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La actualidad del Noi del Sucre (II PARTE)

Miguel Salas

Política y partidos

… Una de las diferencias entre marxismo y anarquismo es la distinta actitud ante la política y los partidos. El anarquismo tradicional (en su propia evolución existen matices que no es este el lugar para tratar) rechaza la política institucional, los partidos políticos, no solo los burgueses sino también los que se apoyan y organizan las clases trabajadoras, y la participación en las elecciones. El marxismo revolucionario denuncia también el parlamentarismo vacío que solo sirve para ocultar el verdadero poder de los capitalistas, pero considera que puede ser útil como palanca para la denuncia, la organización y la movilización popular. Para transformar la sociedad y avanzar hacia una sociedad socialista el sindicato no es suficiente, como tampoco lo son las cooperativas u otros medios alternativos, la clase trabajadora debe asociarse de manera libre y democrática en partidos políticos para tener la capacidad y la conciencia para disputar el poder a la clase capitalista. Las clases trabajadoras deben hacer política, no la política burguesa ni simplemente parlamentaria, sino la que defienda sus intereses y los de la mayoría de la población para cambiar la sociedad.

Desde su punto de vista anarcosindicalista, Seguí se planteó tales problemas y defendió una política de alianzas, particularmente con UGT en las huelgas generales en 1916 y 1917, y no rechazó contactos y relaciones con fuerzas políticas, especialmente con su amigo Francesc Layret, abogado defensor de militantes anarquistas, diputado en las Cortes de Madrid y concejal en el Ayuntamiento de Barcelona, asesinado el 30 de noviembre de 1920. Sin embargo, en numerosas ocasiones se ha especulado sobre la eventualidad de que Seguí estuviera involucrado en la formación o participación en una candidatura parlamentaria o incluso en la formación de un partido obrero.  

Eran debates muy presentes en la sociedad catalana durante los primeros años del siglo XX. De hecho, no muy diferentes a los de ahora. Tras la victoria de la huelga de La Canadiense, la patronal y el estado monárquico temieron que se extendiera el ejemplo y estallara una revolución, como la que en 1917 había triunfado en Rusia. Su reacción fue brutal: un lock out (cierre patronal) que duró semanas y llevó a la miseria a miles de familias y la organización del pistolerismo patronal (más de 400 muertos en tres años, la mayoría dirigentes y militantes cenetistas). En esas circunstancias era natural plantearse la manera más amplia y unitaria de responder, tanto desde el punto de vista de la unidad sindical como de la formación de un partido obrero, en esos momentos en España solo existía el PSOE y en Catalunya era prácticamente inexistente.

El punto de partida sobre tales debates podría ser un escrito de Layret. “Hace falta -escribió- que en Catalunya exista un partido obrerista catalán. Si este partido existiera yo pertenecería, pero este partido no pueden crearlo los políticos, tiene que ser obra de los obreros, los intelectuales no pueden hacer otra cosa que sumarse. […] Creo que los obreros de Catalunya han de cambiar la actitud para hacer respetar su fuerza. En todo el mundo los obreros intervienen en la vida pública”. Años después, Jordi Arquer, compañero de Seguí y posterior dirigente del BOC y del POUM, declararía: “Podemos afirmar […] que Salvador Seguí […] simpatizaba y ayudaba a Layret en esta tarea de dotar al proletariado catalán de su propio partido político”.

Las referencias directas de Seguí no van en ese sentido. Entrevistado por El Heraldo de Madrid en 1919, responde al periodista: “Mire, no diga eso. Yo no seré nunca diputado. ¡Se lo aseguro! Es ofenderme hablar de ello”. Probablemente quien mejor ha planteado este problema y dado una respuesta concluyente es Vidal Aragonés en su libro Layret. Vida obra i pensament (Trigre de Paper) Después de citar y confrontar opiniones escribe: “Así, podemos aseverar que no tenemos ninguna prueba que nos lleve a pensar que Seguí impulsara un partido obrero catalán o un partido socialista catalán. Otra cosa es que […] le pudiera parecer bien, o incluso que manifestara su apoyo a la acción, sin que eso significara ni su participación ni mucho menos la de la CNT”.

