me iba a quedar cuadripléjico”.

SIN GARANTÍAS PARA LA VIDA

Postrado en una silla de ruedas, relata que su estilo y forma de vida se estancó por no poder mover su cuerpo, pero que con apoyo del Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de Las Casas (Frayba), recuperó la esperanza y la fuerza en sus brazos.

No me quedé conforme con este (diagnóstico), me mandaron de regreso a mi casa… fueron como unos dos meses más y me dijeron que sí me podían revalorar en México, y ya me mandaron hasta México, fue en junio de 2019 en el Instituto Nacional de Rehabilitación y ya ahí me dijeron pues me dijeron que sí se puede operar, nada más que tenía que conseguir los materiales”.

Jiménez Sántiz precisa que desde el 1° de diciembre de 2020 cambió de sentimientos, al notar y saber que puede recuperar la movilidad de toda su anatomía, pero para tal hazaña es necesario viajar a la Ciudad de México para continuar con su proceso de rehabilitación, porque en Chiapas no hay atención y apoyo para adultos con problemas motrices.

“Me dijeron los doctores que no hay… tengo que ir hasta allá para que me puedan seguir dando seguimiento”.

En consecuencia, invita al Estado a conocer su historia y lo que le motiva para regresar como antes, cuando podía caminar y correr de las balas.

“Quiero seguir trabajando como antes, tengo tres hijos, nadie está manteniendo más que mi esposa. Ella está trabajando en artesanías… además trabajamos en miel, ella está vendiendo miel, me está apoyando ella”.

“ESTOY EMPEORANDO”

Artemio Pérez Pérez, de 20 años, narra que entre más pasan los días su estado de salud se complica, porque el ayuntamiento de Aldama, el Estado y la Federación no se han hecho responsables de los compromisos de indemnizar a los heridos y muertos de Aldama, los cuales suman 26 y cinco, respectivamente, hasta la fecha le han ‘dado la espalda’.

Pese a los acuerdos de paz firmados, Artemio Pérez recuerda que el histórico anuncio no importó para que fuera baleado y posteriormente perdiera el movimiento de su cuerpo por la gravedad de la herida.

“En parte de la columna, cruzó mis pulmones. Tengo más de tres meses sin poder caminar… aquí no es mi comunidad, aquí estoy rentando la casa, mi comunidad es paraje Tabak, donde fue herida Isabel”.

Con esta afección, llama a las autoridades competentes a que lo ayuden porque está empeorando.

“También necesito la operación, es que la bala quedó en esta parte, no la operaron, ahí quedó… estoy empeorando ya, es que no es igual que mi cuerpo este; estoy con la sonda, no puedo ir al baño”.

Lamenta que el gobierno no solucione el problema, porque además de necesitar de su apoyo para mejorar su salud, se siguen acumulando los heridos por balas por no dar una solución real al conflicto. Por lo que, en menos de dos años, son decenas de habitantes quienes han sido lastimados con armas de fuego, quienes en su mayoría —hombres— cargan con balas y fragmentos de éstas.

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