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Un millón de estudiantes retornaron a sus aulas en la ciudad de Nueva York –el sistema de educación pública más grande del país– hace una semana por primera vez en unos 18 meses, entre escenas de alegría, entusiasmo, ansiedad, confusión y preocupación, con la incesante incertidumbre que provoca la pandemia en esta capital mundial y su manejo político, y con experiencias alarmantes en otras partes del país que han puesto en riesgo las vidas de estudiantes y trabajadores de la educación.

Aunque la ciudad de Nueva York ha implementado medidas que incluyen el uso obligatorio de cubrebocas dentro de los planteles, mandatos de vacunación para maestros y otros trabajadores, pruebas rutinarias, sistemas para rastrear contagios, cuarentenas para contagiados, y ha mejorado sistemas de ventilación y filtración de aire, pocos están convencidos de que ya se puede volver a un funcionamiento “normal” de la educación.

El de Nueva York es el experimento más grande del país en un retorno presencial a las escuelas, y a diferencia de algunas otras ciudades, el gobierno municipal no está ofreciendo una opción virtual para aquellos que temen asistir en persona.

El alcalde Bill de Blasio y su gobierno, junto con el gremio local de maestros, han apostado que después de mejorar los sistemas de ventilación y de limpieza en edificios escolares en una ciudad con una de las tasas más altas de vacunación en el país, el arranque será un éxito que se podrá sostener a lo largo del año escolar.

Pero maestros entrevistados por La Jornada, todos los cuales desean un retorno a clases presenciales, sospechan que los políticos están dispuestos a poner en riesgo la salud de maestros y otros trabajadores de educación a cambio de pretender que están haciendo todo bien. “No podemos aceptar que han hecho apenas lo mínimo, en lugar de lo máximo; a fin de cuentas estamos hablando de la salud de niños y educadores”.

Todos están enterados de las noticias sobre cómo otros distritos escolares en diversas partes del país han sufrido brotes de contagio que obligan a cuarentenas y hasta cierres de escuelas (Nueva York está entre los que inician el ciclo escolar más tarde que otros sistemas, algunos de los cuales ya llevan semanas operando). Esto ha sucedido sobre todo, como era de esperarse, en aquellos estados y ciudades que no han exigido el uso de cubrebocas y promovido la vacunación, entre otras medidas de mitigación.

Justo al arrancar el año escolar, más de 250 mil menores estaban contagiados en el país a finales de agosto, reportó la Academia Americana de Pediatría, el número más alto de casos de niños por semana desde el inicio de la pandemia (una cuarta parte del total de más de un millón de casos en el país en esas fechas). Unos 2 mil infantes estaban hospitalizados a inicios de septiembre, también el número más alto registrado. Desde que comenzó la pandemia unos 5 millones de menores de edad se han contagiado. Hasta la fecha, los menores de 12 años no están autorizados a recibir la vacuna (aunque eso está por cambiar).

Más de mil 400 escuelas en 35 estados (datos de principios de mes) ya tuvieron que suspender clases presenciales desde que empezó este año escolar. Hay casos alarmantes. En un distrito en Arkansas, más de mil 461 estudiantes fueron puestos en cuarentena poco después de retornar a clases presenciales el mes pasado. En Mississippi, estado con uno de los índices de vacunación más bajos del país –como tantos estados en el sur bajo control conservador republicano– más de 20 mil estudiantes en 800 escuelas fueron puestos en cuarentena. En Miami, Florida, 13 maestros han muerto por Covid-19.

Con la información de: La Jornada

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