Desde mi Trinchera
Diego Victorio
Carlos Molina, en caballo de hacienda a la dirigencia estatal
Desde la posición de delegado especial goza del respeto de sus correligionarios, por su estatus e investidura, y, claro, porque es de dominio público quien lo apadrina.
Sin embargo, ser embajador del Comité Nacional en Chiapas no le da acceso al control de los delegados morenistas ni a las millonarias prerrogativas.
Es una figura política con mucho poder al interior de Morena, pero su grado de influencia está acotada.
Carlos Molina Velasco, aquel jovencito recordado en las filas de los aeropuertos y en los mostradores de las aerolíneas comerciales a la hora de hacer check in, está decidido a redondear su peso específico en Morena, tipo esos boxeadores libra por libra.
Las vías, para que Molina Velasco sea quien ostente el poder supremo vino tinto en la aldea, son dos:
La primera es la ruta corta, vía rápida, esta está supeditada al futuro del huérfano superdelegado José Antonio Aguilar Castillejos que, irá tomando forma mientras más se complique la permanencia de Aguilar en el cargo federal.
Que quiere decir, que, como aquí lo dije, José Antonio usaría como moneda de cambio el comité estatal de Morena, para obtener el respaldo del padrino de Molina Velasco y, en ese tenor, alargar su periodo en la administración de los programas federales y, la estructura territorial: los servidores de la nación.
Esa tesis sigue estando firme.
Sin embargo, el cuarto de ideas de Carlos Molina ha empezado a diagramar la carrera más complicada pero efectiva que, legitimaría al joven: las asambleas de consejeros.
Hacerse del comité democráticamente es lo que los asesores susurran al oído al mentor de Molina Velasco, total, parte del trabajo ya está hecho.
Una fuente bien enterada al interior del partido guinda, que conoce las cañerías, tiene los datos duros de cómo hacer triunfar a Molina.
A sabiendas de que el número mágico en Morena es 66, se ha iniciado un estudio cuantitativo de las entrañas morenistas.
Tomando como referencia de que las asambleas son distritales y Chiapas está fraccionado en trece demarcaciones, donde cada uno de ellos debe aportar diez delegados.
El proyecto está en vías de ser aceptado, por supuesto que es el couch de Molina quien debe autorizar.
Un dato que es trascendental en el anteproyecto es que el Triunvirato (tribu liderada por José Aguilar Castillejos) solo se ha quedado con el control de 37 delegados.
El caldo de cultivo está dado para respaldar el llamado del Consejo Nacional de Morena de llamar a elecciones en octubre, toda vez, que, el Triunvirato ha exhibido su vulnerabilidad y se ha quedado sin proveedores de municiones para igualar condiciones.
Los radicales perdieron -por sus malas decisiones en los comicios intermedios- veintinueve votos para ampliar su período de reelección, cifras desalentadoras, totalmente a la baja, comparadas con las del año pasado, donde eran amos y señores.
Matemáticamente, el Triunvirato solo cuenta con el treinta por ciento del respaldo, porque oficialmente son 110 los delegados acreditados en el viejo padrón, que habrá de renovarse.
Vaya, más de setenta militantes gravitan en la atmósfera morenista que, a la menor provocación decantarían su voto a favor de Molina.
Ahora toma sentido porque Carlos Molina se placea por los Distritos de la aldea presuntamente publicitando el chistorete de enjuiciamiento a expresidentes de la nación.
El objetivo es echarse a la bolsa al delegado al que cachondea y abraza en la supuesta reunión informativa, lo otro es pura fachada. Al Tiempo.
Comentarios Atrincherados
*** Por si fuera poco, el sábado, el Tribunal Electoral de Chiapas colocó otra pesada losa a la menguada trayectoria política de José Antonio Castillejos, al validar el triunfo del verdeecologista Armando Bautista, edil electo de Ixtapa.
Castillejos, en su debacle, no logró acordar la alcaldía de su pueblo natal, la que perdió por paliza en las urnas y pretendía arrebatar en la mesa. HASTA PRONTO.