Cuando un problema decisivo no se resuelve tiende a reaparecer. Sigue pendiente la construcción de un partido obrero y socialista con una posición clara y democrática sobre la autodeterminación de Catalunya (y su relación con los demás pueblos que conforman el Reino de España) Se intentó durante los años 30, por ejemplo, con la constitución del BOC, y las conversaciones para constituir un partido marxista, socialista catalán, de cuyo fracaso surgieron el POUM y posteriormente el PSUC. Quien salió más beneficiado fue ERC, un partido interclasista que logró reunir a sectores de la pequeña burguesía nacionalista y el voto de los obreros catalanes de la CNT hasta que estalló la revolución en 1936.

Ha habido otros intentos. La CUP (Candidaturas d’Unitat Popular) inició un proceso de acumulación de fuerzas municipalistas que saltó a la política parlamentaria y que pretende ser una referencia para las clases trabajadoras y populares desde una perspectiva anticapitalista e independentista. Generó muchas expectativas el proceso de formación de Catalunya en Comú. En sus orígenes un proceso de confluencia de las izquierdas diversas a la izquierda del PSOE, un intento de sumar la rebeldía del 15M y la defensa de los derechos nacionales, que, sin embargo, ha sido incapaz de integrarlas y de tener una posición activa en el proceso de emancipación nacional que tuvo su momento álgido en octubre de 2017. El hecho es que el objetivo de construir una organización amplia, republicana, revolucionaria, socialista, de defensa de los derechos sociales y nacionales debería estar en el horizonte político y práctico de las izquierdas catalanas. 

Clase trabajadora y derechos nacionales

La ascendencia de Seguí es tan amplia que durante el procés catalán era habitual que se le citara para establecer un ligamen entre las clases trabajadoras y el derecho de autodeterminación y/o la independencia. Para el Noi del Sucre el principal conflicto en Catalunya y España era el social, pero en su concepción de sindicalismo revolucionario no era ajeno al resto de conflictos. Y uno de ellos, y no poco importante, era el de la relación de Catalunya con el Reino de España.

Las referencias de Seguí sobre esta cuestión son incluso discutibles, porque la fuente es una transcripción periodística y un texto rehecho años después, aunque generalmente aceptado. Se trata de una conferencia que Seguí dio en Madrid en octubre de 1919: “nosotros, los trabajadores, como sea que con una Catalunya independiente no perderíamos nada, al contrario, ganaríamos mucho, la independencia de nuestra tierra no nos da miedo. Estad seguros, amigos madrileños que me escucháis, que, si algún día se hablara seriamente de independizar Cataluña del Estado español, los primeros y quizás los únicos que se opondrían a la libertad nacional de Cataluña serían los capitalistas de la Lliga Regionalista y del Fomento del Trabajo Nacional. […] Afortunadamente la Catalunya vejada e injuriada, privada de su libertad nacional, conoce bien a sus detractores y sabe de qué lado están sus verdaderos amigos y defensores. Una Catalunya, liberada del Estado español os aseguro, amigos madrileños, que sería una Cataluña amiga de todos los pueblos de la Península Hispánica y sospecho que quienes ahora pretenden presentarse como los líderes del catalanismo, temen un entendimiento fraternal y duradero con las demás nacionalidades peninsulares”.

Con esta cita cada uno arrima el ascua a su sardina, pero ni Seguí era independentista, propuesta que no estaba planteada en la época, ni negaba los derechos nacionales del pueblo catalán. Lo que habría que retener de ese discurso es la radical denuncia de los burgueses catalanes, capitaneados por Cambó, que incitaban a la represión contra el movimiento obrero y utilizaban el conflicto para sus propios intereses de clase y que ocho meses después del asesinato de Seguí apoyarían el golpe militar de Primo de Rivera. Y afirmar también la posición de Seguí de que el movimiento obrero no debe quedar al margen de los conflictos nacionales, sino que debe defender los derechos de los pueblos y buscar aliados entre los pueblos hispánicos.       

El Noi del Sucre fue asesinado vilmente, pero en muchos sentidos su legado sigue siendo útil para la lucha por la emancipación de los trabajadores y los pueblos. Uno de sus biógrafos, Manuel Cruells lo presentó así: “Había un militante que se atrevía a decir que las cosas no eran simples, que era necesario elaborar una estrategia revolucionaria, buscar aliados eventuales, que el proletariado no cambiaría el mundo de una sola vez y que debía prepararse con todo cuidado para mantener el éxito de una hipotética revolución que los elementos reaccionarios, aunque vencidos, intentarían sabotear por todos los medios”.

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