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Letras Desnudas

Mario Caballero

En días pasados me tropecé virtualmente con tres personajes del ambiente político local que son prueba fiel de que la estupidez humana existe. Estos son: Aquiles Espinosa García, Ismael Brito Mazariegos y Jesús Domínguez Castellanos.

Para los que me leen desde algún tiempo, lo cual agradezco infinitamente, sabrán que no suelo colgar epítetos así nomás. Si a estos sujetos los catalogo como estúpidos lo hago en referencia al impagable libro del autor italiano Carlos Cipolla, llamado Las leyes fundamentales de la estupidez humana, que está en uno de los estantes de mi biblioteca.

En él, en poco más de ochenta páginas, se enuncian cinco leyes, entre ellas la tercera, donde caben Aquiles, Brito y Jesús Domínguez. Dice así:

“Una persona estúpida es una persona que causa un daño a otra persona o grupo de personas sin obtener, al mismo tiempo, un provecho para sí, o incluso obteniendo un perjuicio”. Más claramente: el estúpido en cuestión no sólo daña a los demás, sino lo que es peor se daña a sí mismo o a su propia reputación. Y todo ello sin recibir ninguna retribución a cambio en términos de beneficio. Magro balance.

AQUILES

Empiezo con Aquiles Espinosa, quien como lo he referido en otras ocasiones quiere ser candidato de Morena a la presidencia municipal de Tuxtla Gutiérrez cuando su trayectoria política e inútil desempeño en la administración pública denigran a la Cuarta Transformación.

Por un lado, es un político sin principios, sin ética ni calidad moral. Por el otro, es un personaje rodeado de escándalos de corrupción, tráfico de influencias y enriquecimiento ilícito.

A riesgo de ser repetitivo, Espinosa García nació, creció y ha vivido toda su vida tras las siglas del PRI, partido que le dio poder y riqueza. De hecho, fue dirigente estatal de este partido a principios de los años dos mil. En ese periodo, precisamente, fue detenido en el estado de Puebla por el delito de posesión de un vehículo con reporte de robo. Los agentes de la Procuraduría General de Justicia de esa entidad lo agarraron mientras conducía el automóvil, que era una combi en color blanco.

Cipolla dice que los estúpidos abundan por doquier y “llegan a ocasionar daños terribles, no ya a uno o dos individuos, sino a comunidades o sociedades enteras”. Aquiles es uno de ellos.

Pues afirma ser de la 4T y un agente del llamado “obradorismo verdadero”, pero en los hechos es el mismo priista de siempre que ha abusado de su autoridad para llenarse los bolsillos.

En una de mis colaboraciones recientes expuse que Aquiles ha construido una red de corrupción en la Secretaría de Movilidad y Transporte con la que extorsiona, acosa, persigue, hostiga y violenta los derechos de cientos de transportistas en todo el estado. Inclusive, ha sido capaz de agredir físicamente a personas de la tercera edad, como a los socios del extinto Sistema de Transporte Urbano “Conejobús”, a los que no les paga la deuda de casi 150 millones de pesos y ni les devuelve sus concesiones de las rutas uno y dos de Tuxtla Gutiérrez.

Ni hablar de los millones de pesos que presuntamente ha recibido estos últimos cinco años por la venta clandestina de concesiones en distintos municipios del estado y por el cobro de sobornos a taxistas y mototaxistas que operan al margen de la ley. Fuentes a este columnista refieren que la red de Aquiles capta cada mes entre 3 y 5 mil pesos por cada taxi pirata y entre mil y mil 500 por cada mototaxi. Una millonada.

A todo esto, no olvidemos que el estúpido se daña a sí mismo. Como Aquiles que confesó ante verdaderos morenistas que no coincide con la estrategia de las conferencias mañaneras del presidente Andrés Manuel López Obrador. Y cómo no si lo suyo ha sido siempre la opacidad, y tan no encaja en la 4T que sigue llevando una vida de lujos y excentricidades. Puesto que a la par de vestir ropa de marca exclusiva y portar costosos relojes Cartier, vive en uno de los fraccionamientos más caros de la capital chiapaneca.

BRITO

Ismael Brito, por otra parte, es su propio sepulturero.

Como decía el comentarista Enrique “el perro” Bermúdez, “la tuvo, era suya y la dejó ir”. En tiempos de la 4T fue un secretario de gobierno prepotente y arrogante. Se creyó todopoderoso, capaz de quitar y poner al que le viniera en gana y con el poder para saciar sus intereses políticos y económicos. Pero, por estupidez, todo se le vino abajo.

Por ejemplo, creó en la Secretaría General de Gobierno una red de corrupción con la que presuntamente extorsionaba a otros funcionarios de alto nivel y varios de sus secuaces terminaron despedidos y en la cárcel; con la complicidad del auditor superior del estado, Uriel Estrada Martínez, extorsionó a cuanto alcalde quiso y los presionó para que respaldaran política y económicamente su proyecto a la gubernatura y al final le dieron la espalda, y después de enderezarle campañas de desprestigio a Eduardo Ramírez, quien fue elegido coordinador estatal de los Comités de Defensa de la 4T, quedó fuera de la jugada.

Total, hoy anda desesperado por alcanzar un hueso en la próxima administración o, por lo menos, repetir como diputado federal por el distrito de Comitán. Pero el daño que se hizo a sí mismo ya está hecho y ahora tendrá que competir por este puesto con otros aspirantes de la alianza Morena-PT-Verde. Y su desprestigio actual es de tal tamaño que podría perder la diputación ante Roberto Albores Gleason, ni más ni menos.

JESÚS DOMÍNGUEZ

Finalmente, Jesús Domínguez Castellanos, el empresario cervecero metido a político que se creyó lumbrera, pero terminó en tapate.

Como operador político de la campaña de Adán Augusto López en Chiapas no sólo fue mediocre, ya que dejó al tabasqueño en un lejanísimo cuarto lugar en el estado, sino también utilizó su posición para timar a cuanto alcalde pusilánime se le atravesó en el camino, exigiéndoles contratos de obra pública y proveeduría en su propio beneficio, y hasta utilizó importantes recursos para denostar a Eduardo Ramírez Aguilar.

Igual que Ismael Brito, ahora busca redimirse ante el senador, suplicando por una audiencia, viajando reiteradamente a la Ciudad de México y apareciéndose en los actos públicos del coordinador, aunque sea sólo para saludarlo.

En el colmo de la desfachatez, se autodenomina coordinador del “Jaguar Negro” en la zona costa y soconusco y con esa bandera quiere sacar raja política para ser candidato a la presidencia municipal de Tapachula.

Empero, por estupidez seguirá siendo considerado el envenenador público que ha sido siempre. Es más, para la verdadera clase política y los morenistas de cepa, sigue siendo visto como aquel empleado de medio pelo que inició como supervisor de reparto de los camiones de cerveza.

EN SU JUSTA DIMENSIÓN

En fin, la estupidez humana de estos tres personajes terminó por colocarlos en su justa dimensión: Aquiles Espinosa como un priista mafiosillo; Ismael Brito como un abusón con carácter narcisista y Jesús Domínguez como un oportunista vulgar, cuyos perfiles no empatan con los principios de la Cuarta Transformación.

yomariocaballero@gmail.com

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