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La Fiesta Grande, en 23 días

Jorge Éver González Domínguez

Chiapa de Corzo, Chiapas

Después de desparramarse la Fiesta Grande en cada rincón y disfrutar una fiesta del pueblo y para el pueblo enmarcada en tan solo veintitrés días, al término de esta comienza la cuenta regresiva: ahora sólo faltan trescientos cuarenta y tres días para empezar de nuevo una alegría e ir escribiendo en las páginas del tiempo una cultura inédita, un acontecimiento que cada día es más inmenso e irrepetible. No existe pueblo alguno que espere con tantas ganas su fiesta, como el de Chiapa de Corzo.

Veintitrés días de fiesta

Primero de enero: Con tambores y música, rompen el silencio del viento y recorren las principales calles y ermitas de la ciudad infinidad de personas, dando gracias por un año nuevo y anuncio de lo que tanto se ha esperado: La Fiesta Grande.

Mientras en la Iglesia se acurruca la fe en los corazones de los fieles que llevan la imagen del Niño Salvador del mundo, participan en una misa y pasan por las calles principales –con la imagen- llevándolo para su altar, donde habrá rezos, oraciones, comida y mucha música, desbordando la alegría en la piel del pueblo. Los colores ya están pintados en las paredes de cada casa, en las banderitas de papel colgadas en las esquinas y en el alma de cada poblador.

Cuatro de enero: Con la celebración del Niño de Atocha, salen en un recorrido por las principales calles los Parachicos Niños, visitando las imágenes-del Niño de Atocha- que tienen en los hogares y después de la misa de la mañana, las personas llevan a sus niñitos a sus altares y los Parachicos Niños acompañan junto con el patrón –de los Parachicos- con música y vivas. Hasta este momento la fiesta calienta sus motores, la fiesta de navidad todavía se galopa en las aceras, pues la sentada de niño Dios se realiza hasta el día seis de enero y mientras, la Fiesta Grande se cruza en la sangre y en el ritmo de la vida, con una tradición.

Cinco de enero: Vestimenta de San Antonio Abad “El Viejito”.

Ocho de enero: No existe alma alguna que no presencie esta actividad tan inmensa, no cabe en las cavidades del corazón, ni entra en renglones de alguna descripción. Este día es el recorrido anunciando la Fiesta Grande, con ritmo de tambores y pandillas de Chuntás -hombres disfrazados de mujer- atrapados en la leyenda de Doña María de Angulo.

De ahí en adelante siguen participando en la misma dinámica de recorrer todas la capillas, por las noches bailando y gritando las pandillas que llevan un nombre particular, como son: El Calvario-San Miguel, Corzo-Recinos, De los portales, Miky, de la Licenciada, ATM de don Mario Escobar, Cervantes, El Changuty, amigos del Pollo, de los primos, Doña Ramona, amigos de los Jerry y de la Tía Tey Noriega.

Doce de enero: Existe una variación en el recorrido, aparte de grupos de Chuntás, también es el único día que pueden disfrazarse de lo que quieran, ahí esos momentos la temática es libre y no existen reglas.

Catorce de enero: Se realizan las “enramas” en honor al Señor de Esquipulas y el azul del cielo se adorna de ofrendas e inciensos por la mañana. En la noche es el anuncio en todas las venas del pueblo en honor san Antonio Abad. Existen tres imágenes de este santo, reconocidas en el pueblo: El viejito, el Nuevo y el Consagrado, cada uno en diferentes horarios.

Quince de enero: Es día del Señor de Esquipulas y aparece por vez primera lo tanto anhelado y esperado: los Parachicos; danzan, cantan y echan vivas con la fe en el corazón; caminan y bailan delante de la imagen y se van por todo el pueblo con alabanzas y en sus rostros cubiertos se resbala el sol.

Dieciséis de enero: Por la mañana se realizan las enramas en Honor a San Sebastián Mártir y su anuncio bajo el tul de la noche va cubriendo sus pecados en una ola de confetis.

Diecisiete de enero: Día de San Antonio Abad, es la segunda salida de Parachicos, las calles se paralizan y los cantos, rezos y plegarias salen de las chimeneas.

Dieciocho de enero: Llegan las banderas, símbolo de unión de los barrios a San Sebastián Mártir, los Parachicos van a bailar en un ritual único a los patrones ya fallecidos a sus tumbas en el panteón, el patrón –de los Parachicos- que guía la multitud, se quita su máscara, la deja en la tumba por un momento junto a su guitarra, ora, detiene su chinchín, mientras todos bailan en un ritmo que llega al cielo.

Diecinueve de enero: El anuncio del pueblo, donde la felicidad se toma en botellas y embriagan a los participantes.

Veinte de enero: Ese día coronan al santo a las 12 de la noche, las horas que siguen son inundadas de ríos de ventura y el aroma de las flores se siente en el olfato de la vida.

Veintiuno de enero: Luces de pirotecnia a orillas del rio Grijalva: se lleva a cabo el llamado ‘Combate’ y se contamina con humo las pupilas de la historia.

Veintidós de enero: Este acontecimiento es como un resumen de toda fiesta, en la “Calle Real” desfilan carros alegóricos, con temáticas de la cultura chiapaneca, y ante ellos van Parachicos, Chuntás, disfrazados, el Calalá, y todos los participantes en toda la fiesta, ese día llueve en los ojos la alegría y por primera vez la tristeza es derrotada.

Veintitrés de enero: Los Parachicos dan el final de la tan ansiada dicha, en una misa especial por la tarde, al término cambian de Prioste y llevan a su nuevo domicilio a San Sebastián Mártir; con tamales y café se sella una costumbre y tradición que va escrita con sangre en la piel de cada habitante. Se silencia el chinchín, la montera y la máscara se duermen juntas, esperando en una bolsa, guardado de nostalgia, de dicha, sabiendo que en ellos descansa una cultura y tradición, mientras en el parque central una ráfaga de confeti anuncia el final de la Fiesta.

El sol se acomoda en la cotidianidad de la vida y ruedan en las calles corazones en forma de lentejuelas.

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